El
pasado 29 de diciembre, César Silva,
comunicador social comprometido con la
lucha del pueblo hondureño contra el
golpe de Estado, fue secuestrado y
salvajemente golpeado y torturado por
desconocidos que él asegura eran
militares o policías, aunque vestidos de
civil. Según las diferentes
organizaciones de derechos humanos de
Honduras, este hecho es parte de una
estrategia represiva impulsada por el
gobierno de facto en contubernio con las
fuerzas represivas del país, para
sembrar el terror entre la población y
los medios de comunicación que no se han
plegado a las fuerzas golpistas.
César
Silva, junto con Edwin Renán
Fajardo, el joven de 22 años
asesinado el pasado 22 de diciembre, son
autores de un sinnúmero audiovisuales
que han sido material imprescindible
para relatar al mundo la tragedia del
pueblo hondureño después del 28 de junio
y para organizar actividades formativas
y de concientización de la Resistencia
en diferentes barrios y colonias de la
capital y en el resto del país.
Durante su secuestro fue encapuchado y conducido a las
afueras de Tegucigalpa, donde fue
interrogado por todo un día para que
diera informaciones sobre supuestos
depósitos de armas de la Resistencia en
el país. Fue salvajemente golpeado y
torturado, desnudado y casi asfixiado, y
al final fue liberado casi como ocurrió
a Walter Tróchez, el defensor de
derechos humanos asesinado pocos días
después de su secuestro.
Sirel
se movilizó hacia algún lugar de la
región centroamericana1
para reunirse con César Silva,
quien inmediatamente después de su
secuestro y liberación decidió escuchar
los consejos de amigos y amigas, y
abandonó el país con su familia para
salvaguadar su vida.
-¿Cómo ocurrió el secuestro?
-Venía de la zona sur del país donde había distribuido
material audiovisual a redes campesinas
y llegando a la capital, abordé un taxi
para irme a casa. No podía imaginar que
mi celular estaba intervenido y que
estaban escuchando todas mis
conversaciones en las que indicaba por
dónde me estaba desplazando.
Al llegar cerca del anillo periférico, una camioneta se
acercó al taxi y las personas que
estaban adentro sacaron la pistola y nos
detuvieron. Pensando a un atraco les
dije que se llevaran mi equipo pero la
respuesta fue contundente: “No son esas
mierdas las que buscamos, es a vos, hijo
de puta, que venimos a llevarte”.
Me montaron en la camioneta, amenazaron al taxista para que
se olvidara de lo ocurrido y arrancaron.
Primero me obligaron a recostar la
cabeza entre las piernas y cuando ya no
aguantaba, me golpearon en la cara y me
encapucharon. Después de una hora
llegamos a un lugar en el campo y me
encerraron en un cuarto totalmente
oscuro, y ahí comenzó el interrogatorio.
-¿Qué pasó después?
-La agresividad de los que me interrogaban fue creciendo con
el pasar de las horas, aunque había
siempre uno de los secuestradores que
trataba de ser más amable conmigo, pero
sabía que se trataba de una estrategia.
Me preguntaban dónde estaban las armas,
por dónde entraban en el país, cuántas
células estaban a mi cargo y cuáles eran
los contactos internacionales.
Yo no entendía qué era lo que querían y les repetía que era
periodista y que no sabía nada de armas.
Luego comenzaron a ponerse nerviosos y a
golpearme fuertemente en la cara, en el
estómago, en la espalda y en los
testículos. Me desnudaron y me mojaron,
después me tiraron al suelo, me echaron
agua en la nariz y me pusieron una silla
en la traquea para asfixiarme.
Sabían perfectamente quien era, y en algún momento hablaron
del material audiovisual que producía
con Renán Fajardo, y hasta lo
mencionaron. Ya en la madrugada trataron
de asustarme más y en voz alta
comenzaron a planificar mi asesinato,
pero al final decidieron liberarme. Me
montaron en un vehículo y cuando se
detuvieron la persona que andaba a mi
lado me dio una patada en la espalda y
me tiró en la calle.
Me levanté y decidí denunciar lo ocurrido al COFADEH
para que quedara constancia de lo que
está ocurriendo en Honduras.
-¿Te preguntaste el por qué de tu
secuestro?
-Cuando la represión ya no se da a diario en las
movilizaciones, comienzan a generarse
capturas selectivas. En mi caso, creo
que el trabajo que desarrollé con
Renán durante el cierre de Radio
Globo y Cholusat Sur-Canal 36
les hizo bastante daño a los golpistas,
porque nuestro material llegaba a todos
los rincones y de alguna manera ayudaba
a romper el aislamiento y la
desinformación, que era el objetivo del
gobierno de facto.
Hacíamos material audiovisual enfocado en todo lo que ocurría
en el país, relatando la represión, los
asesinatos, la violencia y lo
distribuíamos para que la Resistencia lo
usara para informar a la gente que ya no
podía escuchar o ver las noticias en los
medios cerrados.
Al final decidimos suspender este trabajo porque comenzaron
los cateos y la represión durante las
actividades y hubo varios asesinatos
entre los líderes de la Resistencia que
organizaban estas actividades en los
barrios y colonias.
-¿Por qué crees que decidieron no
asesinarte?
-Creo que nunca hubo la orden de hacerlo, y sobre todo,
porque querían usar mi caso para sembrar
el terror entre los colegas nacionales
que llevan adelante un trabajo que de
verdad les duele a los golpistas. El
mensaje es para los demás: si pudieron
hacer esto conmigo lo pueden hacer en
cualquier momento con cualquier otro
periodista. Lo que quieren es
acallarnos.
Lo que sí me preocupa es que existe una gran cantidad de
colegas que se ha plegado a los poderes
golpistas, se ha vendido por unas
monedas y venden la sangre de la gente
por un trabajo.
-¿Por qué decidiste salir del país?
-Después de mi secuestro sabía que en cualquier momento
podían llegar a mi casa y asesinarme.
Además, los organismos de derechos
humanos y varios amigos me dijeron que
ya no querían tener más fotografías de
víctimas y me aconsejaron salir del
país. Ojalá sea algo momentáneo, porque
mi deseo es regresar y poder seguir con
mi trabajo.
No tengo miedo, sin embargo debo ser más cauteloso para no
entregar mi vida así tan fácilmente. Que
luchen un poco más si me quieren matar.
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