Chile

           

 

Héroes y traidores

 

 

 

 

 

Para Pinochet, el fin justificaba los medios. Hay múltiples testimonios al respecto. En “Chile, la memoria prohibida” publicación de la Vicaría de la Solidaridad, hay documentación irrefutable sobre el asunto.

 

El pastor Helmut Frenz señala allí que “quienes simpatizaban con el golpe de Estado en Chile no estaban dispuestos a comprender el infinito sufrimiento que había caído sobre el pueblo chileno”.

 

Las noticias de prensa eran sometidas a una severa censura, de tal manera que no era posible conocer nada de los horrores y la brutalidad reinantes. Y agrega: “Cuando yo hablaba en el recinto de mi iglesia y relataba lo que había oído y observado, era mirado con incredulidad por la mayoría de los presentes; y sin embargo ésa era la verdad.

 

(…) Aunque mucha gente no quería creer las horribles matanzas cometidas con la población civil, no era posible ignorar los numerosos cadáveres arrastrados por las aguas del río Mapocho. En la desembocadura, en Santiago, pusimos un grupo de salvamento con la misión de identificar a los muertos y enterrarlos. Dos personas vivas fueron salvadas; ellas son testimonio de la brutalidad de los perseguidores”.

 

Pocas semanas después de esos sucesos se organizó el trabajo solidario de diferentes iglesias. Se constituyó el Comité Ecuménico para la Defensa de los Derechos Humanos, denominación que la dictadura exigió que se cambiara de nombre. Finalmente aceptó que se lo denominara Comité de Cooperación para la Paz en Chile.

 

Cuando el Comité contó con evidencias de que la tortura formaba parte del sistema de gobierno y que la DINA -el servicio de inteligencia de la dictadura- poseía centros de tortura en los que incluso adiestraba a los verdugos, sus integrantes decidieron visitar a Pinochet y, con todas las precauciones posibles, acordaron no emplear la palabra torturas sustituyéndola por “apremios físicos”.

 

Pinochet los recibió y examinó la documentación que le presentaron. Cuando los visitantes le hablaron de ‘apremios físicos’ los interrumpió diciendo: “Quieren ustedes decir tortura”.

 

Después se siguió hablando sin ambages. Y Pinochet comentó: “Miren, ustedes son sacerdotes y trabajan en la Iglesia. Pueden darse el lujo de ser misericordiosos y benevolentes. Yo soy soldado, y como jefe de Estado tengo la responsabilidad de todo el pueblo chileno. El bacilo del comunismo ha invadido al pueblo y yo tengo que exterminar al comunismo. Los comunistas más peligrosos son los miristas (ndr: integrantes del MIR). Hay que torturarlos, porque si no, no cantan. La tortura es necesaria para exterminar al comunismo’. Y con esas palabras dio por terminada la audiencia”.

 

La expresión violación de los derechos humanos es una fórmula eufemística y apaciguadora, sostiene el pastor Helmut Frenz. En realidad -agrega- se trata de crímenes gravísimos cometidos en nombre del Estado y con su autorización. Quien los conoce y calla se hace cómplice.

 

A fines de 1975 el “Comité para la Paz en Chile (COPACHI) fue disuelto por orden de Pinochet. Poco después se creó, para los mismos fines, la “Vicaría de la Solidaridad”. Desde esa institución se informó al mundo lo que ocurría en Chile y se difundió la palabra de Salvador  Allende, que en todo momento mantuvo su fe en Chile y en su destino democrático.

 

En su último discurso Allende dijo: “Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pasará el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Estas son mis últimas palabras. Y tengan la seguridad de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”.

 

Cada paso de los sitiadores de la sede del gobierno, “La Moneda”, demostró su deshonor. En determinado momento, Carvajal informa que se está ofreciendo parlamentar. Pero Pinochet corrige: “Nada de parlamentar; rendición incondicional”, y se mantiene el ofrecimiento de sacarlo del país. Y el avión se cae, viejo… cuando vaya volando… (risas)”.

 

Carvajal: “Conforme, conforme. Vamos a proponer que prospere el parlamento ese”.

 

Faltaban 20 minutos para el inicio del bombardeo aéreo a La Moneda cuando Allende se reunió con sus colaboradores y les dijo: “Voy a defender con mi vida la autoridad presidencial. Les agradezco la colaboración que en todos estos años me han prestado, pero es inútil que nos quedemos aquí todos. Quiero que los hombres que están armados retomen un puesto de combate y que los que no tienen armas ayuden a convencer a las compañeras de que abandonen el edificio. No debe haber sacrificios inútiles. Lo importante será la reorganización de los trabajadores”.

 

En todo momento Allende mantuvo su fe en la clase obrera y en el futuro. Sin embargo, todavía hoy, más de 30 años después del golpe, hay traidores a Chile, como Sebastián Piñera, que intentan mantenerse en el poder.

   

 

 

En Montevideo, Guillermo Chifflet

Rel-UITA

18 de diciembre de 2009

 

 

 

 

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