Isis Obed
Murillo Flores tenía 19 años y era originario de Santa Cruz
de Guayape, un pequeño pueblo en el departamento de Olancho,
en el este de Honduras. Llegó a saludar la llegada del
presidente Manuel Zelaya junto con sus dos hermanos y su
padre, José Murillo, un pastor evangélico que hoy llora la
muerte de un hijo a manos del Ejército. Saliendo de su
pueblo, Isis Obed habrá saludado al resto de su familia, y
puedo imaginar que alguien le habrá dicho que tuviera
cuidado. No obstante, nadie podía imaginar que ese saludo
iba a ser el último de su breve vida, brutalmente truncada
por la bestialidad de la violencia represora.
Pese a que en las últimas horas fuentes oficiales están
tratando de culpar del homicidio a desconocidos, quienes
habrían disparado desde un local cerca del lugar donde cayó
Isis Obed, algunos testigos aseguran haber detectado
francotiradores ubicados en las instalaciones del
aeropuerto, avalando la denuncia de Andrés Pavón, del
Comité de Derechos Humanos, quien en las próximas horas
presentará denuncia formal ante la Fiscalía.
“La sangre que Isis Obed Murillo derramó sobre el
suelo hondureño no será en vano”, comentaban algunas de las
personas que, desafiando el miedo y cargados de rabia,
volvieron a marchar por las calles de Tegucigalpa el día
después del asesinato del joven.
Para el Comité de Disciplina de los movimientos sociales,
populares y sindicales no fue fácil contener esa reacción
natural de la gente, cada vez que el recorrido que los
llevaba a pocos centenares de metros de la Casa
Presidencial, pasaba por lugares custodiados por la Policía
y el Ejército.
“Porque el color de la sangre no se olvida, los masacrados
serán vengados”, coreaban las miles de personas. “Asesinos,
asesinos”, gritaba un grupo de jóvenes que cargaban un ataúd
cubierto con una manta manchada de pintura roja, cada vez
que miraban a un militar.
Los movimientos
levantan la cabeza
“Esta batalla la vamos ganando –aseguró Carlos H. Reyes,
secretario general del STIBYS–. Y la vamos a ganar
definitivamente con la presión internacional y la
movilización constante de la gente. La de ayer fue una
marcha histórica en la que participaron más de 300 mil
hondureños. Agradecemos a todos los gobiernos y los pueblos
que nos han apoyado y que han reconocido que en Honduras
hubo un golpe de Estado, y que no creyeron las payasadas que
dice Roberto Micheletti”, aseveró Reyes.
Para Juan Barahona, coordinador del Bloque Popular
de Honduras, “Después del ametrallamiento por
parte del Ejército de la población que estaba frente al
aeropuerto de forma pacífica, hemos decidido continuar la
resistencia hasta que los golpistas caigan, desistan y
entreguen el poder al presidente legítimo, Manuel Zelaya
Rosales.
El hecho de que Micheletti haya enviado a sus
personeros a Washington para buscar un diálogo con la OEA
demuestra que se le está terminando el tiempo, la soberbia y
el espacio para mantenerse en el gobierno. Nunca podrán
consolidarse en el poder con un pueblo que está en la calle,
resistiendo, dando la vida en contra de los golpistas.
Hay fuerza y moral para seguir resistiendo –continuó
Barahona en sus declaraciones a Sirel–.
Vamos a reorganizar el trabajo y a impulsar nuevas formas de
lucha en los departamentos”.
Después de la marcha, dirigentes de los diferentes sectores
y organizaciones que conforman el Frente Nacional Contra
el Golpe de Estado se reunieron para diseñar una nueva
estrategia de lucha, que tenga una suficiente contundencia
para dar el golpe final al régimen de facto.
En esta ocasión brindaron una conferencia de prensa en la
que dieron lectura al séptimo comunicado en el que
responsabilizan a Roberto
Micheletti y al grupo de golpistas, de la muerte de
Isis Obed Murillo y de las personas que fueron
heridas. Presentaron también sus condolencias y muestras de
respeto y solidaridad a las familias del joven asesinado y
de los heridos.
Además, “El gobierno golpista y quienes le
acompañan, están perdidos, tanto es así que han recurrido a
los jerarcas de las iglesias y a la Policía para que den la
cara por ellos y los defiendan. El movimiento popular tiene
claro que el papel de los jerarcas religiosos siempre ha
sido a favor de los grupos oligárquicos, es por eso que
repudia la actitud de los seudo representantes de las
iglesias”, explica el comunicado.
Condenaron también “La actitud terrorista de las
autoridades impuestas por el gobierno golpista y usurpador
del señor Micheletti, que reprime por medio de las
armas las diferentes formas de manifestación de la
población. Intimida cuando tiene retenes policiales y
militares en todos lados, sobre todo en las carreteras,
militares con sus fusiles entran a las unidades de
transporte”.
¿Qué hace Estados Unidos?
El comunicado del
Frente Nacional
Contra el Golpe de Estado
se refirió también a la actitud que hasta el momento ha
tenido Estados Unidos
ante la crisis hondureña. “Denunciamos ante el
pueblo hondureño y ante la comunidad internacional que una
parte del gobierno de Estados Unidos, como la
industria militar y la Agencia de Inteligencia, están
apoyando a los golpistas en Honduras”, se lee en el
comunicado.
“Parece que en Estados Unidos hay dos
gobiernos: uno del presidente Barack Obama y el otro
de la CIA y del complejo industrial. Estos últimos
apoyan a Micheletti. Ellos también son responsables
del golpe, de los muertos y de lo que va a ocurrir en los
próximos días”, sentenció Carlos H. Reyes.
La evolución de la situación política
Mientras el gobierno de facto enviaba a sus
delegados a Washington buscando un contacto con la OEA
y con senadores ultrarreaccionarios estadounidenses, el
gobierno de Obama condenó la muerte del joven
hondureño y aseguró no tener ninguna intención de reunirse
con estas personas.
En diferentes entrevistas brindadas a medios
internacionales, el presidente Manuel Zelaya informó
que el martes 7 también viajará a Washington para
entrevistarse con la secretaria de Estado, Hillary
Clinton, y aseguró estar listo para su regreso a
Honduras.
“Esta vez no voy a cometer nuevamente el error de
hacer público el plan para mi regreso”, dijo el Presidente,
comunicando al mismo tiempo que, con base en el artículo 3
de la Constitución de Honduras, considera nulo
cualquier acto impulsado por el gobierno de facto,
incluyendo un posible adelanto de las elecciones previstas
para noviembre próximo, “ya que no tendrían el apoyo de
ningún país en el mundo y serían organizadas por un gobierno
que nadie reconoce como legal”.
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