Quien tuvo el privilegio de
acompañar la cumbre de los pueblos
(192) en la ONU en los días 24-26 de
junio para encontrar salidas
incluyentes para la crisis
económico-financiera, vivenció un
doble perplejidad.
La primera, el hecho de haberse
llegado a un sorprendente consenso
acerca de medidas económicas y
financieras a ser implementadas a
corto y a mediano plazo, en función
del desarrollo/crecimiento. La
segunda, verificar que todo se
concentró apenas en el aspecto
económico-financiero sin ninguna
referencia a los límites de la
biosfera y la devastación de la
naturaleza que el tipo de desarrollo
vigente implica. Quiere decir, la
economía vista como un conjunto de
teorías y fórmulas que los expertos
dominan y aplican en los países,
olvidándose de que es parte de la
sociedad y de la política, algo, por
tanto, ligado a la vida de las
personas. Era como si los políticos
y expertos, no respirasen, no
comiesen, no se vistiesen y
anduviesen en las nubes y no bajo el
sol. Peor aún, si como para ellos,
tales cosas importantes fuesen meras
externalidades que no cuentan.
Al oírlos, pensaba yo para mis adentros: cuán inconcientes e
irresponsables son estos políticos,
representantes de sus pueblos, que
no se dan cuenta de que la verdadera
crisis no es ésta de que discuten,
sino la de insustentabilidad de la
biosfera y la incapacidad de la
Madre Tierra de reponer los recursos
y servicios necesarios para la
humanidad y para la comunidad. Bien
advirtió el ex-secretario general de
la ONU Kofi Annan: esta
insustentabilidad no solo impide la
producción y la reproducción sino
que pone en riesgo la sobrevivencia
de la especie humana.
Todas son referencias a la economía-zombi del desarrollo,
entendida como puro crecimiento
económico (PIB). Ahora, exactamente
este paradigma del desarrollo
mentirosamente sustentable del
actual modo de acumulación mundial
está llevando a la humanidad y a la
Tierra a la ruina. Las personas son
lo último que cuenta. Primero ven
siempre los mercados, los bancos, el
sistema financiero. Con apenas 1 por
ciento de lo que se aplicó para
salvar a los bancos de la quiebra
(algunos billones de dólares) se
podría resolver todo el hambre del
planeta testimonia la FAO. Y
actualmente, la misma FAO advirtió,
existen 40 países con reservas
alimentarias de apenas tres meses.
Sin una articulada cooperación
mundial crecerá el hambre y la
muerte de millones de personas.
Discutir la crisis económica-financiera sin incluir las demás
crisis: el calentamiento global, la
crisis alimentaria, la energética y
la humanitaria es mentir a los
pueblos sobre la real situación de
la humanidad.
Temo que nuestros hijos y nietos, de
aquí a algunos años, mirando para
nuestro tiempo, tengan motivos de
maldecirnos y de sentir por
nosotros un soberano desprecio,
porque no hicimos lo que debíamos
hacer. Sabíamos de los riesgos y
preferimos salvar las monedas y
garantizar los bonos cuando
podríamos salvar el Titanic que
estaba hundiéndose.
Brasil
en este sentido es una lástima. Si
hay un país en el mundo que goza de
las mejores oportunidades ecológicas
y geopolíticas para ayudar a
formular un otro mundo necesario
para toda la humanidad, éste sería
el Brasil.
Es la potencia de las aguas, posee
la mayor biodiversidad del planeta,
las mayores florestas tropicales, la
posibilidad de una matriz energética
limpia a base del agua, del viento,
del sol, de las mareas y de la
biomasa, pero no despertó aún. En
los foros mundiales vive en
permanente siesta política,
inconsciente, "deleitado eternamente
en hamaca espléndida". No despertó
para sus posibilidades y para la
responsabilidad frente a la
preservación de la Tierra y de la
vida.
Al contrario, a contramano de la
historia, estamos construyendo
fábricas a base de carbón.
Desmatamos la Amazonía en 1.084
kilómetros cuadrados entre agosto de
2008 a mayo de 2009. Y somos el
quinto mayor generador de polución
del mundo. El factor ecológico no es
estratégico en el actual gobierno.
Somos ignorantes, atrasados, faltos
de sentido de responsabilidad de
cara a nuestro futuro común.