El
combativo gremio magisterial no tuvo siquiera el tiempo de llorar a Roger
Vallejo Soriano, maestro de 38 años asesinado el pasado 30 de julio durante la
brutal represión desatada por las fuerzas de seguridad del gobierno de facto,
cuando llegó la noticia de que otro maestro cayó víctima del régimen que está
constantemente violando los derechos humanos en Honduras.
Martín
Florencio Rivera,
de 37 años, fue ultimado de 25 puñaladas después de haber participado en el
velorio de Roger Vallejo Soriano en los locales del Colegio de Profesores
de Educación Media de Honduras (COPEMH). Su cuerpo fue encontrado a las 3
de la mañana del domingo 2 de agosto. La familia decidió velarlo en el mismo
local junto con Roger Vallejo, asesinado con un disparo en la cabeza en
plena manifestación callejera.
“Lo que estamos
viendo es la intención de este régimen de enfocar su represión hacia los
maestros
–dijo Milton Bardales, presidente del
Colegio Profesional Unión
Magisterial de Honduras
(COPRUMH)–.
Tenemos 68 mil
afiliados a nivel nacional, organizados en seis organizaciones magisteriales
aglutinadas en la Federación de Organizaciones Magisteriales de Honduras (FOMH),
y nuestra presencia es en cada municipio. Tenemos afiliados hasta en el último
rincón del país, y con acceso directo y constante a los padres y madres de
familia de nuestros alumnos y alumnas. Todo ésto asusta al gobierno golpista.
Creen que nos
pueden detener intimidándonos, golpeándonos, echándonos presos y asesinándonos,
que de esta manera vamos a dejar de luchar, pero están equivocados.
Los profesores
y profesoras
–continuó Bardales– estamos hechos en la lucha y vamos a
seguir para que se restituya la institucionalidad en el país”.
El presidente
del COPRUMH informó que ya presentaron las respectivas denuncias ante
organismos internacionales de derechos humanos, y que en las Asambleas
departamentales van a informar sobre estos acontecimientos.
“Estamos
seguros de que el gremio magisterial va a salir a la calle con más fuerza y más
pujanza a protestar y a gritar contra los asesinos de nuestros hermanos y
compañeros maestros”, concluyó Bardales.
El
hostigamiento continúa
Mientras miles
de personas desfilaban frente a las instalaciones del COPEMH para darle
un último saludo al profesor Roger Vallejo Soriano, una patrulla de la
Policía pasó rozando a los presentes, exhibiendo sus armas y apuntando a la
gente de forma amenazante.
El fuerte
nerviosismo que originó en los maestros esta nueva provocación, de ninguna
manera detuvo el homenaje a su compañero de labores, más bien provocó más
rechazo hacia los cuerpos represivos del Estado y mayor unidad entre ellos.
“Señores: esta
sangre va a servir para que el mundo nunca olvide que en Honduras este
gobierno opresor, maldito y dictatorial tocó la vida de un profesor. Esta sangre
de mi amigo Roger no va a ser derramada en vano”, dijo en llanto una
colega de Roger Vallejo Soriano.
Constante violación a los derechos humanos
“Hemos visto
con tristeza y preocupación cómo en pocos días el país ha retrocedido en la
vigencia de los derechos humanos, regresando a una situación igual o peor a la
que vivimos hace 30 años, dijo Bertha Oliva, del
Comité de Familiares de
Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH).
Creíamos que los cuerpos de seguridad del Estado y el
Ejército habían entendido que en el país era importante ese tema como eje
fundamental de su incipiente democracia. Sin embargo, después del 28 de junio
tenemos que hacer estadísticas diarias de las reiteradas violaciones de los
derechos humanos por parte de estos cuerpos represivos, que utilizan las mismas
metodologías del pasado, es decir, crear una cultura generalizada del miedo.
Cuando miramos
–continuó Oliva– que los compañeros
asesinados en los últimos días fueron ultimados con osadía, odio, ensañándose en
el cuerpo de las víctimas, sabemos que es un mensaje para que el resto de la
población que está en resistencia se atemorice”.
Para la representante del COFADEH hay un plan definido
para atacar al magisterio por ser un gremio preparado, profesional y facilitador
de cultura e ideas. Además del asesinato de lo dos maestros, Oliva señaló
la suspensión arbitraria de los programas que el magisterio tenía en diferentes
radios del país, las constantes amenazas, las retorsiones económicas para los
maestros que están en paro indefinido y las visitas que la Fiscalía está
haciendo en los colegios para levantar cargos en contra de quienes no están
llegando a clase por participar en las movilizaciones.
No obstante, el plan represor que
–ahora es claro– se planeó
mucho antes del golpe de Estado para acabar con el proceso de reforma interna al
país impulsado por las organizaciones populares, sociales y sindicales, no tomó
en cuenta los cambios ocurridos en la sociedad hondureña en las últimas
décadas.
“Lo que el sector golpista no se esperaba es que hoy la gente
perdió el miedo, y está preparada para decir los nombres y apellidos de los que
están detrás de este proyecto oprobioso de hostigamiento, persecución y muerte.
Hasta el momento –explicó Bertha Oliva– tenemos
contabilizadas 2.702 detenciones ilegales y arbitrarias, una gran cantidad de
amenazas de muerte directas y nueve asesinatos, algunos de los cuales cometidos
por militares disfrazados de civil”.
Ante esta situación, el COFADEH cree que hay que
seguir con la lucha pacífica, exigiendo al mismo tiempo que la comunidad
internacional siga profundizando las medidas de presión contra el gobierno
golpista, quitándole el oxígeno.
“Los cuerpos de nuestros compañeros están inertes, pero su
sangre vive y fluye en cada uno de nosotros. Vamos detrás de la pista de cada
autor intelectual, torturador y asesino, y no vamos a tener ningún temor en
denunciarlos, pero no en el sistema judicial nacional en el cual no confiamos,
sino a nivel internacional, hasta llegar a la Corte Penal Internacional.
Debemos comprometernos a no dejar en paz a estos violadores
de derechos humanos. No los dejemos pastar, porque a mi juicio son bestias. Que
los sigamos y que los denunciemos donde estén, para que sientan el peso de la
justicia de los hombres y mujeres que hemos decidido no callar”, concluyó
Bertha Oliva.
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