Brasil

Con Jair Krischke

A cuarenta años del golpe de Estado

Heridas que no cierran

 

Fundador y ex presidente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos de su país, Krischke recuerda los primeros momentos del golpe que, en 1964, dio inicio a 21 años de dictadura militar, y analiza la situación actual, en que las fuerzas armadas desde las sombras continúan gravitando en las esferas de poder.

 

 

-Al principio nos imaginábamos que se trataba de otro de los tantos golpes de Estado que se sucedían en América Latina, pero luego nos vimos sorprendidos. Descubrimos que se trataba de un golpe distinto, que a la postre representaría el primer quiebre de las instituciones democráticas parido por la Doctrina de la Seguridad Nacional.

 

Yo siempre digo que la dictadura en Brasil registra dos etapas: una que va de 1964 a 1968, y otra que comienza el 13 de diciembre de este último año, cuando se produce un golpe dentro del golpe con el Acto Institucional 5. A partir de allí se habilita la detención de personas sin justificación alguna y su traducción ante la justicia militar, luego de haberlas mantenido incomunicadas durante un período indeterminado. Es entonces que la situación se endurece bárbaramente, que la tortura empieza a campear de manera absurda, que se producen asesinatos y que tiene lugar una fuerte emigración por motivos políticos.

 

-En buena medida Brasil fue el laboratorio para otras experiencias dictatoriales.

 

-Lo fue. Muchos militares brasileros frecuentaron la Escuela de las Américas de Panamá, que fue el centro de formación de dictadores y torturadores administrado por Estados Unidos. Algunos alumnos destacados de nuestro país prestaron servicios en técnicas de tortura en Uruguay, Argentina y Chile. En el Estadio Nacional de Santiago, los presos comentaban que allí había torturadores que hablaban portugués.

 

De Brasil fue exportado el "pau de Araras", una conocida técnica de tortura también llamada "periquera".

 

-Sobre esas heridas que todavía sangran se ha tendido un manto de silencio...

 

-Sí, sí. Es un tema que todavía no se resolvió, seguimos con el problema como si fuera ayer. Los militares brasileños desalojaron las calles, pero siguen mandando en el país como si estuvieran en el poder.

 

Durante la administración de Fernando Collor de Melo se promulgó una ley sobre la desclasificación de documentos secretos, copia fiel de la ley estadounidense. En Estados Unidos este mecanismo funciona: hace algunos días se difundieron allí una serie de documentos que refieren al golpe militar en Brasil y al papel de Estados Unidos en él. La ley brasileña, en cambio, fue derogada por el presidente Fernando Henrique Cardoso poco antes de abandonar el poder, el 27 de diciembre de 2002. El 30 de diciembre se publicó en el Diario Oficial un decreto que prolongaba los plazos para hacer públicos los documentos sobre la dictadura.

 

Cuando Lula asumió el gobierno federal varias organizaciones de derechos humanos le solicitamos que se respetara la ley, ya que considerábamos que el decreto de Cardoso era inconstitucional, pero su respuesta fue negativa.

 

Los militares brasileros siguen estando omnipresentes, y presionan para que la historia permanezca escondida. Una verdadera infamia.

 

 

Gerardo Iglesias

© Rel-UITA

15 de abril de 2004

 

 

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