Las vinculaciones entre asesinos y
torturadores latinoamericanos con
los gobiernos de Estados Unidos se
comprueban cada vez más. Un
brigadier retirado del Ejército
chileno, Jaime García Covarrubias,
que fue jefe de Contrainteligencia
de la DINA, la policía secreta de la
dictadura de Pinochet, trabaja desde
2001 en Washington como profesor en
Asuntos de Seguridad Nacional en el
Centro de Estudios Hemisféricos para
la Defensa de Estados Unidos,
adscrito al Pentágono.
Además, se acaba de revelar en
Chile que este personaje de la
dictadura de Pinochet está
ahora acusado de ser un torturador
que obligaba a las víctimas a
cometer aberraciones sexuales.
García Covarrubias tuvo que viajar a Chile por orden de un tribunal que investigó
casos relacionados con los horrores
del régimen pinochetista y ex
prisioneros y ex militares que
fueron subalternos suyos lo acusaron
formalmente de haber actuado “con
crueldad y tratos inhumanos”, no
sólo contra los detenidos sino hacia
los propios soldados del regimiento
“Tucapel”, en la sureña ciudad de
Temuco.
Según el sitio web chileno “memoriaviva.com”,
Jaime García Covarrubias fue
miembro del Estado Mayor de la
DINA como jefe de
Contrainteligencia. También dirigió
la sociedad Pedro Diet Lobos,
“pantalla comercial de la DINA
para encubrir actividades tanto en
Chile como en el exterior del
país”.
En noviembre de 1988 asumió la
Secretaría General del gobierno. Fue
durante tres años asesor de la
Secretaría General de la
Presidencia. Según algunas versiones
fue una de las personas que le
escribía o asesoraba a Pinochet
en sus discursos.
Durante los procedimientos
judiciales una de las víctimas de
ese “profesor” reclutado por el
Pentágono lo acuso de haberla
torturado junto a otros prisioneros.
Declaró: “El oficial Jaime García
Covarrubias comenzó a golpearnos
y, desnudos, nos intento obligar,
sin éxito, a cometer actos
sodomíticos”, según declaro el ex
detenido Hernán Carrasco Carrasco.
Otro detenido, Víctor Maturana,
afirmó: “De mis torturadores pude
identificar al capitán Nelson
Ubillas y a los tenientes
Manuel Vásquez y Jaime García
Covarrubias.
Otro soldado, Héctor Barra Reyes,
declaró judicialmente: “Me consta
que el capitán Nelson Ubillas
y los hermanos Jaime y
Raimundo García
Covarrubias torturaban a los
detenidos en el lugar que los
interrogaban”. Afirmó, además, que
los abusos eran cometidos
“principalmente por el de nombre
Jaime”.
Según el exmilitar Jorge
Inostroza, “El teniente Jaime
García Covarrubias se destacaba
por su crueldad y trato inhumano
hacia los detenidos y los propios
conscriptos”.
El soldado Enrique Moreno
afirmó: “Del teniente Jaime
García recuerdo su crueldad con
los prisioneros”.
Este personaje es acusado, además,
del asesinato de seis militantes
comunistas ejecutados por él y otros
oficiales.
En sus declaraciones en un Juzgado,
el actual profesor del Centro de
Estudios del Pentágono, reconoció
que perteneció a la DINA -la
Gestapo de Pinochet- como
instructor de agentes en técnicas de
interrogatorio y contrainteligencia,
tarea por la cual recibió
felicitaciones.
Hugo Gutiérrez,
presidente de la Cámara de Diputados
de Chile, advirtió sobre la
extrema gravedad que representa que
un encargado de la policía secreta
de la dictadura, acusado de torturar
prisioneros y de ser instructor en
técnicas para la represión
permanezca en una institución
dependiente del Pentágono de
Estados Unidos.
“Este señor no puede seguir
desempeñándose en Estados Unidos
en un centro de estudios del
Pentágono; las acusaciones en su
contra son muchas y muy graves”,
señaló el parlamentario Gutiérrez,
abogado especialista en Derechos
Humanos.
Las relaciones entre la inteligencia
estadounidense y la policía secreta
de Pinochet fueron
abundantes. Entre otros testimonios,
el ex jefe de la DINA,
general en retiro Manuel
Contreras, contó, en un informe
redactado en la cárcel, cómo viajó a
Estados Unidos en agosto de
1975 y sostuvo entonces varias
entrevistas de trabajo con el
general Vernon Walters,
subdirector de la CIA y brazo
derecho de George Bush.
En el curso de estas consultas,
Walters se manifestó “muy
interesado” en que Contreras
visitara la Dirección de Seguridad e
Inteligencia Pública en Caracas,
Venezuela, donde los siete
comisarios de más alto rango eran
cubanos y pertenecían a la CIA.
Uno de ellos era Luis Posada
Carriles, entonces Jefe de la
División General de Seguridad. Unos
meses más tarde se creaba en Borau,
República Dominicana, la
Coordinación de Organizaciones
Revolucionarias Unidas (CORU),
bajo orientación de la CIA.
Esta reagrupación, de organizaciones
terroristas cubano-americanas fue
celebrada con fervor por la Policía
pinochetista.
Actualmente, Bush y Posada
viven en Miami, Florida, donde
celebran abiertamente su gestión
terrorista.