La noticia
llegó de forma inesperada mientras miles de personas
marchaban nuevamente por las calles de Tegucigalpa, llegando
frente a las instalaciones del Ministerio Público, como
siempre resguardadas por un fuerte contingente del Ejército
y la Policía. La propuesta del presidente Manuel Zelaya
contempla dos puntos innegociables: la restitución en su
cargo y que nadie del actual régimen de facto se mantenga en
el gobierno.
La jornada había comenzado con una nueva movilización de los
movimientos populares y la aparición de la primera dama,
Xiomara Castro de Zelaya, quien finalmente decidió
abandonar la clandestinidad y acompañar a los sectores que
desde hace diez días siguen manifestándose en las calles
hondureñas, pidiendo el regreso del presidente Manuel
Zelaya y el restablecimiento del orden constitucional.
“En primer lugar quisiera solidarizarme con aquellas
personas que de una o otra manera han sido ultrajadas por el
Ejército de nuestro país. Quiero solidarizarme con Silvia
y con David que perdieron a su hijo. Me manifestaron
que están orgullosos porque a su hijo Isis no lo
mataron por delincuente, sino por defender una causa, la paz
y la justicia, porque estaba luchando por el retorno del
orden constitucional y la democracia en nuestro país –dijo
Xiomara Castro visiblemente conmocionada–.
Era imposible seguir refugiándome solamente porque mi vida y
la de mi familia corren peligro, mientras hay hombres y
mujeres que ofrecen el pecho y su vida por esta causa. Por
eso estoy aquí -continuó la primera dama–, porque yo sé que
las represalias van a continuar contra mi familia, sin
embargo no tengo miedo, porque sé que el Presidente
constitucional de Honduras levantó la bandera. Pero
esta bandera no es de él, sino del pueblo, de ese pueblo que
se une a las marchas y que es mayoría en nuestro país.
Pueden entrar a las casas, pueden capturar, hasta matar,
pero hay obreros y campesinos que están luchando, y no podía
quedarme callada ante esta lucha. Hoy quiero pedirles que
sigamos manifestando de forma pacífica, que no tengamos
miedo, y yo voy a andar con todos ustedes”, concluyó
Castro de Zelaya.
La marcha pasó frente a las instalaciones del Consejo
Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), organización
conformada por muchos de aquellos empresarios que los
sectores sociales señalan como los principales impulsores y
verdaderos arquitectos del golpe de Estado.
Finalmente se dirigió hacia el Ministerio Público,
fuertemente resguardado por el Ejército y la policía, y la
tensión fue subiendo recordando la sangre derramada el
pasado domingo, cuando fue asesinado el joven Isis
Murillo en las inmediaciones del aeropuerto.
Una llamada del presidente Manuel Zelaya a una de las
pocas radios que todavía no han sido calladas, pero sí
repetidamente hostigada, llegó a calmar los ánimos.
Difundida por los parlantes del vehículo que diariamente
acompaña las marchas, generó reacciones contrapuestas entre
la multitud.
Zelaya
informó que del encuentro con la secretaria de Estado
Hillary Clinton, surgió la propuesta de iniciar un
diálogo entre el gobierno democráticamente electo hace
cuatro años y el régimen de facto de Roberto Micheletti.
Como mediador se propuso al actual presidente de Costa
Rica, Oscar Arias,
quien aceptó y convocó las partes el próximo jueves 9 en
territorio costarricense.
Pese a las declaraciones del presidente Barack
Obama, quien volvió a mencionar que el único gobierno
que Estados Unidos reconoce es el de Manuel Zelaya,
y que esta propuesta, a pesar de las diferencias ideológicas
con el mandatario hondureño está encaminada a restablecer la
democracia en Honduras, de hecho reconoce al régimen
de facto de Micheletti como contraparte.
El presidente Manuel Zelaya se apresuró a aclarar que
existen dos puntos que no son negociables: su restitución
inmediata al cargo de Presidente electo por el pueblo y que
el actual gobierno de facto no puede quedarse en el poder.
Antes estos elementos, la pregunta que surge espontánea es:
¿qué es lo que van a negociar?
El actual presidente de facto, Roberto Micheletti, ya
dijo aceptar la propuesta de Estados Unidos, pero no
la restitución de Zelaya.
Una posición
totalmente incomprensible ante el total aislamiento al que
está sometida Honduras, y las pocas cartas que tiene en sus
manos.
Al mismo tiempo, la Corte Suprema de Justicia, motor
principal de las acusaciones montadas contra el presidente
Zelaya, ya dijo que se podría encontrar una salida si
el Congreso decretara una amnistía política para el
Presidente.
Otro elemento importante que hay que tomar en cuenta es qué
papel va a jugar y qué tipo de presiones está ejerciendo el
Ejército en este momento, para no ser usado como chivo
expiatorio en el caso de una solución negociada.
En este momento todo hace pensar que el contenido de la
negociación será más enfocado en garantizar una salida
“segura y suave” a los personajes políticos que han
orquestado burdamente el golpe de Estado, dejando afuera a
los también responsables ligados al poder económico.
También habrá que ver cuáles serán las reacciones de las
organizaciones y países que hasta el momento han negado
cualquier tipo de reconocimiento y diálogo con el gobierno
espurio y, sobre todo, las de los movimientos y
organizaciones sociales, populares y sindicales, que sin
lugar a duda han sido el motor principal del rechazo al
golpe de Estado en el país.
¿Estarán dispuestas a aceptar ese trago amargo de un
gobierno golpista, sentado a dialogar y negociar como una
contraparte?
Al cierre de este artículo, en la mañana de hoy, miércoles
8, las organizaciones que integran el Frente Nacional de
Resistencia Popular culminaban una reunión en la cual
decidieron redactar una carta que será enviada al presidente
Manuel Zelaya antes de que se inicie el diálogo, y un
comunicado que esta tarde (ndr: noche en Montevideo)
será difundido públicamente en todo el país.
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