Una decena de
países rechaza la asistencia del
presidente
hondureño Porfirio Lobo
La asistencia del presidente de
Honduras, Porfirio Lobo, no reconocido por buena parte de los Gobiernos
latinoamericanos, en la Cumbre Unión Europea-América Latina prevista para los
próximos 17 y 18 de mayo, en Madrid, se ha convertido en un serio problema
diplomático para la presidencia española. Entre los países que siguen
considerando ilegítimas las elecciones celebradas el pasado mes de noviembre en
Honduras están no solo Venezuela
o Ecuador,
sino los dos "grandes" del área,
Brasil y
México,
sin cuya presencia la cumbre no tendría sentido.
Ha sido precisamente uno de los
principales asesores del brasileño
Lula da Silva,
Marco Aurelio,
quien indicó, en São Paulo, que si
Lobo asiste a la cumbre "al menos 10 presidentes
latinoamericanos" dejarán de ir, lo que convertiría la reunión UE-América
Latina en un fracaso diplomático y colocaría a la presidencia de turno de la
UE en una posición muy incómoda. El conocido asesor de Asuntos
Internacionales de Lula se mostró, sin embargo, confiado en que será
finalmente Porfirio Lobo quien no esté presente en Madrid, aunque no dio
explicaciones al respecto.
España, que retiró inicialmente su embajador en Tegucigalpa, como
el resto de los países de la UE, reanudó sus relaciones después de las
elecciones que llevaron al poder a
Lobo, al igual que
los restantes países de la Unión. En los últimos días, el secretario de Estado
para Iberoamérica, Juan Pablo de
Laiglesia, ha
visitado varios países de la zona, incluido
Honduras.
García consideró que la invitación formulada por el Gobierno
español en nombre de la UE a
Porfirio Lobo fue
"un resbalón" de un funcionario "poco atento", según recoge la agencia Efe. La
misma idea transmitió el presidente de
Ecuador, Rafael Correa, en la cumbre de Unasur, celebrada el martes cerca de Buenos Aires.
Correa, presidente de turno de la organización sudamericana, dijo
que "con todo respeto para el Gobierno español", la invitación enviada a
Lobo había
sido "un error", y que se debió haber consultado antes con los países que no
reconocen al nuevo Gobierno hondureño. "El presidente legítimo de
Honduras
fue enviado al exilio a punta de bayoneta y eso es algo que no se puede ignorar
ahora", señaló Correa.
El exilio de
Manuel Zelaya, el presidente hondureño depuesto por un golpe de Estado militar en
junio de 2009, es uno de los escollos que la diplomacia española intenta superar
lo antes posible. Se supone que el regreso sin condiciones de
Zelaya
a su país ayudaría a suavizar la posición de algunos mandatarios
latinoamericanos y podría ser considerado como un gesto de reconciliación por
parte del Gobierno de Lobo,
elegido el pasado mes de noviembre, en medio de una fuerte polémica
internacional sobre la legitimidad de los comicios. El secretario general de la
Organización de Estados Americanos (OEA),
José Miguel Insulza, recordó ayer que
Zelaya "tiene que
regresar porque mientras esté fuera de
Honduras no podrá haber reconciliación".
La situación de
Honduras fue objeto de un serio debate en la reunión de Unasur del
martes, donde no existió consenso, fundamentalmente porque dos países,
Colombia y Perú,
ya han reconocido al Gobierno de Lobo
y defienden su integración en los organismos del área. El presidente de
Brasil,
país que tuvo acogido a Zelaya
en su embajada de Tegucigalpa durante largas semanas, fue quien volvió a colocar
el tema en la agenda. Honduras no
ha logrado volver a la OEA, de donde salió a raíz del golpe, pese al
apoyo de Estados Unidos,
y Lula quiere que Unasur se presente en la próxima reunión
de la OEA con una posición consensuada, algo que de momento parece
imposible.