Estados
Unidos:
La lotería de la muerte
Amnistía
Internacional |
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Un guardia de prisiones saca a
un hombre de una celda. Lo lleva por un pasillo hasta la
cámara de ejecuciones, donde, en presencia de testigos, el
preso es envenenado y muere.
Los testigos regresan a sus casas, muchos de ellos
traumatizados ya para siempre. Las autoridades de la prisión
que han participado directamente en esta forma de acabar con
una vida humana también están traumatizadas. Los periodistas
escriben artículos sobre el hombre al que acaban de matar
delante de ellos. Los funcionarios desalojan la sala hasta
la próxima vez.
En Estados Unidos, esta escena es totalmente habitual. Desde
1976, cuando la Corte Suprema restableció la pena de muerte,
el Estado ha matado en nombre de la justicia a casi un
millar de personas.
Cuando está a punto de llevarse a cabo la ejecución número
1.000, Amnistía Internacional, junto con una amplia gama de
organizaciones de derechos humanos, grupos de justicia
social y personas preocupadas, pide a las autoridades
federales y estatales de Estados Unidos que pongan fin de
inmediato a todas las ejecuciones.
"La pena de muerte es por naturaleza ineficaz, arbitraria e
inútil para disuadir de cometer delitos -ha manifestado
Amnistía Internacional-. Lo que hace en realidad es crear
más víctimas y degradar a la sociedad en general".
Un número
desproporcionado de los hombres y mujeres
ejecutados en Estados Unidos en los tres últimos
decenios eran personas desfavorecidas
económicamente, de color y con pocas o ninguna
posibilidad de contar con un abogado competente.
Muchos sufrían retraso mental o eran menores en
el momento en que se cometió el delito por el
que fueron condenados, es decir que pertenecían
a grupos a los que las normas internacionales de
derechos humanos prohíben aplicar la pena de
muerte. |
Un número desproporcionado de los hombres y mujeres
ejecutados en Estados Unidos en los tres últimos decenios
eran personas desfavorecidas económicamente, de color y con
pocas o ninguna posibilidad de contar con un abogado
competente. Muchos sufrían retraso mental o eran menores en
el momento en que se cometió el delito por el que fueron
condenados, es decir que pertenecían a grupos a los que las
normas internacionales de derechos humanos prohíben aplicar
la pena de muerte. Otros sufrían enfermedades mentales
graves. Muchos fueron ejecutados a pesar de existir serias
dudas sobre su culpabilidad: hasta la fecha se ha dejado en
libertad a 122 condenados a muerte en todo el país por haber
sido declarados culpables por error.
Asimismo, el 80 por ciento de todas las ejecuciones se han
llevado a cabo en el sur del país y en sólo unos cuantos
estados. Casi la mitad de las 1.000 ejecuciones que han
tenido lugar en Estados Unidos se han llevado a cabo en dos
estados, Texas y Virginia. Nueva York, Illinois y Nueva
Jersey han declarado una suspensión de las ejecuciones, y en
todo el país se están planteando numerosas cuestiones sobre
si el sistema de la pena de muerte es justo y eficaz. En los
últimos años, la Corte Suprema ha prohibido que se ejecute
personas con retraso mental y a personas que eran menores en
el momento del delito.
"Estas tendencias revelan que es posible poner fin a la pena
de muerte en Estados Unidos en un futuro próximo. Lo que
hace falta ahora es que los dirigentes políticos federales y
estatales den una muestra de valor, sabiduría y liderazgo y
pongan fina a pena de muerte de una vez por todas."
"Las víctimas de delitos violentos merecen respeto,
compasión y justicia -ha explicado Amnistía Internacional-.
La pena de muerte no ofrece nada de esto. Es una manera
falsa de solucionar problemas sociales acuciantes y denota
simplemente falta de visión política".
"Los recursos gastados en estas ejecuciones se podrían haber
invertido en programas de rehabilitación exhaustiva,
servicio a las víctimas y prevención de la delincuencia, o
incluso haberse utilizado para reforzar las actuaciones
destinadas a hacer cumplir la legislación existente."
Hay ya 121 países que han abolido la pena de muerte en su
legislación o en la práctica..
"La ejecución de 1.000 personas por el Estado ha tenido un
coste enorme desde el punto de vista humano, que ha afectado
a las víctimas de los delitos violentos, a las familias de
los ejecutados y a quienes han participado en estos
homicidios sancionados por el Estado. Es hora de que Estados
Unidos se dé cuenta de la inutilidad de la pena de muerte y
siga la tendencia mundial hacia su abolición."
Amnistía
Internacional
28 de noviembre del 2005
Foto:
amnesty.org
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