Las
cumbres sudamericanas y la búsqueda de
un nuevo marco de integración regional
La idea de una Comunidad Sudamericana se
lanzó en 2004, con el propósito de
promover la integración entre los doce
países de la región. En el encuentro
presidencial de Cusco (Perú), celebrado
en diciembre de 2004, se redefinió la
iniciativa apuntando al propósito de
crear una "Comunidad Sudamericana de
Naciones". A pesar de los cambios en el
tono de las declaraciones, todo el
proceso ha estado fuertemente asociado a
liberalizar el comercio regional y
fortalecer los planes de
infraestructura, tales como carreteras y
puentes.
El programa original de la primera
cumbre sudamericana, celebrada en
Brasilia en 2000, era avanzar hacia la
construcción de los "Estados Unidos de
América del Sur", según el presidente de
Brasil, Fernando Henrique Cardoso. A su
juicio ese proceso debía hacerse por dos
movimientos: el primero era un acuerdo
comercial entre la Comunidad Andina y el
Mercosur, y el segundo era la
integración física.
Según Cardoso, la "espina dorsal de
América del Sur como espacio económico
ampliado" era el vínculo Comunidad
Andina-Mercosur, que debían converger en
la creación de un "espacio económico".
Los gobiernos podrían tener diferencias
sobre aspectos instrumentales, pero
todos ellos compartían la creencia en
una liberalización comercial para
generar crecimiento económico. Desde
aquel entonces hasta hoy las ideas de
integración como "espacio económico",
"espacio económico ampliado" y la
búsqueda de "convergencia" aparecen una
y otra vez.
Las acciones concretas convergieron en
el IIRSA. Los proyectos más importantes
comenzaron a gestarse alrededor de
Brasil, como las conexiones carreteras
hacia Perú, Venezuela y Guyana, y la
interconexión eléctrica con Venezuela.
En todos estos casos fueron necesarios
apoyos financieros importantes, pero que
a diferencia de otras iniciativas no
sólo contaron con el aporte del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) o el
Banco Mundial, sino que cobró
protagonismo una institución financiera
sudamericana, la Corporación Andina de
Fomento, y más recientemente el Banco de
Desarrollo Económico y Social (BNDES) de
Brasil.
Se realizaron otros encuentros
presidenciales, hasta que en un tercer
cónclave, que tuvo lugar en Cusco, en
2004, se invoca la creación de una
"comunidad" sudamericana. Sus
principales defensores eran los
presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula
da Silva, y de Perú, Alejandro Toledo,
junto al apoyo significativo del
presidente del comité de representantes
permanentes del Mercosur, el argentino
Eduardo Duhalde.
La reacción de los demás más países fue
muy diversa; algunos miraban con
cautela, y otros, como Argentina,
Paraguay y Uruguay, no estuvieron
representados por sus presidentes, en
tanto reclamaban solucionar los
problemas dentro del MERCOSUR antes de
iniciar una nueva aventura regional.
La percepción generalizada era que la
propuesta de una "comunidad"
sudamericana era un interés
esencialmente brasileño, y en especial
asociado a acentuar los vínculos de su
país con las naciones andinas.
El propósito de una comunidad de este
tipo es muy ambicioso. América del Sur
cubre 17,7 millones de km2, con una
población de 376,5 millones de personas
y un PIB total de 1,229 billones de
dólares (millones de millones, cifras
para el año 2005).
Si bien las declaraciones a la prensa en
algunos casos fueron muy floridas, en
Cusco los presidentes no firmaron un
tratado o un convenio vinculante que
desencadenara acciones concretas, sino
que apenas subscribieron una
"declaración".
La meta señalada en la "Declaración de
Cusco" es construir un "espacio
sudamericano integrado". Ese objetivo se
lograría por los siguientes procesos:
concertación y coordinación política, un
acuerdo de libre comercio entre los dos
bloques regionales (Comunidad Andina y
Mercosur), y con Chile, Suriname y
Guyana, la integración física,
energética y en comunicaciones, la
armonización de políticas en desarrollo
rural y agroalimentario, la cooperación
en tecnología, ciencia, educación y
cultura, y la integración entre empresas
y sociedad civil.
Las acciones concretas propuestas en
Cusco fueron escasas. Los presidentes
accedieron a establecer un programa de
acción que avanzara poco a poco,
aclararon que no buscan crear una nueva
institucionalidad sino apoyarse en la
que ya existía, y encargaron a sus
ministros de Relaciones Exteriores la
presentación de propuestas más
específicas.
A pesar de la generalidad en los
acuerdos, la cita presidencial en Cusco
tuvo importantes efectos en la opinión
pública y en el marco de discusión de
los procesos de integración
continentales. Se convirtió en un nuevo
"punto de partida" de la vinculación
dentro de América del Sur. Las cumbre
anteriores parecen haber caído casi en
el olvido y se ha llegado incluso a
renombrarlas. La cuarta cumbre celebrada
en 2005 en Brasil pasó a ser la Primera
Cumbre de la Comunidad Sudamericana de
Naciones y la que sería la quinta
reunión presidencial, que se celebrará
en diciembre en Cochabamba, será la
Segunda Cumbre de la Comunidad
Sudamericana de Naciones. Asimismo, a
partir de Cusco se instaló la idea de
una comunidad en construcción, a pesar
de los pocos acuerdos concretos que
realmente se aplicaron.
En la propuesta aprobada en Cusco se
pone una vez más el acento en una
integración basada en convenios de libre
comercio y en que esto se lograría en
especial por la integración física. Es
muy arriesgado sostener que allí se
generó una nueva visión sobre la
integración, y es bueno recordar que al
menos cuatro de los países firmantes
estaban decididamente volcados hacia los
tratados de libre comercio con Estados
Unidos.
En Cusco se redefinió IIRSA, reduciendo
la enorme lista de trescientos proyectos
a treinta y uno específicos. Además se
firmaron otros convenios, destacándose
el puente internacional que une la
Amazonia de Brasil con la del Perú (Acre
con Madre de Dios). En todos los casos
los emprendimientos son interconexiones,
y nada se avanzó en promover el
desarrollo local ni en la articulación
económica.
En el siguiente encuentro, en 2005, se
aprobó una institucionalidad mínima y se
establecieron ocho áreas de acción
prioritaria: diálogo político;
integración física; medio ambiente;
integración energética; mecanismos
financieros sudamericanos; asimetrías;
promoción de la cohesión social, la
inclusión social y la justicia social; y
telecomunicaciones.
El problema del programa de la Comunidad
Sudamericana de Naciones es su énfasis
en el comercio y en la infraestructura,
sin incorporar otros aspectos del
desarrollo. Estos vacíos han quedado aún
más en evidencia, al ser señalados por la
carta abierta enviada por el presidente
Evo Morales, de Bolivia, como una
propuesta de trabajo frente a la próxima
reunión en Cochabamba. Entre otros
temas, Morales advierte que los planes
en carreteras y puentes no pueden ser
meras vías de paso para las
exportaciones, sino que deben generar
desarrollo local y regional. Además
reclama otros compromisos sociales y
ambientales.
La próxima cumbre presidencial enfrenta
de esta manera el desafío de poder
superar los viejos énfasis comerciales,
y pasar a incorporar una visión más
amplia del desarrollo, no sólo como una
tarea que cubre otros aspectos, como los
culturales, sociales y ambientales, sino
también como un esfuerzo que debe
hacerse entre varias naciones.
Eduardo Gudynas*
Adital
28 de noviembre de 2006
*
Analista de Información de CLAES D3E
Ilustración: macchianera.net
Volver
a Portada