Honduras    COYUNTURA │ ANÁLISIS

 

 

Carlos H. Reyes

La serpiente se muerde la cola

Estados Unidos acecha

 

Análisis de la compleja

coyuntura hondureña

 

El régimen de Porfirio Lobo Sosa en Honduras ha generado contradicciones internas en el grupo oligárquico golpista. Éstas se han venido agudizando al tiempo que se agrava la crisis fiscal del gobierno, crecen los golpes del crimen organizado y se multiplican las violaciones a los derechos humanos.

 

El fraudulento “Proceso Electoral Interno” para tres partidos que se llevó a cabo el 18 de noviembre 2012, crispó aún más una coyuntura que ya venía recalentada por la resolución de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de declarar inconstitucional el Decreto del Congreso que pretendía dividir nuestro territorio en “Ciudades Modelo”.

 

A ello se agregaron los trascendidos de que la misma Sala de lo Constitucional votaría por mayoría la inconstitucionalidad del Decreto del Congreso autorizando la aplicación del polígrafo (más conocido como “detector de mentiras”) a los policías sospechosos de actos criminales y de corrupción.

Esta crisis sería la antesala de una mayor intervención estadounidense, siendo que ya hay un convenio para que la seguridad interna la dirija ese imperio que ya tiene en nuestro territorio tres bases militares

 

Todo esto provocó que en las últimas semanas la Corte Suprema de Justicia haya permanecido bajo amenazas de destituciones, y han aflorado dos bandos, ambos estrechamente vinculados a la oligarquía: el primero -supuestamente menos a la derecha- encabezado por Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández, presidente del Congreso y candidato a la Presidencia por una corriente del Partido Nacional en el poder; y el otro -más a la derecha- liderado por Ricardo Álvarez, de la otra fracción del Partido Nacional, y Mauricio Villeda, identificado con la tendencia más golpista de los liberales.

 

Ricardo Álvarez no ha reconocido el triunfo de Juan Orlando Hernández en las elecciones internas del Partido Nacional y acudió a la Corte Suprema para demandar que se haga un recuento voto a voto. Álvarez se considera víctima de un fraude electoral montado por su oponente con la ayuda de Porfirio Lobo.

 

Así las cosas, y ante la posibilidad de que la Corte falle a favor de Ricardo Álvarez, el presidente del Congreso, Juan Orlando Hernández, movilizó todos sus tentáculos políticos. Tomando como pretexto que la Sala Constitucional falló sobre el Decreto para depurar la Policía un día después del término del plazo que estipula la ley, exigió en el Congreso la destitución de cuatro de los cinco magistrados que integraban la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.

 

Luego de una investigación sumaria en la cual los magistrados acusados no fueron siquiera escuchados, el Congreso aprobó las destituciones.

 

La fracción del Partido Nacional que responde a Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández, -supuestamente menos a la derecha- se ha alineado en la defensa del Congreso. En su contra se ubicó el sector más derechista de Álvarez y Villeda junto un grupo de medios de comunicación que los apoyan.

 

En realidad, y aunque actualmente se encuentran divididos, ambos grupos son golpistas. Este enfrentamiento “entre iguales” provoca otra crisis que, sumada a nuestra tragedia y a tener un “Estado degradado”, crea condiciones para que Honduras sea declarado “Estado fallido”.

 

Esto sería la antesala de una mayor intervención estadounidense, siendo que ya hay un convenio para que la seguridad interna la dirija ese imperio que tiene en nuestro territorio tres bases militares y, con el pretexto del narcotráfico, también a la DEA.

Estamos ante instituciones totalmente ilegítimas que delinquen contra el pueblo, contra nuestra soberanía, y se dan golpes y contra golpes entre sí que acaban con la poca institucionalidad que aún quedaba

 

Esta Corte Suprema de Justicia, hoy jaqueada, fue sin embargo cómplice del golpe contra el presidente Manuel Zelaya. Declaró inconstitucional el Decreto emitido por el gobierno de Zelaya para entregar tierra a los campesinos, así como las nuevas tasas impositivas contra algunos capitalistas y las “Ciudades Modelo”.

 

Esta misma Corte Suprema, sin embargo, no declaró inconstitucional la Ley de Educación favoreciendo su privatización.

 

Por si fuera poco, y en medio de esta crisis, el presidente Porfirio Lobo Sosa denunció un complot cuyo objetivo sería dar un golpe de Estado en su contra.

 

El Congreso Nacional, por su parte, ha sido el responsable de emitir Decretos para entregar el territorio y los recursos naturales al capital nacional y extranjero; del golpe de Estado contra Manuel Zelaya; de aprobar la Ley de Educación para privatizarla, así como la Ley de Escuchas, la Ley de Empleo Temporal por Hora para continuar derogando el Código del Trabajo, la ley para quitar al magisterio su instituto de Previsión y la Ley de “Ciudades Modelo”.

 

Además, emitió Decretos para sacar a Honduras de PETROCARIBE y del ALBA, ratificó los Decretos que nos convierten en paraíso fiscal, permite la devaluación de la moneda y emitió otras leyes contra el pueblo y a favor del capital transnacional, con el viejo pretexto de la creación de empleos sin importar que sean precarios, sobreexploten el trabajo asalariado y no desarrollen nuestra fuerzas productivas.

 

Estamos ante instituciones totalmente ilegítimas que delinquen contra el pueblo, contra nuestra soberanía, y se dan golpes y contra golpes entre sí que acaban con la poca institucionalidad que aún quedaba.

 

En el grupo oligárquico más de derecha ya no falta quien “denuncia” la existencia de una supuesta agenda oculta acordada por el grupo de Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández con Manuel Zelaya para ir a una Asamblea Constituyente.

 

De profundizarse esta crisis entre los dos grupos oligárquicos golpistas y vende patrias, puede ocurrir que a Honduras se le declare “Estado Fallido” habilitando una mayor intervención gringa.

 

Esto puede traer mayores niveles de represión. Ante la ausencia de institucionalidad y de un Estado de Derecho, hoy más que nunca se hace necesaria una Asamblea Nacional Constituyente que siente las bases para la refundación del Estado.

 

En Tegucigalpa, Carlos H. Reyes

Rel-UITA

17 de diciembre de 2012

 

 

 

 

 

Volver a Portada