Flexibilización y neoconservadurismo

Los neoconservadores –mal llamados neoliberales– manifiestan estar preocupados por el acelerado aumento de la desocupación en el mundo, pero lejos de ensayar una autocrítica al modelo excluyente por ellos creado se empeñan en justificar lo injustificable.

 

No importa qué tan disparatadas resulten sus formulaciones: como sus voceros son personajes graduados en universidades estadounidenses que dictan conferencias con engolada voz, la platea, que pagó el ingreso en dólares, aplaude. El leitmotiv de su argumentación se centra en que la rigidez de las leyes laborales es responsable del desempleo. Nada nuevo. Puesto que su proyecto, como veremos más adelante, está concebido para beneficiar a una determinada clase social, es lógico que otras partes de la sociedad paguen los costos.

 

Como el paradigma que los neoconservadores pretenden imponer en los países de Cono Sur de América es el modelo chileno1 veamos cómo andan las cosas en esas tierras. Eduardo Engel, economista de la Universidad de Yale, acaba de dictar una clase magistral en la Universidad de Chile, en la que entre otras cosas aseguró que "primero urge flexibilizar el mercado laboral para hacer más dinámica la creación de empleo que se mantiene débil desde 1998". En su opinión, "los costos de los despidos son demasiado altos, lo que a su vez se traduce en que los salarios sean más bajos". Razonamiento difícil de aceptar: ¿cómo es eso de qué despidiendo trabajadores se logrará aumentar el empleo? Discúlpeme profesor, pero no me lo creo.

 

En cuanto a que "el alto costo del despido redunda en salarios más bajos", es una afirmación que sólo puede provenir de un ser alucinado, incapaz de percibir la realidad. La economía chilena ha venido creciendo a un ritmo sostenido durante años: para 2004 se estima que rondará el cinco por ciento. Simultáneamente el desempleo, si bien muestra una ligera tendencia a disminuir2, va acompañado con un incremento en los índices de pobreza3. ¿Cómo es posible? Ese fenómeno se explica por el hecho de que la mayoría de los nuevos empleos son mal retribuidos y generalmente se ubican en el sector informal (subcontratistas, prestadoras de servicios, etcétera). Dicho de otra forma: los nuevos empleados siguen sumidos en la pobreza.

 

Esta situación de precariedad e indefensión de los asalariados provoca, entre otras cosas, una lógica reducción del nivel de sindicalización, actualmente estimado en 10 por ciento. El gobierno, a quien los neoconservadores le susurran propuestas al oído, adopta enmiendas que resultan peores que el soneto. Por ejemplo, la reciente Reforma Laboral permite constituir un sindicato con solamente ocho trabajadores y un año de plazo para llegar al mínimo de 25. Esto ya permitió que algunos empleadores crearan sindicatos fantasmas manejados a su antojo. Para completar la trampa, ahora proponen que la jornada de trabajo y otros temas claves se normen a través de la negociación colectiva, la cual, con sindicatos de ocho afiliados y dominados por el empleador, se transformará en una farsa. Mientras, los sindicatos auténticos sufren toda clase de amenazas y hostigamientos y las patronales se niegan a recibir a sus dirigentes (como recientemente ocurrió en una subsidiaria de Dole) y mucho más a negociar con ellos.

 

Es dentro de esta realidad que los neoconservadores reclaman más flexibilidad laboral, cuando la misma hace años que está instalada en Chile. Hasta 1973 existía una ley proteccionista que impedía los despidos injustificados. Con el llamado Plan Laboral de 1979 el régimen de Pinochet desreguló brutalmente el mercado laboral. La dictadura cayó, pero la flexibilización laboral continuó –y continúa– profundizándose. El Código del Trabajo, aprobado hace un año, en su artículo 161 establece la flexibilidad del despido según "las necesidades de la empresa". La nueva Reforma Laboral consagró a su vez la polifuncionalidad, la subcontratación, la flexibilidad de la jornada de trabajo y la posibilidad de que el empleador descuente hasta dos meses del despido de un trabajador joven –entre 18 a 24 años– si justifica que éste recibió alguna capacitación.

 

¿Por qué los neoconservadores insisten en lo mismo? ¿Por ignorancia, por ser contrarios al bienestar de la gente? No, han escogido una opción política que determina a quién beneficiar. Sin embargo Engel, en su citada conferencia, se alarmó porque el tema de la flexibilización se ha "politizado demasiado". El profesor pretende convencernos de que el modelo neoconservador, por "científico", es indiscutible y en consecuencia nada tiene que ver con la política, como si su proyecto no tuviera una manifiesta orientación política. Veamos:

 

-    El superávit comercial de Chile, al cierre de julio pasado, superó los 5.500 millones de dólares, lo cual significa un incremento del 184 por ciento respecto al mismo período de 2003. Por su parte, la producción industrial creció 5,8 por ciento en el primer trimestre del año respecto al mismo período de 2003. Sin embargo, los neoconservadores siguen afirmando que sin crecimiento no habrá desarrollo.

 

-    Entre las empresas más destacadas durante el primer semestre aparece Embotelladora Andina (Coca-Cola) con ganancias que superan en más del doble a las obtenidas el año anterior, mientras los costos de explotación cayeron 5 por ciento. En las exportaciones de frutas, que entre setiembre 2003 y julio de 2004 representaron casi 2.000 millones de dólares, en primer lugar figura la transnacional Dole, seguida por las también transnacionales Del Monte, Unifrutti y Chiquita.

 

-    A todo esto, el 7 por ciento de la población chilena detenta el 30 por ciento del ingreso nacional, mientras al 55 por ciento más pobre le corresponde el 22 por ciento. Por otra parte, entre setiembre de 1997 y agosto de 2004, el aumento del costo de la canasta familiar fue del 77 por ciento, mientras en el mismo período los salarios crecieron sólo en 39,5. Quiere decir que hoy los chilenos son 38 por ciento más pobres que hace siete años. ¿Son necesarios más argumentos para poner al desnudo a quién beneficia la política neoconservadora?

 

En los inicios del siglo XX la legislación laboral, reconociendo la debilidad de una de las partes en las relaciones del trabajo, estableció una serie de garantías que tenían al Estado como árbitro para establecer un mínimo aceptable. Hoy los neoliberales pretenden –y lo están consiguiendo– privatizar las relaciones laborales, retrotrayéndolas a las existentes en el siglo XIX. A eso le llaman modernidad, pretendiendo convencernos con la monserga de que "el mercado os hará libres".

 

 

Enildo Iglesias

14 de diciembre de 2004

 

 

 

NOTAS


1 Recordemos que el candidato a la presidencia de Uruguay del oficialista Partido Colorado en las elecciones de octubre pasado, Guillermo Stirling, le recomendó al candidato de la izquierda, Tabaré Vázquez, que durante su visita a Chile aprendiera del modelo económico de ese país.

 

2 Según cifras oficiales: 9 por ciento en 1999; 10,1 por ciento en 2001; 9,2 por ciento en 2002; 8,5 por ciento en 2003 y en el trimestre mayo-julio 2004, 9,7 por ciento.

 

3 Si bien para las estadísticas oficiales la pobreza disminuyó de un 20,6 por ciento en 2000 al actual 18,8, establecer la "línea de pobreza" en un ingreso mensual equivalente a 70 dólares es enmascarar la realidad. Si la "línea de pobreza" se fijara a partir de un ingreso de 160 dólares mensuales, los pobres llegarían al 60 por ciento de la población.

 

* Foto: Gentileza de Diario La República

 

   UITA - Secretaría Regional Latinoamericana - Montevideo - Uruguay

Wilson Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 -  902 1048 -  Fax 903 0905