Enron y compañía (III)
La debacle de la nueva
economía «made in USA» |
Bancos de negocios
Los principales bancos de
negocios estadounidenses, tales como el Merryl Lynch, el
Morgan Stanley, el Credit Suisse First Boston (Credit Suisse
Group), el Salomon Smith Barney (Citigroup) y el Goldman
Sachs, jugaron un rol muy activo en las prácticas
fraudulentas que dieron lugar a escándalos. Estos bancos de
negocios mezclan varias funciones: analizan la salud de las
empresas para orientar a los compradores de acciones en la
Bolsa (recomiendan entonces la compra y venta de acciones de
esas empresas), y gestionan carteras de acciones muy
importantes para ellos o para terceros, como los fondos de
pensión, que les confieren sumas muy importantes de
inversión en la Bolsa. Se encargan del ingreso de las
empresas en la Bolsa. Se encargan también de la emisión de
empréstitos a cuenta de las empresas, de los Estados o de
las colectividades locales que quieren recolectar capitales
en los mercados financieros. Entre ellos, algunos tales como
el Credit Suisse First Boston y el Salomon Smith Barney
constituyen la rama de bancos de negocios de un grupo
bancario más amplio. Esto fue posible gracias a la
abrogación de la ley Glass Steagall en 1999 bajo la
administración de Bill Clinton. La "Glass Steagall act" fue
adoptada en 1933 en plena depresión a fin de evitar la
repetición de las quiebras catastróficas de las
instituciones financieras a través de la mezcla de la
colecta del ahorro a la inversión en la Bolsa y a la
participación de capital en las empresas. El legislador
americano había querido así separar los bancos de negocios
(sociedades holdings) de los bancos. En plena euforia
neoliberal, en el contexto de la financiarización de la
economía, los grandes grupos financieros como el Citibank
jugaron una gran influencia sobre la administración Clinton,
la cual fue coronada de logros que permitieron obtener que
se levantaran los obstáculos a su expansión. Fue así como el
Citigroup, principal grupo financiero mundial, pudo nacer
gracias a la abrogación de la "Glass Steagall act". El
Citigroup nació de la fusión entre el Citibank y la Salomon
Smith Barney.
Merryl, Morgan Stanley, Salomon
Smith Barney (Citigroup) y Goldman Sachs estan implicados
hasta el cuello en los escándalos Enron, WorldCom y otros.
La crisis bursátil, el descenso de la actividad económica y
los efectos de sus prácticas fraudulentas los colocaron en
una situación difícil. Entre enero del 2001 y fines del
2002, la acción Merryl Lynch perdió más de la mitad de sus
valores bursátiles. Durante el 2002, todos estos bancos de
negocios fueron objeto de demandas judiciales por parte de
la SEC y del Departamento de Justicia. También fueron objeto
de demandas judiciales presentadas por parte de inversores,
accionistas y asalariados. Con el objeto de poner fin a
dichas demandas, en el 2002, el Credit Suisse First Boston y
Merryl Lynch, dieron, cada unos de ellos, 100 millones de
dólares para endulzar al Tesoro. En cuanto al Citigroup,
éste entregó 240 millones de dólares. Estos bancos de
negocios fueron acusados de colisión con los dirigentes de
Enron, de WorldCom y otras empresas en quiebra. Las
autoridades tienen sobradas pruebas sobre la responsabilidad
que poseen los analistas de estos bancos de negocios,
quienes deliberadamente recomendaban la compra de acciones
de las empresas que ellos sabían que estaban en
dificultades. Dichos analistas hacían esto porque los bancos
de negocios que los empleaban eran también accionistas de
las empresas en cuestión. Una caída de la cotización
bursátil de dichas empresas habría perjudicado a los
intereses de los bancos de negocios.
En el caso de la Merryl Lynch,
las autoridades recurrieron directamente a los documentos
internos editados por su analista más conocido, Henri
Blodget, el especialista de la nueva economía. Este trataba
a la sociedad AtHome como un "piece of crap" (de m…) y al
mismo tiempo recomendaba calurosamente a los inversores que
compren sus acciones. En otro documento interno, el mismo
Blodget explicaba como el y su equipo habían participado de
52 transacciones comerciales entre diciembre de 1999 y
noviembre del 2000, en desmedro de todo deontología. El
banco de negocios, para recompensar a Blodget, multiplicó su
remuneración por cuatro (de 3 a 13 millones de dólares).
Después que se produjeron estas revelaciones, clientes
furiosos presentaron decenas de demandas colectivas contra
la Merryl Lynch: esto podría llegar a costarle dos mil
millones de dólares.
La Salomón Smith Barney (Citigroup),
en agosto del 2002, se sacó de encima a su analista
consagrado, Jack Grubman, quien había sido denunciado por la
prensa por haber mantenido recomendaciones positivas sobre
empresas como la WorldCom. Jack Grubman recibió, para
empezar, 32 millones de dólares en concepto de prima.
"Aunque lamento, como otros, el no haber podido prever la
caída del sector de las telecomunicaciones y comprendo la
decepción y la cólera de los inversores a causa de dicha
caída, estoy orgulloso de mi trabajo y del de aquellos
analistas que trabajaron conmigo" (Diario Le Soir del
17-18/02/02).
Otra práctica corruptora: los
bancos de negocios ofrecían a clientes privilegiados, tales
como a los dirigentes de las empresas WorldCom, Qwest, Metro
Media y otras, paquetes de acciones de empresas que ellas
habían hecho entrar en la Bolsa. Estos clientes revendían
las acciones en cuestión algunos días después a su ingreso
en la Bolsa, en plena euforia de los mercados, retirando de
esta manera beneficios considerables. Por medio de esta
práctica, los bancos de negocios intentaban convencer a
grandes clientes para que recurrieran a sus servicios en
contratos importantes. En septiembre del 2002, B. Ebbers y
cuatro otros dirigentes de empresas fueron objeto de
demandas judiciales por parte del fiscal general de Nueva
York, Eliot Spitzer, quien exigió de aquellos el reembolso
de 28 millones de dólares que habían sido obtenidos gracias
a los regalos corruptores de los bancos de negocios.
Las agencias de
notación
Tres firmas, dos de las cuales
son estadounidenses, dominan el sector de las agencias de
notación del mercado mundial: Moody's, Standar & Poor's (EE.UU.)
y Fitch (Francia). Estas tres sociedades juzgan la situación
financiera de todos los deudores: los Estados, las
colectividades locales, las empresas y los fondos de
inversión. Las notas que éstas atribuyen influyen de manera
determinante sobre las tasas de interés que deberán pagar
los deudores a sus acreedores. Durante el 2002, esto
correspondía a un volumen de 30.000 millones de dólares de
deudas. Ello marca el poder de las mismas. Estas atribuyen
notas que permiten a los prestamistas potenciales evaluar la
salud y seriedad de los futuros deudores. Sus notas van
desde "muy segura" a "extremadamente riesgosa" pasando por
"aproximadamente segura" y "riesgosa". La nota "muy segura"
se expresa atribuyendo una triple A al deudor. Según la
agencia de notación, los malos alumnos son evaluados por la
letra C o la letra D.
Moody's cuenta con más de 700
analistas y emplea a 1.500 personas en quince países. Sus
notaciones abarcan a 100 países. Standard & Poor's emplea a
1.000 analistas en 21 países, y sus análisis conciernen
igualmente a una centena de países. Fitch emplea a 1.200
personas, de las cuales 600 son analistas, y evalúa a
deudores pertenecientes a 75 países.
Estas sociedades fueron
denunciadas de manera considerable por el rol que jugaron
durante la crisis de los años 90, particularmente durante la
crisis del este asiático durante 1997-1998. En efecto, éstas
mantuvieron un juicio favorable respecto de las empresas
deudoras del este asiático, mientras que tendrían que haber
revelado que se encontraban en dificultades desde 1996. Una
vez que la crisis estalló durante 1997, estas sociedades de
notación dieron un giro de 180º que dio lugar a la
degradación de las empresas y los estados asiáticos
implicados. Ello implicó un aumento de varios miles de
millones de dólares de las facturas que tenían que rembolsar
los endeudados. El rol de las agencias de notación fue
igualmente denunciado en lo que hace a la evaluación del
riesgo-país de la Argentina y Brasil entre 1998 y el 2002.
Ellos fueron objeto de fuertes
críticas por el rol que jugaron durante los diferentes
escándalos que se desencadenaron en los Estados Unidos
durante el 2001-2002. Moody's mantuvo una cotización muy
elevada de Enron, que estaba próxima a caer. Estas agencias
de notación son todo salvo independientes de las sociedades
que evalúan, dado que reciben su remuneración de aquellas.
En ciertos casos, con el objeto de forzar a los clientes a
recurrir a sus servicios, atribuyen notaciones no
solicitadas y generalmente menos favorables que en los casos
en que hubieran sido objeto de una remuneración.
Estudios de auditorias
El escándalo Enron puso al
descubierto la coalición entre la dirección de la empresa y
Andersen, la empresa auditora encargada de monitorear las
cuentas de aquella. En junio del 2002, Andersen fue
condenada por obstrucción a la justicia. Este veredicto
obligó a Andersen a bajar las cortinas. Andersen había
participado en la operación de maquillaje de las cuentas de
Enron, que en el 2000 le había pagado 50 millones de dólares
como contraparte de los diferentes servicios prestados. Con
el objeto de borrar las coaliciones con Enron, Andersen
destruyó decenas de miles de documentos comprometedores
durante octubre del 2001 mientras que la SEC estaba
iniciando la investigación. "La oficina de Andersen en
Houston se puso súbitamente a fines del mes de octubre a
destruir una tonelada y media de documentos por día en lugar
de los 35 kilos promedio por año", declaró el fiscal durante
el proceso.
La connivencia entre las
empresas y los estudios de auditorias que siguen sus cuentas
está abiertamente extendida. Andersen realizó favores
comparables a aquellos de los que se benefició Enron a una
buena parte de sus 2.300 clientes. Las agencias de
auditorias no se limitan a controlar las cuentas de las
empresas: sus principales recursos provienen de los consejos
que prodigan. Por cada dólar ganado en una auditoria, tres
entran en caja gracias a misiones de auditoria. Andersen no
es la excepción que confirma la regla. Prueba de ello es que
los cuatro grandes estudios de auditorias son objeto de
investigaciones por parte de la SEC. La KPMG revisaba las
cuentas de Xerox, que reconoció haber inflado su cuenta de
negocios de 6,4 mil millones de dólares durante el período
1997-2001. Deloitte Touche Tohmatsu controlaba las cuentas
de la sociedad Adelphia Communications, cuya quiebra costeó
en junio del 2002. Price Waterhouse Coopers está implicada
en el escándalo de Tyco, cuyo director fue acusado de haber
distribuido de manera fraudulenta 96 millones de dólares a
51 cuadros superiores de la empresa. Ernest & Young está
acusada de haber transgredido las obligaciones de un auditor
independiente desarrollando y comercializando software con
la PeopleSoft, de la cual, por otra parte, controlaba las
cuentas (Diario Le Monde, 18 de junio de 2002).
Antes de la quiebra de Andersen,
los cinco estudios de auditorias citados más arriba
controlaban el conjunto o casi todo el mercado mundial de
auditorias (ver cuadro a continuación). Después de la
quiebra de Andersen, los cuatro estudios restantes se
dividieron sus clientes.
El gobierno Bush y la
justicia de EEUU
intentan poner orden
En el 2002 se anunció que el
proceso Enron sería en diciembre del 2003. La ocasión de una
famosa confesión.
En el 2002, 25 grandes
compañías, y 150 jefes de empresa o cuadros superiores (de
los cuales 45 tienen la intención de plantear demandas
judiciales por culpabilidad), fueron objeto de
investigaciones en profundidad y/o de seguimientos
judiciales por parte del gendarme de los mercados, la SEC, y
del Departamento de Justicia. He aquí algunos casos de
inculpación: falsificación de las cuentas, delito de
iniciado, enriquecimiento personal en desmedro de la
empresa, evasión fiscal, asociación ilícita, obstrucción del
trabajo de la justicia. La amplitud y la generalización de
los comportamientos criminales es tal que el presidente de
los Estados Unidos intervino directamente para amenazar con
prisión a los administradores de las sociedades. "Si usted
es un director general y piensa que puede trucar sus libros
de cuentas para mejorar su imagen, nosotros lo
encontraremos, lo arrestaremos y le haremos rendir cuentas"
(citado en Time, 12 de agosto del 2002).
"Los jefes de empresa
reconocidos culpables de fraude serán pasibles de sanciones
financieras y, si tuvieron un comportamiento criminal, irán
a prisión" (Diario Le Figaro, 1 de julio del 2002).
Alain Greenspan, presidente de
la Reserva Federal, presentó las cosas con un toque de
filosofía: "Los hombres no devinieron más cupidos que en el
pasado. Simplemente cuentan con muchas más posibilidades de
serlo… La economía depende de manera crítica de la
confianza… La falsificación y el fraude destruyen el
capitalismo y la libertad de mercado y, más ampliamente los
fundamentos de nuestra sociedad… El patrón debe tener la
autoridad para colocar donde corresponde la estrategia de la
empresa pero también tiene la responsabilidad de dar cuenta
de ella de manera precisa. Si este tipo de faltas no son
sometidas a penas graves, tal como muchos lo recomiendan,
nuestro sistema contable y los otros elementos del gobierno
de las empresas no funcionaran de manera óptima" (Diario Le
Monde, 18 de junio del 2002). En agosto del 2002, cerca de
2.500 directores generales fueron por primera vez legalmente
obligados a certificar y firmar las cuentas de sus empresas.
La amenaza del gran garrote que pendía sobre ellos tenía por
objeto forzarlos a hacer una limpieza de sus cuentas a fin
de intentar de manera desesperada restablecer la confianza
del público para evitar una deriva que trajera como
consecuencia una cascada de quiebras. En términos globales,
el ejecutivo y el poder judicial permanecieron en el plano
de la intimidación: no hubo ningún presidente general en
ejercicio entre rejas durante el 2002. Dennos Kozlowski, ex
patrón de Tyco, sólo se encontró entre rejas una vez que fue
echado de la empresa. Algunos cuadros superiores fueron
llevados a declarar con esposas, pero ninguno permaneció
varios días en prisión. Sin embargo, ellos acumularon de
manera criminal decenas o mejor dicho centenas de millones
de dólares; provocaron quiebras que llevaron al suicidio de
asalariados despedidos; quebraron la vida de centenares de
miles de personas; hicieron perder centenares de miles de
dólares a los contribuyentes.
Por el contrario, durante este
tiempo, por delitos menores, decenas de miles de simples
ciudadanos estadounidenses se amontonan en las prisiones
superpobladas.
En septiembre del 2002 el
Congreso adoptó una ley llamada Sarbanes-Oxley, cuyo
objetivo era evitar la reproducción de comportamientos como
los de Enron, WorldCom, etc. Esta ley preveía un aumento de
las penas para los diferentes delitos financieros. Las penas
de obstrucción a la justicia y destrucción de pruebas, de
las cuales el estudio Andersen había sido declarado culpable
en el caso Enron, fueron duplicadas hasta alcanzar veinte
años de prisión. Las operaciones concertadas dirigidas a
engañar a los accionistas son consideradas en adelante como
crímenes, y pasibles de diez años de prisión. Los directores
financieros deberán certificar y firmar sus cuentas. En caso
de falsa declaración, incurren en veinte años de prisión.
Los bancos y casas de corretaje se ven impedidos de tomar
sanciones contra los analistas que emiten informes
desfavorables sobre las sociedades clientes. Los dirigentes
ya no pueden pedir préstamos privilegiados a sus empresas.
Sobre este último punto, George Bush podría haber sido
condenado por los privilegios de los que se benefició
mientras era administrador de Harken si dicha legislación
hubiera estado en vigencia en aquella época.
La crisis golpeó directamente a
las principales instituciones encargadas de hacer reinar el
orden en el dominio económico: en noviembre del 2002, Harvey
Pitt, presidente de la SEC, presentó su renuncia. Así lo
hizo también el responsable de los servicios contables de la
SEC. Días después lo siguió William Webster, el nuevo
presidente del Consejo de Vigilancia de los comisarios de
cuentas, creado durante el verano europeo del 2002 para
poner orden en dichos asuntos. W. Webster, viejo director de
la CIA y del FBI, tiró la toalla luego de la primera reunión
del Consejo. Las causas de dicha defección hay que buscarlas
en las revelaciones inoportunas que se dieron a luz sobre su
carrera: W. Webster dirigió el comité de auditorias de la
sociedad US Technology acusada frente a los tribunales por
malversaciones contables (Diario Le Monde, 14/11/2002).
Por otra parte, apenas fue
creada por la administración Bush, la brigada financiera
especial anti-corrupción fue objeto de críticas violentas,
dado que su jefe, el secretario adjunto de Justicia, Larry
Thompson, fue administrador de la Providian Financial, una
sociedad implicada en fraudes. Durante su mandato, la
Providian Financial, especializada en las tarjetas de
crédito, fue forzada a endulzar al fisco con 400 millones de
dólares por poner fin a los seguimientos judiciales de los
que era objeto a causa de sus fraudes.
Otra información: el jefe de la
división anti-trust en el Departamento de Justicia, Charles
James, renunció en octubre del 2002 para pasar al grupo
petrolero Chevron Texaco en el cual pasa a ocupar el cargo
de vicepresidente y consejero jurídico. Nombrado en junio
del 2001 por George Bush hijo, fue el arquitecto del acuerdo
concluido en noviembre del 2001 entre el Departamento de
Justicia y Microsoft. Aunque quizás no haga falta decirlo,
este acuerdo fue muy favorable a la empresa de Bill Gates.
Los problemas de la
jubilación en los Estados Unidos
Las jubilaciones de los
trabajadores están en peligro. En Estados Unidos, el sistema
de pensiones por repartición es marginal, y aquellos que
forman parte de él se benefician de un ingreso muy pequeño,
del orden del 40% de su salario. Bajo la administración de
Ronald Reagan, el sistema de pensión por capitalización ya
bien implantado fue muy promovido en el cuadro de lo que se
llamó el "plan 401 K" (instaurado en 1982). Dado que los
mercados bursátiles estaban en alza, este sistema apareció
para algunos como fuertemente atractivo, ya que el ahorro de
los trabajadores era invertido en su gran mayoría bajo la
forma de acciones. Lo que tenía que pasar pasó: los 40
millones de trabajadores titulares de un plan 401 K se
encontraron en una muy mala situación porque no contaban con
la más mínima garantía ni seguridad. Sus ahorros, que
representan aproximadamente 1.500 millones, se vieron
sometidos a una cura de adelgazamiento forzado de 175.000
millones de dólares en un año como resultado de los
diferentes escándalos contables, quiebras y cracks
bursátiles. Los asalariados de Enron, de Global Crossing y
de la WorldCom cuya pensión estaba ligada al plan 401 K,
perdieron todo o casi todo. En los últimos años, numerosas
empresas invirtieron el ahorro de sus trabajadores sin
consultarlos -o haciéndolo muy poco- sobre cuál era su punto
de vista respecto a la compra de acciones de la empresa
misma. Algunos ejemplos en el 2001: plan 401 K de Procter &
Gamble, 94,7% del ahorro era invertido en acciones de la
empresa; Coca Cola, 81,5%; General Electric, 77,4%; Texas
Instruments, 75,7%; Mc Donald's, 74,3%; Enron, 62%.
La otra gran categoría de
asalariados cuya pensión depende del sistema de
capitalización representa 44 millones de asalariados del
sector privado. Ellos provienen de un plan de pensión
llamado "definido", anterior al plan 401 K. Una gran parte
de los trabajadores de la industria automotriz, del
transporte aéreo, de la siderurgia, del petróleo, de la
farmacéutica y de las telecomunicaciones dependen de este
sistema, que garantiza una pensión mensual fija cuya
transferencia corre bajo la responsabilidad de la empresa
que los ocupa. Contrariamente al plan 401K, estos no se
encuentran, en principio, sometidos a los vaivenes
bursátiles. El problema es que las empresas responsables del
financiamiento de sus fondos no lo han hecho de manera
suficiente. La situación se volvió tanto o más grave dado
que los ingresos de las empresas están en descenso y que una
parte importante de los fondos que deben servir al
financiamiento de las pensiones provienen del rendimiento de
los capitales colocados en la Bolsa por parte de las
empresas. Según estudios publicados en el 2002, 26 grandes
sociedades se iban a encontrar en una situación financiera
degradada como resultado del crecimiento superfluo de sus
fondos de pensión (Ford debía colmar un agujero estimado en
6,5 miles de millones de dólares) y algunas deberían caer en
quiebra. Esto no es un problema que sólo ocurre con las
empresas norteamericanas. Citando el ejemplo de la
multinacional helvético-sueca ABB, los investigadores del
banco de negocios Morgan Stanley estiman que la proporción
de deuda sobre los fondos propios pasa de 202 a 374% cuando
se incluyen las obligaciones de jubilación y éstas son
consideradas como una deuda equiparable a cualquier otra.
"Es una bomba de tiempo. No se trata de saber si va a
explotar, sino cuándo va a explotar" declaraba en el
Financial Times del 1 de octubre del 2002 Michael Hirsch,
vicepresidente de la Lynnvest Group.
Los más grandes fondos de
pensión en los Estados Unidos son los de los funcionarios
públicos. El más importante entre ellos es el California
Public Employees Reirement System (Calpers), cuyos activos
se elevan a 150.000 millones de dólares que se reparten
entre 1800 empresas. Los diferentes fondos de pensión de los
empleados públicos totalizan más de 1.500 millones de
activos. Luego de las quiebras escandalosas del 2001-2002,
estos exigieron una modificación de la ley con el objeto de
poner en orden la gestión de las empresas privadas de las
que eran accionistas. La quiebra de WorldCom produjo
pérdidas de 585 millones de dólares a Calpers. La de Enron
produjo más de 300 millones de dólares de pérdida a quien en
orden de importancia representa el tercer fondo de pensión.
Salarios: variable de
ajuste
Durante las fases en que
disminuye la actividad económica, cuando las empresas
acumulan resultados a la baja y la competencia se exacerba,
los patrones quieren achicar los costos. El puesto de
trabajo que invariablemente es alcanzado son los salarios
(disminución de los salarios y reducción del personal). La
masa salarial es la principal variable de ajuste que se
utiliza para asegurar una mejora o estabilidad de los
resultados de la empresa. Los accionistas no quieren
soportar los vaivenes de la coyuntura económica: exigen que
el riesgo sea trasladado a los trabajadores.
Remuneraciones
astronómicas y fabulosas primas de inicio
por parte de patrones sospechados y cobardes
Desde los años de Ronald Reagan
y Margaret Thatcher, el abismo entre los ingresos de los
asalariados y de los dirigentes de empresas, que son
capitalistas aunque reciban un salario, no hizo más que
progresar de una manera vertiginosa. Según Business Week, en
1980 el director general (CEO) medio ganaba 42 veces más que
el obrero (blue collar worker). En 1990 ganaba 85 veces más,
y 531 veces más en el 2000 (ver el sitio del sindicato AFL-CIO
en www.aflcio.org/paywatch/ceopay.htm). La AFL-CIO compara
el ingreso de tres directores generales con la evolución de
las acciones de su empresa en la Bolsa durante el período
1996-2000. Mientras que la cotización bursátil de la empresa
que estos conducían había disminuido de manera considerable
(aunque fue en un período de gran alza en general), sus
ingresos fueron verdaderamente impresionantes.
Fuente: Sindicato
AFL-CIO.
Durante el año 2001, el New
York Times publicó el gráfico siguiente, aún más sugestivo.
Este presenta la evolución global de las remuneraciones de
los directores generales, la evolución de los beneficios y
la de la capitalización bursátil. El gráfico demuestra la
farsa que constituye el gobierno de empresa. Mientras que la
evolución del ingreso de los dirigentes de las empresas
debería seguir la evolución de los resultados de las mismas,
uno constata por el contrario el fenómeno inverso. La
remuneración de los directores generales aumenta mientras
que bajan los beneficios y los valores bursátiles.
Fuente: The New York Times.
Ver
aflcio.org.
Si salimos de las fronteras de
los Estados Unidos, encontraremos situaciones similares. En
el 2001, mientras que las cuentas de Vivendi Universal
entraban en rojo, el sueldo de Jean Marie Messier aumentaba
el 19% (66% de aumento sin impuestos). En Suiza, Mario Corti,
principal dirigente de Swissair, recibió 8,3 millones de
euros para reencaminar a la compañía aérea; algunos meses
después, la empresa quebró.
Las remuneraciones de los
dirigentes de empresa se componen de un salario, de stock
options (que durante 1999-2000 representan en promedio el
doble del salario) y de bonos.
Es necesario agregar la
jubilación en oro, el o los departamentos de trabajo, los
gastos sin límites, el o los coches de trabajo y el chofer a
disposición, y a veces el avión de trabajo. A la
remuneración de los dirigentes de empresa es necesario
agregar los ingresos que ellos deducen de sus capitales.
Tampoco hay que olvidar los regalos de las empresas-clientes
(por ejemplo, los paquetes de acciones ofrecidos
gratuitamente).
Las stock-options hicieron furor
a lo largo de los años 90 hasta el 2001. Estos rindieron
sumas faraónicas a algunos miles de dirigentes de empresas.
En el 2000, Jeffrey Skilling, viejo director general de
Enron, embolsó 62,5 millones de dólares gracias solamente a
las stock-options. Gary Winnick, patrón de la empresa
quebrada Global Crossing, embolsó entre 1998 y el 2001 735
millones de dólares gracias a la venta de sus stock-options.
Por otra parte, la manera en que las stock-options eran
contabilizadas por las empresas hizo perder al fisco de los
Estados Unidos 56.400 dólares en el 2000.
El colmo de todo esto son los
regalos de despedida a los patrones que condujeron a sus
empresas a la quiebra. Percy Bavernik, director general de
ABB, quien en el 2000 recibió 98 millones de prima en su
despedida, dejó una pérdida de 793 millones de euros. Aquí
también se podría mencionar a Jean-Marie Messier (CEO de
Vivendi Universal), Bernard Ebbers (CEO de WorldCom) y
decenas de otros.
Si los patrones no reciben
generosas primas de despedida, esto no debe interpretarse
como un mal signo. Según las autoridades judiciales, Dennis
Kozlowski, ex patrón de Tyco, habría robado 170 millones de
dólares de la caja de la empresa que dirigía, y se habría
embolsado 430 millones de dólares gracias a la venta
fraudulenta de acciones de la empresa. Mientras esperaba ser
juzgado, su ex mujer pagó una caución de 10 millones de
dólares en septiembre del 2002 para que pudiera salir de
prisión. En junio del 2002, Kozlowski había organizado una
fiesta en Cerdeña cuyos gastos, que corrieron a cargo de la
empresa, representaban la módica suma de 1 millón de dólares
(Financial Times, 20/09/2002).
La crisis de Enron y
cía., ¿concierne al resto del mundo?
Veinte años de desreglamentación
y de apertura de los mercados a escala mundial suprimieron
las vallas de seguridad que hubieran podido limitar los
efectos en cascada de las crisis que atravesaron la Enron y
cía. El conjunto de las empresas capitalistas de la Tríada y
de los mercados emergentes evolucionaron, ciertamente con
sus particularidades, en el mismo sentido que en los Estados
Unidos. Las instituciones privadas bancarias y financieras,
así como las empresas de seguros del planeta, se encuentran
en mala posición: adoptaron prácticas cada vez más
aventureras. Todos los grandes grupos industriales
conocieron una financiarización pronunciada y por ende se
han vuelto muy vulnerables. Enron, Worldcom, Global Crossing,
Vivendi Universal, Ahold, Parmalat,... la sucesión de
escándalos mostró la vacuidad de las afirmaciones de los
dirigentes de los Estados Unidos y de sus laudatorios en los
cuatro puntos cardinales. Es tiempo de pensar en otro
sistema, tanto en los Estados Unidos como en otras partes.
Eric Toussaint
(*)
Más
información: CADTM
Traducción: Miguel Angel Djanikian.
Convenio: La Insignia - Rel-UITA
3 de marzo
de 2004
Notas
(*) Eric
Toussaint, historiador y politólogo, presidente del CADTM
(Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo),
miembro del Consejo Internacional del Foro Social Mundial y
del Consejo científico de ATTAC Francia, autor de La bolsa o
la vida. Las finanzas contra los pueblos (2003).
La Rel
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pero no necesariamente comparte todos los puntos de
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