Nicaragua

           

Elecciones en Nicaragua

Un país con la paz prohibida

 

A dos años de estar nuevamente gobernando el país, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) se presentó a estas elecciones municipales con la presión de que fueran un verdadero referéndum sobre su gestión, y en medio de una campaña mediática que advertía sobre un posible fraude electoral. En medio de una fuerte polémica, el FSLN se habría adjudicado más de 90 de los 146 municipios.

 

Con casi el 90 por ciento de las Juntas Receptoras de Votos (JRV) escrutadas, el FSLN no solamente reconfirmaría el exitoso resultado electoral del 2004 (87 alcaldías), sino que ampliaría hasta 94 de 146 los municipios que el partido de gobierno administraría a partir del próximo año: entre ellas, diez de las 16 cabeceras departamentales.

 

La alianza opositora: Alianza Partido Liberal Constitucionalista/Movimiento Vamos con Eduardo (PLC/VCE), con el apoyo externo del Partido Conservador (PC) y el socialdemócrata Movimiento Renovador Sandinista (MRS) -estos dos últimos privados de su personería jurídica a pocos meses de las elecciones-, lograron ganar solamente entre 45 y 49 alcaldías, demostrando una vez más la crisis que la derecha está viviendo a nivel de gobiernos municipales. En ocho años, la presencia de sus representantes al mando de las alcaldías se redujo a menos de la mitad.

 

Finalmente, la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) ganó en las restantes tres alcaldías. Por otra parte, el porcentaje de abstencionismo se ubicaría entre el 50 y el 55 por ciento.

Estas elecciones fueron presentadas por la oposición como un verdadero referéndum a favor o en contra del gobierno de Daniel Ortega, y estuvieron precedidas por una campaña orquestada desde medios de comunicación y sectores nacionales e internacionales, que desde hace meses alertaban sobre la posibilidad de un gigantesco fraude electoral

 

Estas elecciones, a pesar de ser municipales y con características diferentes según el municipio en que se desarrollaran, fueron presentadas por la oposición como un verdadero referéndum a favor o en contra del gobierno de Daniel Ortega, y estuvieron precedidas por una campaña mediática orquestada desde medios de comunicación y sectores nacionales e internacionales, que desde hace meses alertaban sobre la posibilidad de un gigantesco fraude electoral.

 

A crear más suspicacias contribuyó en parte el mismo gobierno al apoyar la decisión del Consejo Supremo Electoral (CSE) de no acreditar a las tradicionales organizaciones de observación internacionales, como el Centro Carter y la OEA; y nacionales, como el Instituto para el Desarrollo y la Democracia (IPADE) y Ética y Transparencia (EyT).

 

Las únicas organizaciones que pudieron dar seguimiento al proceso electoral fueron las que integran los magistrados de América Latina y el Caribe, que son parte del Protocolo de Tikal y Quito y del Consejo de Expertos Electorales de América Latina (CEELA).

 

La elección en la que todo el mundo se fijó fue la de Managua, donde el candidato oficialista, el ex tricampeón mundial de boxeo, Alexis Argüello, se enfrentaba ya no en el ring, sino en la lucha política, a su contrincante del PLC/VCE, Eduardo Montealegre, un ex banquero recientemente demandado por casos de corrupción y candidato del ex presidente y reo Arnoldo Alemán.

 

Dos días antes de las elecciones, el candidato liberal había declarado a la prensa extranjera que “El patrón de las últimas elecciones revela que cuando los partidos demócratas van unidos el Frente nunca gana. Así que si el domingo ganara el candidato del gobierno habría que hacer una profunda investigación”. Además, no quiso contestar si frente a una posible derrota iba a reconocer los resultados.

 

Eso fue el preludio de lo que ocurriría pocos días después, cuando con el 30 por ciento de los votos escrutados y con Argüello encabezando el conteo por 7 puntos, Eduardo Montealegre decidió declararse ganador y denunciar un supuesto fraude colosal en todo el país, haciendo además un llamado a sus simpatizantes y militantes para que se lanzaran en las calles a celebrar y defender el voto. Como prueba de las acusaciones presentó una cantidad de aproximadamente 2.000 copias de las actas electorales que le fueron entregadas por los fiscales de la Alianza. Hasta la fecha nadie miró estas actas, y al CSE le presentó solamente dos.

 

Pese a la declaración de los observadores del CEELA y del Protocolo de Tikal y Quito de que el proceso electoral había transcurrido sin mayores problemas, la decisión de Montealegre de lanzar su gente a las calles de Managua fue uno de los elementos que ocasionó el comienzo de violentos enfrentamientos entre los dos bandos, que rápidamente se extendieron a todo el país provocando un muerto y numerosos heridos.

 

Los medios de comunicación contribuyeron también a crear esta situación de grave inestabilidad, algunos de los cuales siguieron alimentando esa campaña mediática para que se desvirtuara el resultado de las elecciones.

 

Montealegre y la Alianza PLC/VCE siguen insistiendo en que tienen las pruebas de que hubo fraude (pero no las exhiben) y reiteran que no van a reconocer los resultados del CSE en Managua y, posiblemente, en el resto del país. Además, apoyados por la empresa privada y la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), están pidiendo el recuento de votos en presencia del Centro Carter, la OEA y el PNUD

La decisión de Montealegre de lanzar su gente a las calles de Managua fue uno de los elementos que ocasionó el comienzo de violentos enfrentamientos entre los dos bandos, que rápidamente se extendieron a todo el país provocando un muerto y numerosos heridos

 

El FSLN y su candidato Alexis Argüello, por su parte, celebran el triunfo arrasador de este partido y de sus candidatos y candidatas (se candidatearon 50 por ciento de hombres y otro tanto de mujeres), acusando a sus adversarios de estar preparando una campaña para desprestigiar y desestabilizar al gobierno, tratando de involucrar a instancias internacionales como la OEA, la UE y la comunidad donante, que en el pasado ya tuvieron serios roces con el gobierno de Ortega.

 

La reacción de los magistrados del CSE no se hizo esperar y en un comunicado que circuló entre los medios de comunicación, la máxima autoridad electoral acusó al candidato de la Alianza PLC/VCE de estar promoviendo el desorden en el país y lamentó "profundamente la pérdida de vidas humanas como consecuencia del desorden provocado y promovido por grupos que se han estado expresando de manera violenta y fuera del marco de la ley, motivados en su mayoría por la desinformación que han venido brindando algunos medios de comunicación social".

 

El CSE instó a los medios de comunicación escritos, radiales y televisivos, "a contribuir de manera cívica dando información cierta y objetiva",  y al candidato Eduardo Montealegre  y a la Alianza Partido Liberal Constitucionalista "a demostrar sin manipulación pública, la documentación que manifiesta tener en su poder relativas a actas que no corresponden a la acumulación de resultados en el Centro Nacional de Cómputos, información y documentación que ha sido utilizada de manera maliciosa y perversa para tratar de deslegitimar el proceso electoral del Municipio de Managua".

 

Los magistrados responsabilizaron también a Montealegre y a la Alianza PLC/VCE "por las consecuencias que puedan seguir generando los desórdenes y amenazas en contra de funcionarios y autoridades del Consejo Supremo Electoral, y que podrían devenir en daños a la propiedad y a la vida humana de terceros".

 

Mientras estoy redactando esta nota, simpatizantes de los dos partidos están saliendo nuevamente a las calles para celebrar la victoria, y mientras Montealegre sigue con su peregrinaje en búsqueda de apoyo, y el FSLN celebra su victoria, este país, después de tanto sufrimiento, esperanzas truncadas y decepciones, se apresta a vivir otro conflicto de final impredecible. Ojalá no sean los mismos de siempre quienes paguen los platos rotos.

 

 

En Managua, Giorgio Trucchi

Rel-UITA

17 de noviembre de 2008

 

 

 

 

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