Manuel
Bonmati -“Manolo”, como le llamamos los amigos- es el secretario confederal de
Relaciones Internacionales de la Unión General de Trabajadores de España (UGT).
Un dirigente comprometido con el socialismo, la democracia y el movimiento
obrero. Con él hablamos sobre el golpe de Estado en Honduras y la reacción de la
UGT.
-¿Qué sientes
cuando te enteras del golpe de Estado en Honduras?
-Los fantasmas
de la vieja historia dictatorial en América Latina, es la primera cosa
que se le viene a uno a la cabeza. Coincidiendo con la dictadura de Franco
en España, América Latina padeció largos ciclos de
dictadura, incluso con operativos militares comunes para varios países, como lo
fue el “Plan Cóndor”.
También me
provocó mucha sorpresa, pues estamos viviendo de forma positiva un avance
importante de los sistemas democráticos en América Latina, algunos
demasiados populistas, es cierto, pero en términos generales son sistemas
democráticos y de izquierda. Creo que eso ha marcado un avance en América
Latina.
-¿Preocupa?
-Mucho. El
golpe de Estado en Honduras significa, más allá de la confrontación
política democrática de la sociedad civil hondureña en relación al referéndum o
no, que los militares han decidido intervenir. Pero lo que se debe tener claro y
no equivocarse, es que el golpe no es sólo un tema de los militares, sino que
marca la filosofía política y la actitud de la oligarquía hondureña.
Se propuso un
debate político y civil con el referéndum, pero la jerarquía histórica, los
grupos de presión con sus intereses, y además el Poder Judicial y el Parlamento
-donde las clases dominantes están mayoritariamente representadas- y el
Ejército, que también manejan, deciden que no van a dar ni siquiera la
oportunidad de decidir.
-¿La UGT ha
marcado una posición?
-En primer
lugar manifestamos nuestra absoluta condena al golpe de Estado. Si hay un
conflicto político de interpretación, lo deben resolver los políticos y la
sociedad civil. ¡Los militares a los cuarteles!
Segundo: el
Presidente expulsado tiene que volver a tomar el poder para restituir la
institucionalidad democrática. Afortunadamente esta es una opinión generalizada
en el seno del movimiento sindical internacional y en la mayoría de los
gobiernos.
Tercero: en un
contexto de crisis mundial donde no sabemos bien que salida vamos a tener, un
golpe de Estado es un instrumento para paralizar la acción de los sindicatos.
Tengo noticias de que en Honduras ya hay represalias contra los
trabajadores y las trabajadoras sindicalizados, que hay listas negras. Por lo
tanto, exigimos que los sindicatos sean respetados y que no haya ningún
trabajador discriminado por su militancia sindical.
Cuarto: ¡Los
militares a los cuarteles! ¡Dictaduras militares nunca más!
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