Estados Unidos

 

La guerra se ha perdido

 


El nuevo secretario de defensa de Estados Unidos, Robert Gates, ha dicho una gran verdad que es aplicable a Irak pero que se puede trasladar a todas las guerras de la historia.
 

En su comparecencia en el Senado para ser ratificado como nuevo responsable del Pentágono, Gates dijo que, "una vez que se ha declarado una guerra, sus consecuencias son impredecibles".

El Alto Estado Mayor alemán estaría de acuerdo con Gates al comprobar la catástrofe provocada en Europa por la alegría de desatar una guerra que causó millones de muertos y destruyó a cuatro imperios implicados en 1914. Lo mismo podía haber pensado Napoleón cuando quiso fomentar la unidad europea con la fuerza de la Grande Armée. Y Hitler en 1939 cuando ordenó el despliegue de sus divisiones por las llanuras de Polonia. Milosevic pensaba que sus ideas sobre la Gran Serbia podían completarse con el sometimiento de todos los pueblos que habían formado la federación yugoslava. Cuando Breznev decidió la invasión de Afganistán en 1979 no sospechaba que acabaría con la que parecía indestructible Unión Soviética.

El presidente Bush dijo hace poco que las "cosas no iban bien en Irak". El jefe del Alto Estado Mayor, Peter Pace, afirmó que no sabía si Estados Unidos estaba ganando o perdiendo la guerra. Pero Robert Gates respondió con un lacónico "no, sir", a la pregunta de si se estaba ganando la guerra en Irak.

Toda guerra es la sustitución de la razón por la fuerza. Incluso las guerras justas causan tantos daños colaterales que quienes las declaran tendrían que pensárselo varias veces. Si una gran mentira fue el pretexto para causar más males que los que se pretendía evitar, es lógico que las consecuencias de la invasión de Irak sean catastróficas a juzgar por los
cientos de miles de víctimas y por la situación de guerra civil que causa decenas de muertos cada día.

El ex secretario de Estado James Baker acaba de hacer público su esperado informe sobre cómo salir del laberinto iraquí. Hace 79 recomendaciones, ninguna de ellas optimista. El informe advierte que la situación empeora gradualmente y existe el riesgo de convertirse en un caos y provocar una catástrofe humana.

El informe no aconseja la retirada inmediata de Irak. Pero sí que recomienda un cambio de política en Washington que implique abrirse al diálogo con Irán y Siria y ayudar a los iraquíes para que puedan salir de la indefensa confusión en la que se encuentran.


LLUÍS FOIX
La Vanguardia

7 de diciembre de 2006

 

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