Se ha dado a los trabajadores y trabajadoras todas las razones posibles
para justificar los despidos, pero siempre hay lugar para una más. El
próximo aviso de reducción de puestos de trabajo en su compañía puede
estar envuelto en un mensaje sobre recortes laborales y precio de
acciones de la competencia.
El 23 de febrero, Procter & Gamble, la mayor productora mundial
de bienes de consumo por volumen de ventas, anunció la eliminación de
5.700 empleos, 10 por ciento de su fuerza laboral no industrial. Los
analistas recibieron con beneplácito esta "emocionante noticia" como un
"gran paso adelante".
P&G
adujo que las reducciones, junto con otras medidas aumentaría las
ganancias hasta 9,5 puntos porcentuales. La reducción de la nómina
tornará más “ágil” a la empresa, declaró con entusiasmo el Director
Ejecutivo. "¡Compren!" gritaron los analistas. Dentro de las 24 horas,
las acciones de la compañía habían aumentado 2,3 por ciento.
"P&G creará más flexibilidad lo que podría afectar a sus pares,
como Unilever", dijo un analista al “UK Guardian”, observando que
la drástica reducción de puestos de trabajo "podría perjudicar el
sentimiento de los inversores por Unilever". El "sentimiento" se
confirmó; los inversores, incluso los fondos de pensión de los
empleados, subcotizaron sus acciones. En 24 horas las acciones de
Unilever habían descendido 3 por ciento.
Unilever
brindó excelentes resultados en el año 2011, más que mantener su
posición en mercados desarrollados considerados ‘saturados’ (por
supuesto eso no impidió que atacara a las pensiones e implementara
reducciones laborales programadas con anterioridad). Entre otras
razones, manejó con éxito el alza de costos de los insumos utilizando su
posición en el mercado para aumentar los precios e incrementar los
ingresos, un emprendimiento en el que P&G, que tuvo que revocar
algunos de sus aumentos fuera notablemente menos exitoso.
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En febrero Procter & Gamble anunció la eliminación de
5.700 empleos, 10 por ciento de su fuerza laboral no
industrial |
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Los analistas estaban complacidos con Unilever, hasta que P&G
intensificó la presión competitiva para reducir empleos. Esto se debe a
que las dos compañías compiten no solo, ni principalmente, en mercados
de productos; están compitiendo en los mercados financieros, donde los
analistas utilizan índices simples (o simplistas) para medir el éxito.
Una medida de esta competencia es el índice de empleados y empleadas por
ventas. Las compañías en ramas similares se miden regularmente entre
sí a fin de determinar quien proporciona los márgenes más altos con el
menor número de trabajadores. (A nivel interno, las empresas evalúan
las unidades utilizando esta medida para intensificar la competencia
dentro de su propia fuerza laboral).
Según el popular sitio web Investopedia, "El índice ventas-por-empleado
proporciona una indicación general sobre cuán cara es la administración
de una empresa".
Esto es por supuesto una tontería: el costo de mano de obra es solo uno
y no necesariamente el más importante, de los múltiples factores en la
administración de un negocio. El asunto pasa inadvertido para los
inversores obsesionados con los movimientos trimestrales y, hasta
diarios, en los precios de las acciones. En esta simple medición, no
supone diferencia alguna si las cifras de trabajadores y trabajadoras de
Procter & Gamble o de cualquier otra empresa de fabricación,
incluyen al personal no fabril. Lo que cuenta es el número de empleados
y empleadas.
En un mundo donde los trabajadores son meros “gastos”, las buenas
noticias para los inversores de despidos en P&G significan malas
noticias para los trabajadores y trabajadoras de Unilever,
quienes de inmediato sienten el peligro. Los precios de las acciones
se recuperan y todo se olvida, de todos modos en la próxima convocatoria
de inversores, pero cuando los puestos de trabajo desaparecen, es
definitivo.
La aterrada adaptación al informe trimestral, la empresa siempre la
describe como ‘estratégica’. Nuestra respuesta debe ser ampliar los
preparativos para negociar más allá de las ventas, costos y otras cifras
que tradicionalmente han dado forma a las negociaciones. Los sindicatos
deben sacar a la luz las fuerzas puramente financieras que motivan las
decisiones empresariales y exigir una explicación total sobre el impacto
que tienen los recortes laborales de los competidores en sus propios
lugares de trabajo y sobre los planes a largo plazo de la compañía.
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