La
represión generalizada de las últimas dos semanas contra el magisterio tiene
también un componente selectivo, que se ha manifestado a través de repetidos y
sistemáticos ataques a las organizaciones sociales.
"Nos enfrentamos a una estrategia
criminal que por un lado reprime de forma generalizada en las calles del país, y
por el otro, actúa de manera selectiva contra las organizaciones sociales y sus
integrantes”, dijo a Sirel, la coordinadora del Comité de Familiares de
Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), Bertha Oliva.
El pasado 30 de
marzo, la sede del
Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Bebida y Similares (STIBYS) en
Tegucigalpa fue objeto de un violento y criminal ataque con bombas lacrimógenas.
En la madrugada del siguiente día, desconocidos lanzaron una lluvia de piedras
contra los vehículos estacionados en el parqueo del STIBYS.
“Los policías
comenzaron a lanzar bombas lacrimógenas y la gente salió corriendo. Muchas
personas buscaron refugio en nuestra sede. Todo el edificio se llenó de gases y
son varias las personas que quedaron afectadas.
Yo sentí que me
estaba asfixiando y que mi vida estaba peligrando. Lo que hicieron fue una
barbaridad”, recordó Yolanda López, secretaria de la sede central del
STIBYS.
A partir del golpe de
Estado, las sedes del STIBYS y muchos de sus miembros han sido objeto de
repetidos ataques.
“Hemos sufrido
persecución y hostigamiento permanentes. Los cuerpos represivos del Estado y
grupos paramilitares nos han atacado con artefactos explosivos, disparos, bombas
lacrimógenas y lluvias de piedras.
Nuestros
directivos han sufrido persecución y atentados. Lo mismo ocurre con muchas otras
organizaciones sociales y sindicales comprometidas con la lucha contra el golpe.
Quieren
intimidarnos y desgastarnos. Nosotros responsabilizamos a Porfirio Lobo,
la oligarquía nacional y a los Estados Unidos por lo que está ocurriendo
en el país”, dijo el vicepresidente del STIBYS, Porfirio Ponce.
Comisión de Verdad
bajo ataque
En la última
semana, la Comisión de Verdad (CdV), instancia que está investigando
las violaciones a los derechos humanos ocurridas antes, durante y después del
golpe de Estado y sus responsables, ha sufrido cuatro ataques.
Graves atentados
contra el STIBYS, las radios comunitarias, amenazas, secuestros, así
como la detención ilegal de maestros y de la dirigente garífuna
Miriam Miranda, son solamente algunos ejemplos más de la represión
selectiva desatada en Honduras. |
“Lanzaron un
artefacto explosivo en el techo de nuestra oficina en San Pedro Sula y
apedrearon las ventanas de la oficina en la capital.
Además, el equipo
de investigadores que se encuentra en Tela fue objeto de intimidaciones por
parte de militares”, dijo Thomas Loudon, secretario ejecutivo de la
Comisión de Verdad.
Aún más grave fue
el ataque perpetrado por seis policías vestidos de civil contra Eddy Guifarro,
miembro de la CdV.
“Me
atacaron mientras estaba en un taxi. Todos estaban fuertemente armados. Me
apuntaron con las pistolas a la cabeza y al pecho y me golpearon salvajemente,
pero pude reaccionar y logré escapar. Mientras corría me hicieron por lo menos
diez disparos.
No tengo la menor
duda de que querían secuestrarme y quién sabe lo hubiera pasado”, dijo
Guifarro a Sirel.
Actualmente, el
miembro de la CdV se encuentra escondido en un lugar seguro,
recuperándose de las graves lesiones sufridas en su oído y en la cabeza, y
declaró no estar dispuesto a abandonar la lucha para un verdadero cambio en el
país.
“Ahora
estoy más convencido de que lo que estoy haciendo es lo correcto. En Honduras se
necesitan cambios profundos y lo vamos a lograr, cueste lo que cueste”,
aseveró Guifarro.
Graves atentados
contra las radios comunitarias, amenazas, secuestros, así como la detención
ilegal de maestros y de la dirigente garífuna Miriam Miranda son
solamente algunos ejemplos más de la represión selectiva desatada en Honduras.
Ante esta
situación, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) expresó
en un comunicado de prensa su preocupación por “la
continuidad de prácticas violatorias a los derechos humanos en Honduras” y por
el “uso desproporcionado de la fuerza
pública para reprimir manifestaciones, la falta de independencia del poder
judicial y la situación de las defensoras y los defensores de derechos humanos”.
“Todos
estos hechos no son casos aislados, sino parte de un plan de terror. Estamos
ante un proyecto de criminalización de la protesta social y de muerte. Quieren
desarticularnos con ataques que conllevan un alto grado de cinismo e impunidad”,
concluyó Bertha Oliva.