Paraguay
Con Tomás Zaya
La miseria campesina ante
la inercia oficial
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Más de la cuarta parte
de los habitantes de las zonas rurales de Paraguay viven en condiciones de
extrema pobreza. La pasividad que han demostrado los gobiernos que se han
sucedido en los últimos años para enfrentar esta situación, contrasta con
el papel cada vez más activo del campesinado, que ha incluso adquirido
protagonismo político.
El grave
problema social de la miseria en el campo se ha acrecentado en los últimos
años. Sumado a la crisis económica que sufre el país desde 1999, ha
convertido al sector rural en “una bomba de tiempo que no tardará en
explotar”, según lo pronosticado por el líder campesino Tomás Zayas, de la
Asociación de Agricultores del Alto Paraná (Asagrapa).
Datos
oficiales publicados en la Encuesta Integrada de Hogares de la Dirección
General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC) señalan que la
población rural pobre asciende a un millón cien mil personas, 41,3 por
ciento del total. De esta cantidad, unas 690 mil se encuentran en la
franja de pobreza extrema, o sea el 25,6 de los habitantes del campo
paraguayo.
A su vez,
un informe elaborado con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD) dado a conocer el año pasado ubica a Paraguay en el
grupo de las naciones más pobres del mundo, un rango que en el continente
americano sólo comparte con Haití y Bolivia. Otro reporte, preparado por
Samuel Morley, del Instituto de Investigación de la Política Alimentaria
Internacional, señala por su lado que en este país la miseria rural
aumentó o se mantuvo constante desde 1980, inclusive durante períodos
prósperos para la economía en su conjunto, al tiempo que la pobreza urbana
decrecía. En la actualidad, más de 100 mil familias viven en condiciones
de pobreza extrema en el campo. Morley se encargó de analizar varias
encuestas realizadas desde 1980. Según los datos que recabó, en 1999 el
26,5 por ciento de la población rural paraguaya vivía en la pobreza
extrema, contra apenas el 3,1 por ciento de los habitantes de Asunción y 6
por ciento en el área total urbana. Esto supone que en 1999 la población
en pobreza extrema era exclusivamente rural, ya que casi 80 de ella estaba
radicada en el campo. La crisis económica que afronta el país ha
contribuido a tornar aun más crítico un problema que ya era bastante serio
hace más de dos décadas.
Para
Morley, la pobreza en el Paraguay y su lento desarrollo se originan en el
desaprovechamiento de los recursos de la tierra y del trabajo. “Existe una
gran mano de obra campesina dispuesta a trabajar, pero sin acceso a las
salidas complementarias de la tierra, la asistencia técnica y el crédito
necesario para ganar un nivel de vida adecuado. Al mismo tiempo, todavía
hay una fuente grande de tierra poco utilizada”, indica en su informe el
investigador.
Sin
respuesta oficial
La falta
de respuestas para combatir la pobreza rural alentó la consolidación de
las organizaciones campesinas, a punto tal que hoy constituyen una
importante fuerza política. Los malos años agrícolas también incidieron en
este último tiempo en el lento crecimiento de la economía. Un Informe
sobre Pobreza Rural en el Paraguay da cuenta de que “el gobierno no está
organizado como para dar un mayor apoyo técnico a los agricultores. A esto
se suman un mercado no desarrollado para productos potenciales y los
constantes problemas del sector para acceder a créditos. Como Paraguay aún
es de cierta forma rural, la pobreza en este sector marca de manera
determinante la situación nacional. Encontrar estrategias para reducir la
pobreza rural debe ser la clave para cualquier solución a la pobreza
general del país”, destaca el documento.
Pobreza con rostro rural
50 mil familias no
poseen tierra alguna |
30 mil se
encuentran en nuevos asentamiento |
36 mil familias son
minifundistas de residencia |
68 por ciento de
ocupantes de lotes no tienen título de propiedad |
65 por ciento de las
pequeñas fincas están en crisis o han sido abandonadas |
41 por ciento de la
población rural es pobre |
26 por ciento se
encuentra en la franja de pobreza extrema |
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El líder
campesino Tomás Zayas indicó que ninguna de las administraciones que se
sucedieron en los últimos 15 años en el gobierno, tras la caída del
dictador Alfredo Stroessner, ha sabido dar una respuesta seria y
contundente a los reclamos campesinos. La solución al grave problema
social del sector rural, observó, no se dará sólo con la voluntad política
de los gobernantes, sino con la puesta en marcha de programas integrales
de desarrollo agrario. En este sentido, Zayas criticó al actual presidente
Nicanor Duarte Frutos, quien durante su campaña electoral y desde que
asumió el poder hace ya tres meses, se ha limitado a reiterar un discurso
de muchas promesas y poca acción. “El campesinado siente que el gobierno
de Nicanor tampoco
cuenta
con una respuesta adecuada y real para nuestros reclamos. El problema no
se soluciona solamente con voluntad política, sino con la elaboración de
un programa de desarrollo agrario, aunque aún no contamos con indicios
ciertos de que esto se pueda concretar”, comentó Zayas. “Vemos con
decepción que los sucesivos gobiernos paraguayos se han limitado a
fortalecer la agroexportación, o sea la producción de soja y ganado. Esto
significa la exclusión total de los pequeños productores, quienes cada vez
se encuentran más desamparados y más desesperados”, agregó.
La Mesa
Coordinadora de Organizaciones Campesinas (MCNOC), que concentra a la
mayoría de los grupos de labriegos existentes en el país y de la que
también forma parte Asagrapa, se encuentra elaborando una propuesta
alternativa de desarrollo integral que espera proponer al gobierno en
breve. “Ya hemos presentado un proyecto de desarrollo agrario al Poder
Ejecutivo, pero queremos seguir profundizando el debate, por lo que vamos
a insistir para que podamos sentarnos a dialogar”, dijo el líder
campesino. Zayas comentó que si el Estado no responde de manera urgente a
los reclamos de los sectores productivos, la situación del campesinado se
agravará a tal punto que podría derivar en un estallido social. “Estamos
rallando la desesperación”, aseguró.
Oídos
sordos a los reclamos
El Informe
de Pobreza Rural indica asimismo que la población pobre y muy pobre en
Paraguay representa un desafío social, económico y político que los
sucesivos gobiernos no han podido superar. Los campesinos han organizado
propuestas y marchas nacionales exigiendo mejores precios, más créditos y
acceso a tierras. Desde 1994, cada año han llevado a cabo grandes
movilizaciones en pos de esos reclamos, pero sin mayores resultados.
Además, se sucedieron ocupaciones y otras acciones que forzaron a los
gobiernos de turno a improvisar esquemas de soluciones a estos conflictos,
pero desde el poder nunca se desarrollaron respuestas globales que
favorezcan a todo el sector.
Aunque el
campesinado jamás obtuvo todo lo reclamado, recalca el Informe, hoy se ha
convertido “en una importante fuerza política en una situación política
muy inestable y volátil”.
Uno de los
ejemplos claros de la lucha que mantienen los campesinos desde la caída de
la dictadura se dio el 2 de octubre, cuando los labriegos afincados cerca
de la ciudad de Hernandarias, en el Departamento del Alto Paraná, se
enfrentaron a la policía para evitar el desalojo de sus pequeños ranchos y
sus pocos cultivos. El enfrentamiento estuvo liderado, en su mayoría, por
mujeres jefas de hogar, muchas de ellas embarazadas, dejando como
resultado trágico una persona muerta y muchas otras heridas. La policía
“se lavó las manos”, alegando que la bala que mató a la víctima provino de
los propios labriegos y no de las fuerzas represoras, algo que,
probablemente, nunca podrán demostrar fehacientemente. Tomás Zayas culpó
del abuso a la integridad de las familias campesinas a los miembros de la
Fiscalía General del Estado, quienes autorizan este tipo de intervenciones
presionados por los sectores de mayor poder del país. Estos hechos sólo
ponen al descubierto la desprotección en que vive el campesino paraguayo y
la falta de voluntad oficial para resolver los conflictos que resultan una
constante en los últimos años.
“La lucha
campesina y el descontento de nuestro sector se irá incrementando. No
tengo dudas de eso. Nuestra gente tenía esperanza y estaba muy ilusionada
con que el gobierno de Nicanor cambiaría en algo las cosas. Incluso le
otorgó el tiempo necesario para que reaccionara. Ese tiempo ya se cumplió,
y no hay señales de respuestas concretas a nuestros problemas”, proclamó
Zayas.
Campesinos sin tierras
Un
problema constante para los campesinos reside en el acceso a la tierra.
Esta situación desembocó en un notorio aumento del número de invasiones a
propiedades inexplotadas de los grandes terratenientes, quienes concentran
la mayor cantidad de tierras en Paraguay, un vicio que se originó durante
la dictadura de Stroessner. El general se encargó de distribuir grandes
extensiones de propiedades a sus amigos cercanos o a personajes muy
vinculados con su gobierno, haciendo figurar las concesiones como
supuestas ventas a costos realmente irrisorios en los archivos del
Instituto de Bienestar Rural (IBR), institución recientemente
desaparecida.
Los
últimos datos porcentuales indican que aproximadamente 50 mil familias
paraguayas no poseen tierra alguna, en tanto otras 30 mil se encuentran en
nuevos asentamientos, señala el estudio de Estrategia Nacional de
Reducción de la Pobreza y la Desigualdad, de la Secretaría de Acción
Social (SAS) de la Presidencia de la República. El informe puntualiza que
unas 36 mil familias se ubican en la categoría de minifundistas de
residencia. Sumado este grupo a los dos anteriores se estaría ante un
total de 790 mil personas. Por su parte, Zayas maneja datos estadísticos
similares, que subrayan la situación de desamparo en que se encuentran las
familias agricultoras del país. Según señaló el líder campesino, 68 por
ciento de los pequeños ocupantes de lotes para el cultivo no tienen título
de propiedad. Además, el 65 por ciento de las fincas pequeñas están en
crisis o ya han sido abandonadas. “Podemos concluir que en los próximos
años casi la mitad de los pequeños propietarios perderán sus tierras. El
abandono acelerado del campo por parte de los labriegos desesperados
podría ocasionar un desborde social muy grave para el país. Esto en el
caso que el actual gobierno no ponga freno a esta situación mediante
soluciones viables que alcancen por igual a todos los componentes del
sector agrícola”, sentenció el dirigente.
Migración y desarraigo
El informe
sobre Pobreza consigna igualmente que ante la falta de una respuesta
oficial a los problemas en el campo, las familias rurales han buscado
paliativos en otras actividades. “Uno de los principales canales por los
cuales las familias rurales han escapado de la pobreza es por haber
encontrado un empleo fuera de la granja”, indica el documento.
Para Zayas,
sin embargo, esto tampoco resulta una real solución al problema, porque la
pobreza que afecta al campesinado ha dado paso a otro fenómeno muy
reiterado en los últimos años: la migración del campo hacia las ciudades,
especialmente hacia Asunción. Como consecuencia, han crecido los bolsones
de población marginada en la capital, sobre todo en la ribera del río
Paraguay, en las zonas conocidas como “bañados”.
El
dirigente campesino señaló que la migración tampoco resulta una garantía
de sobrevivencia para los campesinos, pues la mayoría de los labriegos no
cuenta con un oficio opcional que le permita generar una entrada económica
para vivir dignamente en la ciudad. “Lo que pueda suceder con los
campesinos es impredecible, pues la gente no encuentra alternativas ni el
campo ni en la ciudad”, concluyó Zayas.
Rosalía
Ciciolli
©
Rel-UITA
17 de
octubre de 2003 |