Después
del desalojo violento de los
manifestantes el día de ayer, 22 de
septiembre, el ejército y la policía
hondureña continuaron con la represión
en los barrios y aldeas de la capital y
en todo el país. Miles de personas que
continuaron manifestándose
espontáneamente contra el golpe de
Estado, fueron reprimidas y los
hospitales se llenaron de heridos, de
los cuales muchos tenían señales de
tortura. Centenares de detenidos en todo
el país, mientras en Tegucigalpa eran
conducidos y amontonados en el estadio
de béisbol “Chochi Sosa”, al mejor
estilo de la noche oscura chilena.
Las organizaciones de derechos humanos
siguen incesantemente su trabajo para la
liberación de los detenidos, la
asistencia a los heridos y la búsqueda
de confirmación sobre los rumores de
varios fallecidos.
El presidente Manuel Zelaya,
encerrado en la embajada de Brasil
en Tegucigalpa, denunció ante la
comunidad internacional la brutalidad
del régimen golpista y advirtió de un
plan para “suicidarlo”. Los edificios
cercanos a la embajada fueron
desalojados y tomados por las fuerzas
especiales de la Policía y el Ejército,
mientras sigue la represalia contra las
decenas de personas que permanecen al
lado del presidente hondureño, con corte
de agua potable, energía eléctrica y
severas limitaciones al acceso de
personas para la entrega de comida para
los refugiados.
"Estamos siendo amenazados con que se
van a tomar la mbajada de Brasil. Tengo
informaciones de que existe un plan para
asesinarme y ya tienen listo un médico
forense para que declare que mi muerte
fue un suicidio –dijo Zelaya
durante una entrevista con Radio Globo–.
Si eso ocurriera tengan la plena
seguridad de que no se trató de un
suicidio, sino de una magnicidio, porque
mi vocación es de resistir y luchar
hasta el fin”.
El presidente Manuel Zelaya Rosales
rechazó también la propuesta de
diálogo presentada unos minutos antes
por el gobierno de facto, en la que se
acepta abrir una mesa de negociaciones,
pero con las condiciones de que
Zelaya renuncie a su pretensión de
ser restituido en el cargo de
presidente, reconozca de inmediato la
validez del proceso electoral y acepte
enfrentarse a las demandas judiciales
formuladas en su contra por la Fiscalía.
En estas últimas horas la tensión en
Honduras ha alcanzado un nivel nunca
antes visto, y para tratar de analizar
lo que está ocurriendo, Sirel
conversó con Bertha Cáceres,
directiva del
Consejo Cívico de Organizaciones
Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) y miembro de la conducción colegiada del
Frente Nacional Contra el Golpe de
Estado.
-En menos de 24 horas se pasó de la
euforia por el regreso del presidente
Zelaya a la dura represión del Ejército
y la Policía. ¿Cuál es tu opinión sobre
lo que ocurrió ayer, 22 de septiembre?
-Condenamos esta nueva violación de los
derechos humanos del pueblo hondureño.
Muchos compañeros y compañeras fueron
detenidos ilegalmente, acusados de
sedición y llevado a centro ilegales de
detención. Es una muestra más de lo que
son capaces estos fascistas y su
estructura económico-militar, y están
demostrando su firme intención de
mantenerse en el poder a través de una
verdadera dictadura.
En los barrios y comunidades marginales
de Tegucigalpa la gente ha resistido de
manera enérgica a la represión y al
proyecto de muerte del gobierno de
facto, y esta resistencia se va
profundizando cada día más.
-El presidente Zelaya por fin está en el
país como pedía la gente y el mismo
Frente Nacional Contra el Golpe de
Estado, sin embargo el gobierno de facto
ha demostrado de no querer ceder
siquiera un sólo centímetro de su poder,
y hasta se burla de la comunidad
internacional. ¿Qué es lo que va a hacer
ahora la Resistencia?
-Debemos estar concientes que no podemos
subestimar a este enemigo del pueblo
hondureño, porque en cualquier momento
es capaz de clavar sus garras sin
importarle las condenas a nivel nacional
e internacional. Debemos generar nuevas
estrategias sin perder esta fuerza
movilizadora de masa que nos ha
caracterizado en estos 87 días de lucha.
La resistencia ha demandado la
restitución del presidente en su cargo y
no sólo su regreso, así que falta mucho
por hacer. Pedimos también respuestas
mucho más contundentes a la comunidad
internacional, porque hasta el momento
su acción ha sido muy lenta, lo cual les
ha permitido a los golpistas y a la
dictadura reacomodarse en el poder y
dilatar la solución de esta situación.
-Se habla de la posibilidad de una
detención del presidente Zelaya a través
de una acción violenta en la embajada de
Brasil. ¿Sería un error para el gobierno
de facto o le ayudaría a consolidarse en
el poder?
-Sería un gran error porque generaría
más convulsión, profundizaría la crisis
y desataría una gran reacción en el
pueblo. Además, sabemos que esta gente
es capaz de estar planeando un
magnicidio y por eso hemos dicho que la
vida del presidente Zelaya y de
sus acompañantes corre peligro. Ésto
elevaría más la insurrección popular.
-La resistencia ha clasificado este
régimen de dictatorial, aunque el
gobierno de facto trata constantemente
de presentarse como legítimo y
democrático. ¿A qué sujeto se está
enfrentando de verdad la población en
resistencia?
-Es una dictadura estilo siglo XXI, que
mantiene algunas características de las
dictaduras de los años 70 y 80, y
presenta nuevas estrategias para
aparentar ser democrática. Sin embargo,
nadie puede dudar de que se trate de una
dictadura que presenta una estructura
económica, política y militar que
controla todos los poderes del Estado, y
que tiene el objetivo de golpear los
procesos emancipadores de nuestro
continente.
Lo que nos debe preocupar es que se
trata de una nueva tendencia que se
puede repetir en cualquier momento, en
cualquier país del continente, y es por
eso que se vuelve fundamental acabar con
ella.
-Estamos en un momento muy complicado y
convulsionado. ¿Cuáles son los elementos
necesarios para lograr restaurar la
democracia y volver a emprender el
camino hacia la emancipación del pueblo
hondureño?
-Tenemos que profundizar la insurrección
popular y la organización del pueblo sin
subestimar a nuestro enemigo, presionar
para que la comunidad internacional sea
más contundente y cortar las fuentes de
financiamiento que siguen abasteciendo a
los golpistas.
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