Los condenados a muerte
más vivos del mundo |
Un
preso, condenado a muerte, que ha
enloquecido por las torturas (habla
solo, golpea los muros) es de pronto
alcanzado por una amnistía. En el
hospital de la cárcel es visitado por
una amiga, compañera de sus años de
lucha, la que -cuenta Eduardo Galeano-
le obsequia una manzana.
El
condenado mira el fruto, aquel planeta
rojo, lo contempla, y lo corta luego en
trozos que va entregando, uno por uno,
cama por cama, a sus compañeros de sala.
La muchacha amiga narra el hecho a
quienes le preguntan por el compañero, y
sentencia: “Luis está loco, loco, pero
sigue siendo Luis”.
Hay compañeros así. Fernando Rodríguez fue un
testimonio más de los
militantes de izquierda en
los “años de plomo”.
Camaradas que permanecen
siempre -genio y figura-
fieles a sí mismos, a los
que la arbitrariedad templa
su firmeza.
En una oportunidad fui citado como testigo de conducta por el
juez que analizaba el caso
de Fernando,
compañero que había sido
militante socialista. Preso
durante largo tiempo de
acuerdo a un arbitrario
decreto de medidas de
seguridad, sólo podía ser
liberado si optaba por ser
enviado al exterior.
Necesitaba, entre otros
requisitos, testigos de
conducta. Yo fui uno. En su
defensa, conté varios
hechos. Recuerdo uno: a raíz
de un conflicto sindical en
Conaprole,
distribuidora de productos
lácteos, Montevideo
había quedado desabastecida.
Una vecina, madre de dos
niños pequeños, estaba
preocupada: ¿cómo obtener
ese alimento?
Fernando
se enteró y decidió entregar
la compra que diariamente le
vendía Conaprole (que
durante el conflicto
abastecía sólo a clientes
permanentes probadamente
necesitados) y destinó esa
leche para los niños.
Fernando, que había
superado una tuberculosis
pulmonar, tenía úlcera y
necesitaba la leche como
alimento fundamental. Pero
habría dejado de ser
Fernando si no hubiera
priorizado la solidaridad.
|
Cuando a los militantes, en toda América Latina, se
les planteó la opción: “Sí o
no a la lucha armada”, y en
las organizaciones políticas
de izquierda se discutía
cuál sería el camino mejor,
Fernando informó al
Partido, lealmente, que
había optado por el
Movimiento de Liberación
Nacional (MLN-Tupamaros) al
que había resuelto adherir.
Tiempo después cayó preso. Cuando nos enteramos que había
sido sometido a torturas,
temimos por su vida. Se le
mantenía estrictamente
incomunicado. Y no se
tuvieron noticias suyas
hasta que un día apareció su
fotografía en los diarios,
tomada en el momento en que
era trasladado de la
Jefatura de Policía de
Montevideo hacia el
Penal de Punta Carretas. Se
le veía más delgado. Y
aunque esposado y conducido
por policías, esbozaba una
sonrisa y había conseguido
levantar los brazos ante los
fotógrafos de prensa y, con
dos dedos, trasmitir su
mensaje en un gesto: la V de
la victoria.
|
|
|
En Montevideo, Guillermo Chifflet
Rel-UITA
30 de junio de 2008 |
|
|
|
Fotocomposición: Rel-UITA
Volver a Portada
|
UITA - Secretaría Regional
Latinoamericana - Montevideo - Uruguay
Wilson
Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 - 902 1048 -
Fax 903 0905
|