La UE precisa de una Constitución
adecuada que le permita cooperar por un
orden mundial más justo. Una Unión que
no se deje avasallar por las
multinacionales, que actúe en el
conflicto de Oriente medio, que
reconozca y coopere con las potencias
emergentes de Asia y Latinoamérica y que
haga justicia con los pueblos de África
La Unión Europea
ya no es una Utopía sino un proyecto
ilusionante que ha recorrido medio siglo
y que precisa de una Constitución
adecuada que afirme las estructuras,
distinga los tres poderes, refuerce su
dimensión social, participe como una de
las mayores potencias económicas del
mundo y no se deje avasallar por los
grandes poderes económicos
transnacionales que ahora se asustan del
gigante que contribuyeron a crear.
Algunos prefieren unas instituciones
débiles, con las mínimas
reglamentaciones bancarias, laborales y
fiscales. Prefieren unos "ejecutivos" a
sus órdenes en lugar de auténticos
hombres y mujeres de Estado. Sólo se
puede “temer al miedo” sin olvidar que
los poderes humillan y explotan al débil
pero se contienen ante el fuerte.
Consolidar la Unión Europea como un
auténtico Estado de Estados, República
federal, Federación, una Europa de los
pueblos que integre y supere la
artificiosa funcional de los Estados y
de las naciones, de las patrias y de las
banderas. Un proyecto de vida común
basado en la Justicia, la Libertad, la
Solidaridad, el respeto al Medio
Ambiente y la afirmación del derecho a
la búsqueda de la felicidad de acuerdo
con nuestra naturaleza, una Europa desde
el Atlántico hasta los Urales... y
hasta, con Rusia integrada, hasta el
Pacífico. ¿Por qué no?
Una Europa que sea coherente con que la
clave de Oriente Medio está en el
conflicto de Israel con los palestinos.
Es preciso acabar con su prepotencia,
irracionalidad y arrogancia, con su
soberbia y su condición de portaviones
de los intereses que gobiernan a las
clases dirigentes de EE.UU, Gran Bretaña
y otras potencias occidentales. ¿Israel
un Estado? Sí, pero al mismo título que
un Estado de Palestina viable, con
espacio suficiente, con medios de vida
autónomos, con las fronteras justas
reconocidas y respetadas, con la
reparación debida a los palestinos
expulsados al exilio por los israelíes
desde hace más de medio siglo. ¿Por qué
Israel recibe desde su forzada creación
más de 4.000 millones de dólares anuales
de EEUU y una cantidad desconocida del
lobby judío mundial mientras que el
pueblo palestino no recibe una ayuda
proporcionada para convertirse en un
Estado libre, soberano e independiente?
Es preciso restaurar el orden en Oriente
Medio mediante la justicia y la equidad,
y no a cañonazos como EEUU, Gran Bretaña
y sus satélites pretenden.
Es preciso ser realistas en la relación
con las grandes potencias emergentes de
China e India, así como reconocer que la
segunda economía del planeta, Japón,
está al borde de un abismo imperialista
en el que se puede precipitar si el
resto de las naciones libres y
democráticas no cooperan para que ese
salto adelante no suceda en el vacío. Y
ahí están Pakistán y todo Sudeste
asiático que ya supone más de dos
quintos de la población mundial a punto
de estallar. Indonesia, con más de un
centenar de lenguas y ninguna común
para todos sus ciudadanos: es uno de los
mayores polvorines formado por 200
millones de seres de distintas etnias y
orígenes sólo amalgamados por los
poderes colonizadores de cada tiempo, y
por un fundamentalismo islámico en
expansión.
Por fin, Europa tiene que mirar,
sostener y hacer justicia con los
pueblos de África, el continente de la
esperanza. Europa tiene que reparar por
lo que arrebató y expolió a los pueblos
de África: restituir y compensar,
organizar un Gran Plan Marshall, depurar
a los dirigentes corruptos y a sus
corruptores occidentales o
transnacionales, respetar sus
tradiciones, sus anhelos, sus proyectos
y voluntades, su historia y sus inmensas
riquezas humana y material. Seguimos
necesitando sus riquezas materiales y
humanas en la Unión Europea: que imperen
la igualdad y la justicia en nuestros
tratos. La proporcionalidad y la
reciprocidad exigidas en derecho. Caiga
quien caiga, como hizo Mandela. Porque
una explosión de los oprimidos y
condenados de la tierra puede
alcanzar proporciones inimaginables ya
que no tienen más que perder y saben que
las antiguas "potencias" somos muy
frágiles y que no precisan armas de
destrucción masiva para desintegrarnos y
volvernos locos. Lo saben. Solo pedimos
justicia, libertad e igualdad para
todos y coherencia con mucho sentido
común. No hace tanto que la esclavitud
se consideraba inevitable; al igual que
la pretendida superioridad de ciertas
razas sobre otras, del derecho de
conquista y de la fuerza, de la
postergación de la mujer y de infamias
como la pena de muerte, las
mutilaciones, la lapidación, la tortura,
los campos de exterminio, la Inquisición
y las supuestas guerras santas o
cruzadas. No. El mundo se ha hecho
abarcable y hoy todos podemos ser
testigos responsables y solidarios, o
ciegos suicidas y miserables. Hoy
podemos escoger. Mañana ya será
demasiado tarde.
José Carlos García
Fajardo
Director del CCS
8 de enero de 2007
Ilustración: Rel-UITA