Mientras
el presidente Manuel Zelaya se encontraba reunido en Managua con los embajadores
estadounidenses de Nicaragua y Honduras y personeros del Departamento de Estado
para buscar una salida a la crisis, en Tegucigalpa miles de ciudadanos que
manifestaban pacíficamente contra el golpe de Estado eran brutalmente reprimidos
por las fuerzas de seguridad del gobierno de facto.
El Ejército y
la Policía se ensañaron contra la población persiguiéndola por kilómetros,
golpeándola y haciendo uso de gas lacrimógeno, balas de goma y de plomo, al
mejor estilo de las sangrientas dictaduras de los años 70 y 80.
Se cuentan por
decenas los heridos y los detenidos, mientras que un docente, Roger Vallejo
Soriano, de 38 años, fue baleado en la cabeza y está entre la vida y la
muerte. Muy probablemente, la bala que lo hirió fue disparada por un policía de
civil, quien se dio a la fuga.
Carlos H. Reyes,
secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Bebida y
Similares (STIBYS), y miembro del Comité Mundial de la UITA, fue
perseguido, golpeado y pudo salvarse solamente lanzándose en un barranco junto
con otros manifestantes.
Actualmente se
encuentra hospitalizado, esperando ser operado por una fractura múltiple en el
brazo derecho, y con diez puntos de sutura en una oreja por los golpes recibidos
por los policías.
“Nos cercaron
por la zona del Carrizal, salimos todos a la carrera y sólo sentí el golpe en la
oreja. Miré un barranco y me tiré para salvarme de la golpiza y fue ahí que me
quebré el brazo –dijo Carlos H. Reyes al salir en camilla de la sala de
Emergencia del Seguro Social (IHSS)–.
Sabíamos que
tarde o temprano esto iba a ocurrir, porque toda la gente que está en los
cuerpos de seguridad de nuestro país son los mismos criminales de los años 80.
Son unos salvajes, y no les importa la vida de nadie. Ya tenemos muertos,
heridos y golpeados, no obstante la lucha tiene que seguir.
Es
imprescindible –continuó el líder sindical y miembro del Frente Nacional
Contra el Golpe de Estado– que el pueblo hondureño siga en resistencia,
porque esta lucha es más que justa, es necesaria, y toda la comunidad
internacional apoya este proceso en que estamos.
Una vez más
llamamos a la comunidad internacional, a la OEA, a las Naciones Unidas,
a los distintos países del mundo para que redoblen la presión contra esta gente.
Necesitamos que se restituya la institucionalidad en el país, porque nos ha
costado muy caro alcanzarla y no la podemos perder.
No obstante, no
va a ser por una fractura en un brazo, ni por las diez puntadas que me dieron
como consecuencia del garrotazo que me propinó un policía que nos vamos a
detener
Si no
estuviéramos convencidos de lo que estamos haciendo, tengan la seguridad de que
no andaría poniendo la cara. Toda la vida he puesto la cara y la sigo poniendo
cuando sé que tenemos la razón. Vamos a seguir adelante y esta batalla la
tenemos que ganar”, concluyó Carlos H. Reyes mientras un enfermero lo
acompañaba a la habitación donde permanecerá junto a compañeros del STIBYS
que resguardan la seguridad de su secretario general.
Perros rabiosos
La violenta y
rabiosa acción de los cuerpos represivos del gobierno de facto tiene raíces
mucho más profundas de lo que se pueda pensar, y va en la dirección de
contrarrestar cualquier intento de restitución del presidente Manuel Zelaya
y pretende acabar con la resistencia interna que les está provocando muchos
daños económicos a los sectores empresariales que están detrás del golpe de
Estado.
“Las acciones
de resistencia de estas últimas semanas le debe haber dolido mucho a la empresa
privada, y ella ordenó a sus perros morder a la gente. Hoy los perros acataron
la orden del amo y reprimieron al pueblo –dijo visiblemente enardecido
Porfirio Ponce, dirigente sindical del STIBYS–.
“No tuvieron
piedad de nadie. Hasta a los vendedores ambulantes golpearon, y esta vez
atacaron también a los medios de comunicación que estaban cubriendo la
represión. Los golpearon, les secuestraron y destruyeron las cámaras. No
respetaron a nadie”, concluyó.
Dirigentes detenidos
En algún lugar
en las afueras de la capital Tegucigalpa, el coordinador del Bloque Popular
y miembro del Frente Nacional Contra el Golpe de Estado, además de
integrante del Sindicato de Trabajadores del Instituto Nacional Agrario (SITRAINA),
Juan Barahona, brindó declaraciones a Sirel a pocas horas de ser
liberado, después de haber sido detenido junto a decenas de manifestantes.
“Hoy nos
tomamos varios puntos de la carretera que va hacia el norte, en dirección de San
Pedro Sula. La Policía y el Ejército comenzaron a reprimir brutalmente a los
manifestantes en la zona del Durazno y en el barrio Lolo.
Nos comenzaron
a perseguir por varios kilómetros, y cuando llegamos a las inmediaciones del
Seguro Social, en la periférica del Boulevard del Norte, nos dimos cuenta de que
nos estaban encerrando, dejándonos sin salida.
Nos cercaron,
nos golpearon y nos capturaron, llevándonos a la IV Estación de Policía, en el
Barrio Belén, y ha sido solamente gracias a los organismos de derechos humanos
que nos soltaron después de casi cinco horas –continuó Barahona–.
También en el
Departamento de Comayagua se desató la represión con muchos heridos y 70
detenciones. Sin embargo, mañana mismo hemos decidido continuar con las
protestas en todo el país”, dijo el dirigente popular.
Para hoy, 31 de
julio, se esperan grandes movilizaciones en respuesta a la ola de violencia
brutal desatada por el Ejército y la Policía, bajo el mando del gobierno de
facto y los sectores más retrógrados de la sociedad hondureña.
“El pueblo
hondureño ha estado luchando pacíficamente, y ante esta represión, crece la
indignación. Vamos a tener mucho más gente que se va a sumar a la lucha. De eso
estamos seguros”, concluyó Barahona.
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