Al final de la noche, Chile, presidido por Michele
Bachelet, con la libertad
recuperó la palabra y la vigencia de
los derechos humanos.
Desafortunadamente, un asesor de la
tiranía, Sebastían Piñera,
triunfó en las últimas elecciones.
La desinformación y los millones de
dólares que respaldaron las campañas
de la derecha, contribuyeron a la
victoria del neoliberalismo.
“Lo que sufren las personas bajo torturas no se puede
comunicar con palabras”, informa el
pastor Helmut Frenz al hablar
sobre la verdad de Chile
durante la tiranía del general
Pinochet”. Y agrega: “Los
partidarios de Pinochet, sus
correligionarios y los partidarios
del golpe militar no estaban
dispuestos a comprender el infinito
sufrimiento que había caído sobre el
pueblo chileno. Las noticias de
prensa fueron sometidas a una severa
censura, de tal manera que era
imposible conocer nada de los
horrores y la brutalidad. Cuando he
hablado en el recinto de mi iglesia
y relatado lo que había oído y
observado, era mirado con
incredulidad por la mayoría de los
presentes. Y, sin embargo, ésta era
la verdad”.
En las iglesias tuvieron que esconder a numerosas personas
para evitar que fueran torturadas o
asesinadas. El camino para huir
hacia la Argentina a través
de la cordillera era peligroso y
sólo podían resistirlo los jóvenes.
La salida más eficaz eran las
embajadas y las representaciones
diplomáticas; pero eso dependía del
interés de los embajadores.
Aunque mucha gente no quería creer las horribles matanzas
cometidas contra la población civil,
no era posible ignorar los numerosos
cadáveres arrastrados -incluso de
día- por las aguas del río Mapocho.
La Vicaría de la Solidaridad dispuso
que un grupo de salvamento
controlara al río, para tratar de
identificar a los muertos y
enterrarlos. Dos personas vivas
fueron salvadas.
Los responsables eclesiásticos
constituyeron un Comité para la
Defensa de los Derechos Humanos,
denominación que el gobierno exigió
cambiar, por lo cual finalmente se
denominó Comité de Cooperación para
la Paz en
Chile
(Copachi).
Muchos de sus integrantes fueron
amenazados y algunos detenidos y
torturados. Cuando el
Copachi
tuvo información probada sobre gran
número de prisioneros y que la
Policía política (DINA)
hasta adiestraba verdugos, envió una
delegación a entrevistarse con
Pinochet.
El obispo
Fernando Ariztía
y
Helmut Frenz
comenzaron el diálogo con el
dictador con toda precaución. Habían
decidido no emplear la palabra
tortura sino el término “apremios
ilegales”. Pero cuando pronunciaron
ese término,
Pinochet
los interrumpió diciendo: “¿Ustedes
quieren decir torturas?”. Como se le
contestó afirmativamente,
Pinochet,
hablando con total calma dijo:
“Miren, ustedes son sacerdotes y
trabajan en la iglesia; pueden
permitirse el lujo de ser
misericordiosos y benevolentes. Yo
soy soldado y tengo, como Jefe de
Estado la responsabilidad de todo el
pueblo chileno. El bacilo del
comunismo ha invadido al pueblo. Por
eso tengo que exterminarlo. Los
comunistas más peligrosos son los
miristas. Hay que torturarlos,
porque si no, no ‘cantan’. La
tortura es necesaria para extirpar
al comunismo”. Y con esas palabras
terminó la audiencia.
Poco después el aparato represor se dirigió también contra los sacerdotes
y contra el Copachi. Algunos
de sus integrantes lograron huir.
Otros fueron expulsados del país o
encarcelados. A fines de 1975 el
Copachi fue disuelto por orden
de Pinochet. Como sucesor del
mismo se creó de inmediato la
Vicaría de la Solidaridad.
Son algunos de los personeros de este régimen los que regresan al
gobierno en Chile de la mano
de Piñera.