El
presidente Bush recorrerá estos días
varios países de América Latina (Brasil,
Uruguay, Colombia, Guatemala y México) y
en buena medida promoverá el
antiimperialismo. En todos los países
varían las respuestas a la gran
pregunta: ¿cuáles son los objetivos que
se plantea el señor Bush?.
En Estados Unidos, Nicholas Burns,
subsecretario de Asuntos Políticos,
espera que la visita a Brasil permita
convencer al presidente Lula a
que ayude a impedir el deslizamiento de
la región hacia la izquierda. En otras
palabras, que el propósito del gobierno
estadounidense es neutralizar a la
revolución bolivariana y el frente de
países progresistas o de izquierda que
integra y promueve. Pero ya antes de
toda entrevista Lula habló con
claridad: “Respeto la soberanía de cada
país”, ha dicho. Y agregó: “Creo que no
hay espacio para que discutamos
problemas de otros países”.
Brasil,
además, defendió el ingreso de
Venezuela al Mercosur y –con
debates intensos, o sea, no sin lucha–
el bloque regional sudamericano ha
resistido hasta hoy las ofertas
estadounidenses de acuerdos binacionales
de comercio: los procelosos Tratados de
Libre Comercio (TLC).
Kirchner,
presidente argentino, por su parte, en
su último viaje a la República
Bolivariana de Venezuela comenzó por
despejar algún equívoco de Estados
Unidos; dijo, claramente, que de
ninguna manera iba a tratar de
interferir con la política de Chávez.
Por su parte, el Washington Post acaba de admitir que
la gira de Bush quedará
ensombrecida por la presencia del
presidente de Venezuela en
Argentina. Allí, además de las
reuniones oficiales con el presidente
Kirchner y demás, nada menos que la
prestigiosa organización de las
Madres de Mayo, entre otras,
preparan un acto multitudinario como
recepción al presidente Chávez.
Una legisladora del Partido Demócrata de Estados Unidos,
Hilda Solís, ha considerado
positivo que el presidente Bush
preste atención, finalmente, al patio
trasero. Muchos conocen, sin embargo, en
los pueblos del sur, hacia dónde puede
empujar esa actitud; porque es obvio que
(con atención o no hacia “el patio
trasero”) la primera de las propuestas
es el libre comercio, que significa,
concretamente, la apertura unilateral de
las economías a los productos del
imperio. En Uruguay, donde las
fuerzas políticas se dividieron
recientemente –dentro y fuera del
gobierno– entre los partidarios de un
TLC y quienes denunciaban el modelo
propuesto, la oposición de los llamados
partidos tradicionales ha criticado al
Poder Ejecutivo, porque finalmente se
negó a aceptar (“tómelo o déjelo”) un
modelo como el adoptado por Perú.
Pero los partidos de derecha ni siquiera
analizan las consecuencias de los TLC
en otros países. Ningún medio de
comunicación ha informado, por ejemplo,
los efectos que se han registrado en
México. Para señalar apenas algún
dato: en un extenso análisis de las
consecuencias del TLC, Emilio
Alvarez Icaza, presidente de la
Comisión de Derechos Humanos del
Distrito Federal, ha informado que “los
empleos prometidos no llegaron y cerca
de la mitad de la población, unos 55
millones de mexicanos, vive en la
pobreza” (…) “El TLC no inventó
la pobreza, pero la ha agravado”.
Nuestra lucha
es junto a
nuestros
hermanos
latinoamericanos.
También lo fue
cuando Artigas,
Bolívar y San
Martín. Y porque
aquellas luchas
terminaron con
el exilio de
ellos tres es
que emprendemos
ahora la segunda
emancipación
latinoamericana.
(Líber
Seregni) |
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Después de las experiencias vividas: los golpes de Estado, la
formación de militares en la Escuela
de las Américas (donde se preparó a
los golpistas) la larga historia de los
marines, la política de Monroe y
demás, que se planteó verbalmente como
“América para los americanos” y, en los
hechos, como “América para los
norteamericanos”, tanto como el
neoliberalismo y demás orientaciones
impuestas por intermedio de organismos
como el Fondo Monetario son
demasiado conocidas como para que
amplios sectores populares no deduzcan
las causas de la concentración de la
riqueza y la multiplicación de la
pobreza.
Esporádicamente se venía planteando, desde largo tiempo
atrás, frente a la balcanización que
siguió –promovida por el interés ajeno–
a la primera independencia, la necesidad
de la unidad en la Patria Grande
latinoamericana. Pero hoy la conciencia
antiimperialista ha avanzado. La
experiencia ha fortalecido a las
corrientes progresistas y socialistas.
Venezuela encabeza una línea de
liberación junto a Cuba,
Bolivia y Ecuador. La
victoria del sandinismo en Nicaragua
parece abrir otro camino en la misma
dirección.
El entendimiento entre dos países importantes, como Brasil
y Argentina, puede constituir,
sin duda, un punto básico hacia “la
nación de Repúblicas” con la que
soñaron los héroes de la primera
independencia. Al polo más definidamente
progresista que muestra la realidad de
la “América nuestra”, podrían sumarse
países como Uruguay y Chile.
Pero ninguna posición podrá tomarse sin
debate ideológico y confrontación de
intereses. Aunque el gobierno
progresista del doctor Tabaré Vázquez
ha explicado que no deja su línea
tradicional (nacional, democrática y
antiimperialista) por recibir a un
presidente de un país con el que
mantiene relaciones y comercio. En el
propio Frente Amplio –partido
ampliamente mayoritario en la última
elección–, en oposición a quienes verían
bien un TLC, como el fuerte
sector que apoya al ministro de
Economía, estos días se ha recordado que
una figura fundacional, el fallecido
general Líber Seregni, que pasó
largos años preso por la dictadura, en
el primer acto público de la fuerza
política que hoy gobierna dijo,
claramente: “Nuestra lucha es junto a
nuestros hermanos latinoamericanos.
También lo fue cuando Artigas,
Bolívar y San Martín. Y
porque aquellas luchas terminaron con el
exilio de Artigas, Bolívar
y San Martín, es que emprendemos
ahora la segunda emancipación
latinoamericana”. Priorizar ese camino
hacia la segunda independencia parece
obviamente contrario a la política del
gobierno estadounidense.
El presidente Bush promoverá, claramente, una línea contraria a la
integración latinoamericana. Las
derechas de los países del sur,
objetivamente, están alineadas en esa
dirección. Ni por asomo se plantean que
el imperialismo no es producto de la
maldad de un Presidente o de un equipo,
sino la resultante fatal de una poderosa
organización capitalista. Pero
importantes sectores populares ya no
necesitan interrogarse si es exacto, o
no, que “el capitalismo no ha conocido
ninguna forma de existencia capaz de
prescindir de la expansión y explotación
colonial”, como enseñara el líder
socialista uruguayo Vivián Trías.
En el mundo de hoy tienden a conformarse grandes espacios. Un
ejemplo es la Comunidad Europea,
que ha tenido y tiene dificultades, pero
avanza en el interés de sus integrantes.
Frente a los espacios de integración de
América Latina, que
apuntan hacia la Patria Grande,
Estados Unidos se propuso crear
un espacio de libre comercio desde el
Río Grande, en el norte, hasta Tierra
del Fuego. Ese proyecto (ALCA)
fracasó. Y rápidamente, con los mismos
objetivos, el gobierno norteamericano
buscó concretarlo a través de los
acuerdos bilaterales: los TLC.
Los caminos, opuestos, están trazados, aunque no todos los
adviertan o quieran advertirlos con
claridad.
Fidel Castro,
por cuya voz muchas veces habló “nuestra
América” ha advertido que la gira del
presidente Bush por América
Latina pretende dividir y
revertir el proceso de cambios iniciados
con la llegada de gobiernos progresistas
y revolucionarios en la región.
Una clave, para los sectores de izquierda, será debatir esas
realidades con argumentos, sin
precipitar divisiones, que siempre hacen
el juego a la derecha. Avanzar,
clarificando conceptos (como la
determinación de los lineamientos de la
política del imperialismo, y cuál es el
camino de la liberación latinoamericana)
puede ser, según importantes sectores,
la tarea que debe desarrollarse con
serenidad, argumentos y firmeza.
La central obrera uruguaya (PIT-CNT), la Federación
Uruguaya de Cooperativas de Viviendas
por Ayuda Mutua (FUCVAM), la
Federación de Estudiantes Universitarios
del Uruguay (FEUU), la
Organización Nacional de Asociaciones de
Jubilados y Pensionistas, los
gubernamentales Partido Comunista y
Movimiento de Participación Popular, así
como doce coordinadoras de base del
Frente Amplio son las organizaciones más
importantes que han convocado a una gran
manifestación, contra la presencia del
presidente Bush. Ya en los
primeros párrafos de la proclama que se
leerá se cita a Bolívar: “Los
Estados Unidos parecen destinados
por la Providencia para plagar la
América de miserias a nombre de la
libertad”. En los pueblos no rigen, como
es obvio, las máscaras pragmáticas que
impone el protocolo.
En Montevideo, Guillermo Chifflet
© Rel-UITA
9 de marzo de 2007
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