El suelo de
Honduras absorbió una vez más la sangre de sus hijos. Una
vez más por mano del Ejército, que sólo hace ocho días
perpetró un golpe de Estado junto a los poderes políticos y
económicos que controlan el país. Eso es lo que denuncian
cientos de miles de personas que marcharon hacia al
aeropuerto Toncontín de Tegucigalpa, Honduras, para saludar
la llegada del presidente Manuel Zelaya Rosales.
El deseo del presidente Zelaya de volver a pisar
suelo hondureño no se pudo realizar, ya que el régimen de
facto, tal como lo clasificó el secretario general de la
OEA, José Miguel Insulza, en su relación ante la
Asamblea Nacional de esta organización, en la que en
aplicación del artículo 21 de la Carta Democrática los
delegados suspendieron de forma unánime y por aclamación a
Honduras, dio la orden al Ejército de no permitir su
aterrizaje.
El avión en el que venían el presidente Zelaya, la
canciller Patricia Rodas y el presidente de la
Asamblea General de la ONU, Miguel D’Escoto,
fue amenazado de ser interceptado por la torre de control,
mientras en la pista de aterrizaje el Ejército desplegaba
vehículos particulares y camiones militares.
Unas dos horas antes del intento fallido de regresar al
país, la multitudinaria marcha –se calcula de 200 mil o más
personas– logró llegar hasta la entrada principal del
aeropuerto. Lo que fue considerado un éxito para los
movimientos sociales, populares y las organizaciones
sindicales, campesinas e indígenas fue el resultado de
largas negociaciones con el Ejército y la Policía.
En este sentido resulta aún más inexplicable y vergonzoso el
hecho de que el Ejército haya abierto el fuego contra una
población pacífica que estaba manifestando su esperanza de
poder ver reestablecido el orden constitucional, brutalmente
violado por el golpe de Estado del domingo 28 de junio, a
través del retorno a la patria del presidente
democráticamente electo Manuel Zelaya Rosales.
Hasta el momento se ha confirmado la muerte de un joven
menor de edad que fue alcanzado por una bala en la cabeza.
Algunas fuentes afirman que hay otra víctima mortal, aunque
ésto no ha sido oficialmente confirmado, Son muchos los
heridos de bala o intoxicados por los gases lacrimógenos
lanzados indiscrimina-damente por el Ejército.
“Han matado a dos personas. Nos han disparado de forma
indiscriminada y había francotiradores por todos lados. Son
unos malditos asesinos que vuelven a matar al pueblo. Venga,
venga a ver la sangre. Mire aquí como corre la sangre del
joven”, gritaba enardecida la gente al ver a los periodistas
acercarse al lugar de los hechos que volvieron a
ensangrentar el suelo hondureño.
Mientras en conferencia de prensa el régimen de facto
adelantaba la intención de iniciar un diálogo con la OEA,
en la madrugada de ayer un sector de las empresas privadas
abandonó el frente golpista y pidió al gobierno espurio
permitir el regreso del presidente Zelaya, para
comenzar un diálogo y traer la paz al país.
La gente se quedó frente al aeropuerto cantando, lanzando
sus consignas y maldiciendo a todo los “verdes”, come les
llaman a los militares, que desde lejos observaban,
fuertemente armados.
La manifestación se disolvió de forma abrupta cuando comenzó
a circular la noticia de que el régimen de facto había
adelantado a las 6:30 de la tarde el inicio del toque de
queda, periodo en el cual el Congreso ha suspendido varios
artículos de la Constitución que garantizan las libertades
individuales.
Las declaraciones
en El Salvador
Después de lo ocurrido en el aeropuerto de Tegucigalpa, el
presidente Manuel Zelaya voló hacia Nicaragua
donde fue recibido por el presidente Daniel Ortega.
De ahí voló hacia El Salvador donde se reunió con el
Secretario General de la OEA, el Presidente de la
Asamblea General de la ONU, y los Presidentes de
Argentina, Paraguay y Ecuador.
“Como secretario general de la OEA estoy dispuesto a
seguir adelante para conseguir nuestro objetivo que es usar
todos los medios diplomáticos posibles para la restitución
del presidente legítimo Manuel Zelaya”, dijo José
Miguel Insulza.
El presidente Zelaya consideró vergonzoso lo ocurrido
en el aeropuerto de Toncontín. Recordando las palabras de
monseñor Arnulfo Romero, el Presidente hondureño pidió a
los soldados del Ejército no volver a usar las armas contra
la gente, porque vienen de las mismas entrañas del pueblo
hondureño.
Después de anunciar que se pondrá en contacto con la familia
del joven asesinado, Zelaya anunció que este crimen
no podrá quedar impune. Sin embargo, no dio a conocer
detalles sobre sus planes futuros para regresar al país.
La presidenta de Argentina, Cristina Fernández,
habló en nombre de los demás Presidentes que han acompañado
al presidente de Honduras en ese intento.
“No hablo solamente en nombre de los Presidentes que están
aquí, sino de millones y millones de personas que han
decidido que en el siglo XXI la democracia es insustituible
e intocable –dijo Fernández–.
Han decidido que la democracia, el respeto a la voluntad
popular, a las Constituciones son las garantías últimas y
definitivas para la vigencia estricta de los derechos
humanos que en el siglo XX han sido constantemente
violentados.
Pensábamos –continuó la Presidenta de Argentina– que
estas violaciones ya eran cosas del pasado. No obstante,
vimos cómo la democracia no es un bien definitivo, sino que
tiene que construirse todos los días con la participación de
la ciudadanía”.
Fernández
recordó también que la presencia de los Presidentes se debe a
que es necesario seguir hacia la construcción de un mundo
multilateral, en el que ninguna nación puede sentirse
superior y decidir en nombre de todos.
“En el mundo hemos sufrido mucho por el unilateralismo.
Reconstruir el multilateralismo es la garantía de volver a
vivir en un mundo más justo y seguro, respetuoso de los
derechos de los pueblos. Por eso no es casual la presencia
del Secretario General de la OEA y del Presidente de
la Asamblea de la ONU.
En nombre de los Presidentes aquí presentes quiero llevar
nuestra solidaridad y acompañamiento en el dolor de quienes
hoy han sufrido la represión. Reaccionar contra lo que está
sucediendo en Honduras no es defender al presidente
Zelaya, es defendernos a todos y cada uno de
nosotros. Porque la única garantía para poder vivir
realmente en un mundo más seguro es que haya democracia”,
concluyó.
Para el día de hoy, lunes 6, se espera una nueva
multitudinaria marcha que seguramente estará marcada por la
tristeza y la rabia por la sangre joven derramada.
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