El cuñado del
vicepresidente del STIBYS, Porfirio Ponce, fue asesinado bajo una lluvia de
balas. Su padre y su hermana fueron heridos pero se encuentran fuera de peligro.
Crece la escalada de violencia contra el pueblo hondureño.
Visiblemente
conmocionado por lo ocurrido, el vicepresidente del Sindicato de Trabajadores de
la Industria de la Bebida y Similares (STIBYS),
Porfirio
Ponce,
relató a Sirel que en la tarde de ayer, 10 de junio, dos hombres se
bajaron de un vehículo y atacaron a balazos el carro en el que se transportaban
su cuñado,
Oscar
Molina,
su hermana
Griselda
Ponce
y su papá
Porfirio
Ponce.
“Fue un ataque salvaje. Mientras se habían detenido en un semáforo, dos hombres
se bajaron de un carro y comenzaron a disparar.
Recibieron
42
disparos
y
mi
cuñado
murió”.
“Afortunadamente, mi papá y mi hermana no fueron heridos de gravedad y se están
recuperando. Parece bastante obvio el porqué de este ataque.
Honduras
está sumergida en una espiral de violencia muy preocupante”, dijo
Ponce.
Después del
golpe de Estado, el
STIBYS
ha sido objeto de una constante campaña represiva. Su sede central en
Tegucigalpa fue violentada por militares y objeto de disparos, ráfagas y
atentados con bombas artesanales.
Su presidente y
miembro de la coordinación nacional del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP),
Carlos H.
Reyes,
denunció haber recibido amenazas de muerte. Asimismo, la sede sindical de San
Pedro Sula fue atacada por hombres armados, que hirieron de gravedad al tesorero
de esa Seccional,
Douglas
Gómez.
En febrero
pasado, la residencia de
Porfirio Ponce
fue atacada por hombres encapuchados, quienes se llevaron su computadora y
dejaron su cama llena de sangre.
Otro ataque
Poco antes de
que se consumara el ataque asesino contra los familiares del vicepresidente del
STIBYS,
en la zona central del país, la
secretaria de Finanzas del Colegio de Profesores de Educación
Media de Honduras (COPEMH), profesora
Carolina
Pineda,
sufría un atentado por parte de hombres encapuchados que interceptaron el
vehículo que conducía y le dispararon con armas de grueso calibre.
Pineda logró escapar de sus atacantes refugiándose en una casa
particular en la que le brindaron protección. La profesora
Pineda
es directiva de una de las organizaciones magisteriales más comprometidas con
la lucha contra el golpe, y había denunciado constantes amenazas recibidas a
través de llamadas telefónicas y mensajes por celular.
Mientras buena
parte de la comunidad internacional sigue prestando oídos sordos al clamor que
se levanta de las entrañas de
Honduras,
la estrategia represiva no se detiene.