Mientras en
la frontera de Las Manos sigue incesante la llegada de hondureños que arriesgan
su vida para llevar el apoyo al presidente legítimamente electo, Manuel Zelaya
Rosales, a 15 kilómetros de este lugar, en el desvío que conduce a la ciudad de
El Paraíso, Centenares de personas resisten a la maniobra represiva del Ejército
y la Policía hondureñas.
Encerrados
entre dos retenes militares, reprimidos con la violencia de las armas,
hostigados y boicoteados para evitar que les lleguen los víveres, y detenidos
cuando tratan de desplazarse hacia sus lugares de origen, estas personas
denuncian estar virtualmente encarcelados y violentados en su derecho al
tránsito hacia la frontera de Las Manos.
Prefieren no
dar sus nombres, pero se acercan con curiosidad y con un gran deseo de hablar,
contar sus historias y denunciar los atropellos a los que han sido sometidos por
las fuerzas represivas.
El toque de
queda permanente los deja expuestos a cualquier tipo de atropello, y resulta
difícil imaginar cómo en una zona tan espectacular, con una naturaleza
exuberante como la que rodea esta zona de Honduras, pueda transformarse
en teatro de una brutal represión que ha dejado un saldo de un muerto, varios
heridos y decenas de detenidos que están siendo encerrados en las cárceles de la
ciudad de Danlí.
Tres retenes
militares obligan a cualquier persona a bajar de su vehículo y mostrar sus
documentos. Frente al último despliegue militar la gente deambula por la
carretera y busca reparo debajo de los árboles, aguantando el fuerte sol que
golpea los cerros cubiertos de pinos.
La resistencia
en El Paraíso ha llegado a su cuarto día y la gente luce cansada. Varios se han
ido, atemorizados por el asesinato del joven Pedro Magdiel Muñoz, quien
en los días pasados había participado en la protesta. Otros se fueron por el
cansancio, la escasez de alimentos y el temor a perder el puesto de trabajo.
Varios de ellos fueron detenidos por la violación al toque de queda, otra medida
represiva para amedrentar a los que siguen resistiendo.
Secuestrados en una ruta
Un joven, pelo
largo y una larga trenza, se acerca y está dispuesto a contar todo lo que está
pasando. “El jueves pasado, 23 de julio, salí de Tegucigalpa y llegué hasta
Danlí, donde un fuerte retén militar impedía el paso. Cruzando por cerros y
montañas llegué hasta el desvío que conduce a El Paraíso y me junté a la lucha,
y estamos dispuestos a seguir adelante hasta que se le permita al presidente
Manuel Zelaya retomar su cargo.
Después de la
represión y del asesinato del joven Pedro Magdiel Muñoz, varias
personas se han retirado. Yo lo conocía –continúa el joven-. Salimos de
Tegucigalpa por separado, pero nos juntamos camino a El Paraíso. Es una
estrategia del gobierno golpista para generar terror entre la población, y lo
peor es que muchas de estas personas fueron detenidas por violar el estado de
sitio que rige constantemente, violando nuestros derechos”, dijo el joven quien
prefirió mantener el anonimato.
Mientras la
gente aguantaba la represión del Ejército y la Policía, el presidente Zelaya
hacía su intento de regresar al país, lo cual fue imposible por la actitud
intransigente del gobierno de facto. ¿Hasta cuándo la gente podrá aguantar esta
presión?, es la pregunta que ha surgido en estos días intensos, que se están
viviendo a los dos lados de la frontera entre Nicaragua y Honduras.
Según la
cantidad de gente que sigue llegando a Las Manos, caminando horas y horas por
las montañas, entre ellos dirigentes gremiales, diputados y líderes de las
organizaciones populares, la impresión es que la lucha va a seguir por mucho
tiempo. El norte de Nicaragua se está transformando en un refugio para
miles de hondureños que van a comenzar una presión contra el gobierno de facto,
que ahora tendrá dos frentes que cuidar.
Mientras
hablaba con el joven, otras personas se acercaron con el deseo de contar su
historia y los sufrimientos de estos días.
“Sabemos que
todo esto no es algo que se va a resolver en dos o tres días, sino que es un
proceso que va a tomar un tiempo, y son los golpistas los que tienen mucho que
perder –dijo un señor que quiso dar a conocer su opinión–.
La gente sigue
llegando y por la noche se va hacía la frontera arriesgando su vida -continuó-.
Estamos viviendo una situación muy difícil y nos sostenemos gracias al apoyo de
la gente que vive en la zona, que arriesga su seguridad para apoyarnos. Sin
embargo, la Policía y algunos medios locales han amenazado a los dueños de los
comercios para que no nos vendan alimentos.
Hay que dejar
en claro una cosa -continuó mi nuevo interlocutor–: la gente iba hacia la
frontera para encontrar a su Presidente, y han sido el Ejército y la Policía a
los que nos encerraron entre dos retenes, secuestrándonos y dándonos una ruta
por cárcel.
Es un abuso y
una violación constante a nuestro derecho a la circulación, y esto debe de
saberlo el mundo, porque usan el toque de queda para detener a la gente”,
concluyó
Atacan al STIBYS
La brutal
represión del gobierno de facto ha alcanzado también al combativo Sindicato de
Trabajadores de la Industria de la Bebida y Similares (STIBYS),
organización afiliada a la UITA.
“Fuimos
víctimas de un atentado el día de hoy, domingo 26. Alguien colocó un artefacto
explosivo en el STIBYS, y es evidente que es un acto de
intimidación para crear terror entre la gente, justo el día en que íbamos a
participar en el entierro del joven Pedro Magdiel Muñoz, quien fue
asesinado en El Paraíso –informó a Sirel el secretario general del
STIBYS y miembro del Comité Mundial de la UITA, Carlos H. Reyes–.
Durante el
entierro la gente detectó a dos policías infiltrados y querían lincharlos.
Minutos después dieron vuelta ya uno de los carros de la Policía y la situación
se puso muy tensa.
Para la próxima
semana va a seguir la movilización, manteniendo como días más fuertes el jueves
y el viernes”, comentó Carlos H. Reyes.
Sobre el
intento fallido del presidente Zelaya de entrar al país, el secretario
general del STIBYS está convencido de que pese a no haber logrado el
resultado esperado, la gran movilización que se ha dado en todo el país ha
permitido golpear duramente a los empresarios en términos comerciales, con el
cierre total de todo el departamento.
Con respecto a
la actitud de la comunidad internacional, Reyes cree que “debe dejar de
dar declaraciones y pasar a hechos contundentes. En el país hay un silencio
mediático impresionante y son pocos los medios que dan a conocer lo que
realmente está ocurriendo.
Todo esto
afecta la percepción de la realidad por parte de la comunidad internacional, lo
cual es un gran problema para nosotros. Con respecto a las declaraciones del
presidente de Costa Rica, Oscar Arias y la Secretaria de Estado,
Hillary Clinton, según los cuales no es conveniente lo que está haciendo
el presidente Zelaya, creo que resulta evidente que el proceso de
mediación era un intento para retardar la búsqueda de una solución.
Ahora –continuó
Reyes– resulta que en lugar de atacar a la dictadura, atacan al
presidente Zelaya. Es evidente el cambio de actitud. Como movimiento
popular apoyamos el regreso del Presidente y seguimos denunciando la represión
que hay en el país”.
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