Estimados amigos y amigas:
Queremos con esta carta responder y agradecer a todas
aquellas personas y organizaciones que durante estos días
nos han enviado mensajes de solidaridad después del terrible
atentado del pasado jueves 11 de marzo. A toda la gente que
se ha interesado por nuestra salud y la de nuestras personas
cercanas. Nos reconfortan todos sus mensajes porque
confirman aquello que siempre hemos defendido ante otras
concepciones de la cooperación: la solidaridad es un
compromiso recíproco, nacido de la conciencia crítica.
En primer lugar decirles que todos nuestros compañeros y
compañeras de Entrepueblos Madrid están bien, aunque alguno
se salvó por esas coincidencias del destino que hacen que un
día no tomes el tren que acostumbras a tomar, que no
llegaste a la hora, etc…
No pueden decir lo mismo esas más de 200 personas que
murieron, ni el millar y medio de heridos. La gran mayoría
de ellos eran trabajadores (muchos de ellos inmigrantes) y
estudiantes que se desplazan cada día desde las zonas
periféricas de Madrid al centro de la capital. Gente que
cada día toma el tren o el autobús a buena hora de la mañana
para ir a su centro de trabajo o estudio. Gente como
nosotros…
Se hace bastante difícil describir en pocas líneas la
sucesión rápida de intensas y variadas emociones que
sufrimos a partir de ese momento y hasta el domingo por la
noche.
Primero fue el horror y la estupefacción ante un atentado
tan cruel. Ninguna causa justifica este asesinato en masa y
ese horror causado a tantas familias. Como tampoco tienen
ninguna justificación las muertes y mutilaciones de miles y
miles de personas humildes e inocentes en todo Irak cuando
la invasión ahora hace justamente un año, víctimas de los
bombardeos en sus hogares y calles, de las granadas de
racimo, etc. Esa invasión que llevaron a cabo sin ninguna
compasión los ejércitos de Estados Unidos y Gran Bretaña con
el apoyo del gobierno español. El mismo horror nos causa uno
y otro crimen.
Pasadas las primeras horas una creciente sospecha nos hizo
despertar de ese horror. Y con la sospecha creció la
indignación de cada vez más gente. Algo no encajaba en la
versión que el gobierno estaba dando de los hechos y, sobre
todo, de su autoría. El Gobierno del Partido Popular
necesitaba que el atentado fuera obra de ETA. A dos días de
las elecciones eso era vital para ellos políticamente. La
posible autoría de Al Qaeda podía cuestionar la política
exterior que siguieron en los dos últimos años.
ETA tiene una historia muy larga y dolorosa de crímenes sin
sentido, de desprecio a la vida de la gente, que ya es hora
que termine. Pero, por diferentes motivos, cada vez se veía
más claro que esta vez no habían sido ellos.
El viernes por la tarde salieron más de 11 millones de
personas a las calles de todas las ciudades para expresar su
duelo y condenar el atentado, pero también para exigir
aclaraciones al Gobierno.
A esas horas el ministerio del Interior ya había hecho
público algún dato que podía hacer pensar en un grupo
vinculado a Al Qaeda y ETA ya había desmentido de forma
fehaciente su implicación. Pero, contra toda lógica, seguían
señalando a ETA, presionando a todos los medios de
comunicación nacionales y extranjeros, así como a todos los
diplomáticos y embajadores para que no se publicara otra
versión que la suya. Incluso llegaron a hacer mentir a las
NN.UU., que sacaron por primera vez un comunicado de condena
a ETA, porque no se imaginaron que el Gobierno español les
podía mentir en un asunto tan grave.
Ese mismo viernes por la noche se dieron las primeras
manifestaciones ante sedes del PP.
El sábado era día de reflexión, es decir, el día anterior a
las elecciones donde no está permitida ninguna clase de
propaganda ni acto político. Pero en la calle fue el día de
la indignación y la rebelión.
Todo el mundo sabía que el Gobierno del PP nos había mentido
cuando el petrolero Prestyge se hundió frente a las costas
de Galicia y causó, por incompetencia de las autoridades,
uno de los mayores desastres ecológicos. También había
mentido a través de la televisión pública al dar las cifras
de la huelga general que hubo del 2002 (hasta el punto que
los tribunales les obligaron a rectificar las noticias).
Todavía han quedado más claras las mentiras sobre las armas
de destrucción masiva en Irak, que sirvieron para justificar
la invasión y para el envío de tropas españolas (apoyadas
por las labores “humanitarias” de algunas ONGs amigas del
Gobierno). Pero una mentira tan descarada con algo sucedido
ante nuestros ojos y con 200 muertos aún sin enterrar
superaba todo lo visto. Todos los gobiernos europeos habían
empezado a tomar medidas preventivas ante posibles ataques
similares de Al Qaeda y el Gobierno español insistía
tozudamente en dilatar la información tal vez hasta después
de las elecciones. Además esa tozudez era muy torpe porque,
si alguna ventaja tiene esta globalización que sufrimos es
que la información circula sin fronteras y con una rapidez
sin precedentes.
Así es que esa misma tarde del sábado desde personas
vinculadas a los movimientos alternativos y contra la guerra
empezaron a enviarse mensajes a través de móviles y de
internet informando de lo que estaba sucediendo y convocando
manifestaciones, las más importantes ante las sedes del PP.
Esas movilizaciones fueron creciendo desde algunas decenas
de personas hasta decenas de miles. Algunas duraron hasta
las tres de la madrugada.
La cosa fue tan importante que ni la televisión pública del
gobierno pudo silenciarla. El propio ministro del Interior
se vio obligado por fin a informar de que ya hacía horas que
habían detenido a 5 personas sospechosas del atentado y que
esas detenciones abonaban la tesis de la autoría de Al Qaeda
(o algún grupo afín, como el que unos meses antes ya había
atentado contra la embajada española en Casablanca,
Marruecos). ¡¡Aunque seguía manteniendo que para ellos la
principal sospechosa seguía siendo ETA!!
Lo que sucedió el domingo suponemos que ya lo saben. En la
mañana no había ningún experto que se atreviera a predecir
cómo iba a responder el electorado en las votaciones después
de unos días tan agitados. Podía reaccionar con temor
apostando por el “orden” y la continuidad, o podía rebelarse
ante ese desprecio del Gobierno a la ciudadanía. Pronto se
vio que no vencía el temor porque todas las cifras de
participación daban entre 8% y 12% de aumento con respecto a
las anteriores elecciones.
El resultado fue que, a pesar de todo, el PP mantuvo algo
más del 90% de su electorado de las anteriores elecciones
(dato desalentador, pero que tenemos que tener en cuenta).
Pero el PSOE, además de la gente que les votó el 2000,
recibió los votos de la inmensa mayoría de los jóvenes que
votaban por primera vez y otro montón de votos adicionales
de mucha gente que no acostumbra a votar casi nunca y que
esta vez les votó para botar al PP. Contra todos los
pronósticos anteriores, el PSOE ha ganado las elecciones y,
lo que es más importante, el PP las ha perdido.
Quienes van a gobernar a partir de ahora saben muy bien que
ganaron con muchos votos de prestado, así es que veremos
ahora cómo van a administrar su triunfo. Para empezar, el
sábado 20 ya está programada una manifestación contra la
guerra de Irak, en la que se dejará oir muy fuerte la
exigencia de que las tropas españolas vuelvan a casa… Pero
este será ya otro capítulo...
Ya ven, pues, que el domingo acabamos viviendo una gran
alegría por habernos sacado ese gobierno de encima. Un nuevo
triunfo de la mentira podría haber sido ser fatal para la
salud democrática de nuestra sociedad y, sinceramente,
también para nuestra sensibilidad y nuestra fe en la
humanidad. Pero esa alegría sigue estando matizada por el
recuerdo de lo que ocurrió el jueves, por la solidaridad con
la gente que sufrió una violencia inhumana y por la gente
que la sigue sufriendo en otros lugares, porque eso puede
pasar mañana en cualquier otro sitio.
También se cierne otra sombra sobre esta alegría: el peligro
de que crezca en nuestra sociedad el racismo contra las
personas procedentes de países de religión musulmana que
trabajan y viven a nuestro lado, que forman parte de
nosotros y nosotras. De que se difundan los peores
prejuicios, que muchas veces se lanzan desde los medios de
comunicación e incluso desde los gobiernos, sobre el “la
amenaza islámica” o el “terrorismo islámico”, como si
alguien también pudiera definir a ETA o al IRA como
“terrorismo católico” y ello convirtiera en sospechosos de
terrorismo a todos los católicos.
Entrepueblos estará hoy más que nunca al lado de esos
hermanos y hermanas que vienen desde la orilla sur del
Mediterráneo a ganarse el sustento con su trabajo, que
enriquecen nuestro país y que son tan ciudadanos como
nosotros.
Hay muchísimas cosas y detalles que no están en esta carta,
muchas vivencias, temores y esperanzas que han aflorado
desordenadamente en nuestras mentes y en nuestros corazones
en muy pocas horas. Hemos querido compartir un poco con
ustedes y decirles que seguimos ahí a su lado, dispuestos a
seguir esa lucha nuestra que es la de ustedes. Sólo terminar
recordando una frase que una adolescente de Madrid traía
escrita en un cartel el viernes en la noche:
“NO HAY CAMINO PARA LA PAZ. LA PAZ ES EL CAMINO”
Saludos de Entrepueblos.
Alex Guillamon
Asociación Entrepueblos
epueblos@arrakis.es
17 de marzo de 2004