“La montaña parió un ratón”,
podría ser ese el título más adecuado para describir la primera jornada del
“Diálogo Guaymuras”, nombre impuesto por el gobierno de facto que ha
monopolizado la agenda y el protocolo de esta primera sesión, en la que
participaron las delegaciones del gobierno de facto, del presidente Manuel
Zelaya y la comisión de alto nivel de la OEA. Movilizaciones en toda la
capital fueron brutalmente reprimidas por la Policía y el Ejército, mientras que
a las 51 personas acusadas de sedición por la toma del Instituto Nacional
Agrario (INA) se les otorgó medidas cautelares y están libres.
La que se esperaba fuera una
jornada histórica para el pueblo hondureño se convirtió en un show mediático
minuciosamente preparado por el gobierno de facto.
Ante un impresionante e
inexplicable despliegue policial arrancó ayer, 7 de octubre, el Diálogo de
Guaymuras. En esta primera sesión tomaron la palabra el canciller de facto
Carlos López Contrera, el delegado del presidente Manuel Zelaya,
Victor Meza, y el secretario general de la OEA, José Miguel
Insulza, poniendo en evidencia una significativa distancia entre las partes.
Si para la OEA y la
delegación del presidente Zelaya resulta imperativo retomar el Plan
Arias, restituir al presidente Manuel Zelaya y tomar en consideración el
proceso electoral sólo después de la restauración de la institucionalidad en el
país, para el gobierno de facto el único objetivo parece ser la legitimación
internacional de las elecciones previstas para el próximo 29 de noviembre.
Terminantes las palabras usadas
por el presidente de facto Roberto Micheletti, quien durante su encuentro
con la misión de la OEA descartó la restitución del presidente Zelaya,
volvió a plantear la posibilidad de dejar el cargo a cambio de que se nombrara
una tercera persona y advirtió que cualquier resolución tendrá que enmarcarse en
la Constitución y en las leyes de Honduras.
Micheletti
dijo también que como jefe de
gobierno no podía asumir compromisos en nombre de otros poderes del Estado, y
que “no hay forma para detener las elecciones, a menos que utilicen la fuerza y
nos invadan”.
Por su lado, el secretario
general de la OEA remarcó la importancia de que se reconozcan algunas
realidades, como por ejemplo que la remoción de un presidente constitucional
para normalizar la situación en el país no ha sido una medida efectiva, por el
contrario, luego de más de 100 días la situación continúa insostenible.
Invitó a reconocer la necesidad
de cambiar de rumbo para evitar que las elecciones sean rechazadas por el
continente y por el mundo, y pidió que se restablezcan las garantías
constitucionales, la restitución de todos los medios que fueron clausurados, que
las delegaciones tengan la capacidad para adoptar acuerdos vinculantes y la
fijación de plazos claros y breves para lograr acuerdos, entre otros.
José Miguel Insulza
pidió también que el diálogo se enfrente sin intenciones ocultas y de buena
voluntad, dejando a un lado los prejuicios y los temores.
La
Resistencia se integra pero critica el diálogo
En un comunicado dado a conocer
después de la primera sesión del diálogo, el Frente Nacional Contra el Golpe
de Estado reafirmó su convicción en que “el diálogo es el método más
adecuado para solucionar diferencias y, como muestra de nuestra voluntad para
encontrar una solución a la actual crisis política, hemos aceptado enviar un
representante, nuestro compañero coordinador general, Juan Barahona,
al mal llamado “Diálogo Guaymuras” convocado por el régimen de facto.
Sin embargo –continúa el
comunicado– para que cualquier diálogo sea viable, debe ser sincero y reunir
condiciones mínimas para su realización, fuera de las cuales es imposible”.
Para la Resistencia, que aclaró
estar participando como contraparte y no como delegado del presidente Zelaya,
no es posible dialogar cuando no se ha publicado en La Gaceta la derogación del
Estado de Sitio, continúan los asesinatos de sus miembros, se está procesando
por sedición y se persigue a decenas de personas, como es el caso de los
campesinos que por tres meses efectuaron una toma pacífica del Instituto
Nacional Agrario (INA), quienes en la tarde de ayer, 7 de octubre,
fueron liberados concediéndoles medidas cautelares, y los indígenas que pidieron
asilo en la Embajada de Guatemala.
El Frente Nacional Contra el
Golpe de Estado insistió en que hay que terminar con la persecución a los
medios de comunicación que no comparten las ideas del gobierno de facto y quitar
el cerco militar alrededor de la Embajada de Brasil.
“Mientras estas condiciones
continúen, el Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado no
podrá participar con sus representantes en el mal llamado diálogo –dijo
Juan Barahona al concluir la primera sesión–.
Por el momento acordamos
solamente cuál va a ser la agenda para los próximos días. Son tres puntos:
analizar el Acuerdo de San José, cuyo primer punto es la restitución del
presidente Zelaya. Si no hay acuerdo, se pasaría a estudiar cambios a este
acuerdo y el último es crear las condiciones para un nuevo pacto político y
social.
Para nosotros –continuó
Barahona– no es negociable la restitución incondicional del presidente
Zelaya, ni la exigencia de que sean castigados los golpistas, ni la
convocación de una Asamblea Nacional Constituyente. La sociedad hondureña y la
comunidad internacional han entendido la dimensión de este conflicto y nuestra
lucha por revertir este golpe de Estado.
Permitir que este golpe se
consolide en Honduras es consentir que ocurra lo mismo en otros países
del continente, porque su objetivo es parar los procesos de cambio que hay en
marcha.
Soy escéptico, pero en los
próximos días vamos a ver si se quiere dar una verdadera solución a la crisis o
si se trata de un show político, que tiene como fin fortalecer la farsa
electoral con la que pretenden legitimar a los candidatos golpistas”, concluyó
el coordinador de la Resistencia.
Represión y más
represión
Mientras en un hotel capitalino
se llevaba a cabo la primera sesión del diálogo, de manera burda y
desconsiderada la Policía y el Ejército reprimían con uso de gases lacrimógenos
y balas de goma la movilización de centenares de personas, que se habían
concentrado frente a la embajada estadounidense y que querían marchar hacia la
Embajada de Guatemala, donde han pedido asilo doce miembros del Consejo
Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH).
Pese a la represión, en varios
puntos de la capital la gente salió espontáneamente a manifestarse contra el
golpe de Estado.
Estudiantes de la Universidad
Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) se tomaron el Boulevard Suyapa
quemando llantas y desafiando a las autoridades, mientras que una larga caravana
de vehículos recorrió las principales arterias de Tegucigalpa, concentrándose
frente a uno de los retenes militares en las cercanías de la Embajada de
Brasil. También en este caso los cuerpos especiales de la Policía
intervinieron para desalojar a los manifestantes, amenazándolos con usar gases
lacrimógenos.
Por la noche, miles de personas
en los diferentes barrios de la capital dieron vida al “cacerolazo”, saliendo a
la calle con sus cacerolas y pidiendo la inmediata restitución del presidente
Zelaya.
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