El
presidente legítimo de Honduras comenzó su viaje hacia la frontera escoltado por
un fuerte contingente de la Policía nicaragüense, el canciller venezolano
Nicolás Maduro y decenas de medios nacionales e internacionales.
Manuel Zelaya y
Edén Pastora |
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René Amador |
Primera etapa:
la histórica ciudad de Estelí, en el norte de Nicaragua, cuna de la
insurrección sandinista contra la dictadura de los Somoza. En Honduras,
los movimientos populares paralizaron el país con tomas de carreteras y de
edificios públicos, mientras centenares de personas se desplazaban hacia la
frontera con Nicaragua.
En medio de
fuertes medidas de seguridad, el presidente Manuel Zelaya Rosales decidió
dejar atrás el fracaso del proceso de mediación fuertemente impulsado por
Estados Unidos y burdamente boicoteado por el régimen de facto de Roberto
Micheletti, y emprendió su viaje de regreso a Honduras.
Una larga
caravana de vehículos se desplazó hacia el norte de Nicaragua llegando a
la ciudad de Estelí cuando ya era noche.
“Ya recorrimos
150 kilómetros y faltan otros 165 que vamos a recorrer mañana, 24 de julio –dijo
el presidente Zelaya en una rueda de prensa improvisada después de su
llegada a Estelí–.
Estamos en
contacto permanente con el secretario de la OEA, José Miguel Insulza,
con Presidentes y Cancilleres de varios países de América Latina, y
obviamente con los amigos de Honduras.
Los golpistas
–continuó Zelaya– pensaron hacer como durante los golpes de hace 40 años,
pero aquí hay un pueblo despierto que sabe pelear por su garantía, como es la
garantía de la vida institucional, de la democracia. Si quieren seguir
manteniendo un régimen con la bayoneta calada y con los rifles, creo que debemos
hacer un llamado a las Fuerzas Armadas para que rectifiquen.
Hablo
especialmente a los soldados que son del pueblo, porque los rifles sirven para
defender al pueblo y no para amenazarlo. Lo que vamos a hacer mañana es defender
la democracia y legitimar mi derecho a regresar a mi país”, dijo el presidente
de Honduras.
El regreso de
Zelaya ha despertado mucha expectativa entre la población hondureña que
ha comenzado un verdadero peregrinaje hacia la frontera con Nicaragua,
denunciando al mismo tiempo una fuerte movilización de contingentes de la
Policía y del Ejército para impedir el ingreso de Zelaya a territorio
hondureño, y un sinnúmero de retenes para impedir que la gente circule
libremente.
“Salí hoy de
Tegucigalpa rumbo a la frontera con Nicaragua y encontré por lo menos
siete retenes de la Policía y del Ejército para impedir que la gente llegue a
esperar a su Presidente –contó René Amador, miembro del Frente
Nacional Contra el Golpe de Estado–.
Paraban los
buses, registraban a la gente e impedían el paso a todos los que se dirigían
hacia la frontera. Aquí el problema no es tanto el personal de migración, sino
los propios militares que están violentando el derecho a la libre circulación.
Hasta nos dijeron que la frontera va a estar cerrada hasta el sábado.
Al final
–continuó Amador– logramos pasar, y entrando a Nicaragua me sentí
muy libre, porque en este momento Honduras es una cárcel. La situación en
la frontera es terrible, con una fuerte presencia del Ejército; sin embargo, la
gente está decidida a movilizarse de cualquier forma”, concluyó mientras
distribuía el periódico del Frente Nacional Contra el Golpe de Estado a
los diferentes medios que esperaban afuera del hotel donde estaba hospedado el
presidente Manuel Zelaya.
Los movimientos
sociales paralizan el país
En víspera del
posible regreso del presidente Zelaya, las organizaciones sociales
y sindicales emprendieron su día 26 de lucha constante, con tomas de carreteras
en todo el país y el llamado a un paro nacional del sector público decretado por
las tres principales centrales sindicales.
“El país entero
está paralizado –contó a Sirel el coordinador del Bloque Popular y
líder histórico del movimiento sindical, Juan Barahona–.
Hay un paro
general en todas las instituciones del Estado y las carreteras están bloqueadas
a nivel nacional. La resistencia sigue. El llamado de las tres centrales
sindicales ha sido efectivo y la gente ha dado una respuesta contundente contra
el golpe de Estado.
Desde el
miércoles 22 de julio la gente se está movilizando hacia la frontera con
Nicaragua, y esto a pesar de los retenes del Ejército y de la represión. La
expectativa por la llegada del presidente Zelaya es muy fuerte”, aseveró
el líder sindical.
Con respecto al
fracaso del proceso de mediación, Barahona dijo que era algo que se
esperaba, porque “la propuesta plasmada en el Acuerdo de San José favorecía
solamente a los golpistas”.
Rumbo a
Honduras
El presidente
Manuel Zelaya comunicó a los periodistas que lo acompañan que
posiblemente hoy, 24 de julio, se acercará aún más a la frontera, visitando las
ciudades norteñas de Ocotal y Somoto. La entrada por algún lugar podría
efectuarse durante la jornada del sábado 25.
“No le temo a
lo que me pueda pasar –dijo Zelaya–, aunque sé que estoy en peligro.
Estoy dispuesto a hacer el esfuerzo y el sacrificio, porque Honduras
necesita cambios. Cuando una persona se quiere meter a la política tiene dos
caminos: el primero es acomodarse con la clase gobernante, con los poderosos,
con los mañosos y vive tranquilo, como un rey, pero sin corona porque el pueblo
lo va a rechazar.
Si, al
contrario, el político quiere hacer cambios y tiene miedo de que lo persigan, de
que lo echen preso, de que lo chantajeen, entonces es mejor que no se meta a la
política. La política es para procurar transformaciones. En Honduras hay
crisis y yo he buscado salidas y soluciones a ella”, concluyó.
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