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Luchando por Nueva Orleáns

Un mes después, muchos de los desplazados de Nueva Orleáns aún tratan de reunirse con sus familiares, aún tratan de buscar información acerca de sus hogares y de sus pertenencias, aún sufren sus pérdidas. Los padres aún tratan de encontrar un distrito escolar para sus hijos, y las escuelas locales no se muestran dispuestas a acogerlos. Una escuela de Louisiana expulsó a todos los alumnos de Nueva Orleáns por las faltas cometidas por un solo niño.

 

Para muchos de los que están aún en régimen de refugio, el abuso y el trato discriminatorio proliferan. Ha habido amplios reportajes sobre el racismo y la discriminación en los refugios de la Cruz Roja, particularmente en Lafayette, Lake Charles y Baton Rouge. Según Jodie Escobedo, una doctora de California que trabajaba como voluntaria en el refugio de Baton Rouge, “los funcionarios locales, incluidos los políticos, personal selecto de la Cruz Roja y un segmento pequeño pero con excelente posición de la comunidad médica de Louisiana han logrado colocarse en posiciones de poder donde sus prejuicios traen como consecuencia el acaparamiento de provisiones, el vilipendio de los menesterosos y un trato deficiente tanto a los voluntarios como a los refugiados.”

 

Escobedo pinta un cuadro devastador. “Yo he visto a personal de la Cruz Roja tratado abusivamente por la administración del refugio que también expresa su desdén hacia la población del refugio. Los abscesos dentales abundan y cuando varias cajas de paquetes individuales de Scope fueron donadas, al personal de la Cruz Roja se le ordeno no repartirlas porque “se las tomarán y emborracharán.” En el Centro de River la Cruz Roja acaparó material higiénico y necesidades básicas en un muelle de atracadero gigantesco, mientras que los niños no podían ir a la escuela porque no tenían pantalones o zapatos, los bebés bebían de biberones sucios, la gente dormía en el piso y la ropa donada yacía inaccesible. Intenté durante 4 días obtener acceso al almacén de desinfectantes de manos de la Cruz Roja que desafortunadamente estaba fuera del lugar.”

 

Según otro voluntario en Baton Rouge, “El River Center tenía un baño especial para los residentes ancianos y discapacitados, personas con necesidades especiales. La gente del FEMA (Agencia Federal de Manejo de Emergencias) llegaron y lo convirtieron en el baño privado de su personal.”

 

A las personas de Nueva Orleáns que están en los refugios no solo se les ha maltratado, sino que tampoco se les escucha. Las mismas personas que los medios nacionales representaron como animales y asesinos aún se mantienen silenciados. Aun en la prensa progresista, las voces de los blancos como la mía se han dejado escuchar más que las de los negros, y las de las mujeres negras se han escuchado mucho menos. Aparte del aspecto racial, existen otros problemas de privilegio. Según un organizador comunitario me expresara el otro día, “existe una diferencia entre los residentes de Nueva Orleáns y los nativos de esta. Las voces que he oído hablando a nombre nuestro son de gente que se mudaron para Nueva Orleáns. Muchos de ellos se están quedando con familiares o amigos de otras partes. Ellos se encuentran en una situación diferente; yo no tengo adonde ir.”

 

La forma en que los medios de difusión masiva cubrieron los primeros días aún duele. Este titular del periódico Times-Picayune de Nueva Orleáns publicado hoy lo dice todo: “Los rumores de muertes extremadamente exagerados – los ataques ampliamente difundidos, falsos o sin confirmar.” El artículo continúa diciendo: “Cuatro semanas después de la tormenta, pocas de las ampliamente difundidas atrocidades han sido respaldadas con pruebas. El montón de cadáveres nunca se materializó, y los soldados, policías y personal de rescate en la línea del frente dicen que, aunque la anarquía reinó a veces y las personas sufrieron humillaciones inimaginables, la mayoría de los peores crímenes reportados en esos momentos jamás sucedieron.” El único soldado de la Guardia Nacional que recibió un balazo se lo disparó él mismo. Entre el Centro de Convenciones y el Superdome, se encontraron diez cadáveres; a pesar de los asesinatos masivos reportados, solo una de las muertes parece haber sido un homicidio. Sin embargo, fueron estos rumores los que fueron utilizados para satanizar a la gente de Nueva Orleáns, y como la mayor parte de los medios no han presentado ninguna aclaración, esta representación se mantiene.

 

Mientras tanto, el buldózer del Complejo Industrial de Desastres continúa avanzando hacia nuestra ciudad. Para los ejecutivos de la Halliburton, no hubo pausa para llorar las pérdidas. Para las élites blancas de Nueva Orleáns, la misma estructura de poder no elegida que desfila en todos los Krewes blancos del Mardi Gras y vive en ricas mansiones en el distrito residencial, no hubo ni temor ni inseguridad. Para todos aquellos que sacarán provecho de esta horrible cadena de acontecimientos, no ha habido otra cosa que una carrera para obtener ganancias. Los verdaderos delincuentes andan sueltos.

 

La infraestructura progresista de Nueva Orleáns es tan débil y falta de financiamiento como los diques alrededor de la parte más baja del 9no distrito. Las organizaciones de base que se están uniendo para luchar por el futuro de Nueva Orleáns se empeñan en definir su trabajo y misiones mientras que la diáspora de nuestra ciudad está cada vez más desplazada.

 

Los organizadores enfrentan tantas dificultades en estos momentos, desde el estrés y el trauma de las pérdidas de vidas y medios de subsistencia, hasta los problemas de comunicaciones y de vivienda. La red de teléfonos celulares de Baton Rouge está tan sobrecargada actualmente que es casi imposible comunicarse de un celular local a otro. Los apartamentos escasean y muchos arrendadores están pidiendo hasta seis meses de alquiler por adelantado. Los grupos radicados en Nueva Orleáns no tienen acceso a sus oficinas y archivos. Me parece que todos los días hablo con algún amigo que lo ha perdido todo o está tratando de quitarle el moho a las pocas pertenencias que ha recuperado. Aún no sé si todas mis amistades viven, incluidas mi mejor amiga y su familia.

 

De todos modos, la lucha continúa. El Fondo Popular de Ayuda a las Víctimas de Huracanes y Comisión de Supervisión (PHRF), actualmente radicada en Jackson, Mississippi, trabaja para establecer oficinas en otras ciudades donde existe población de evacuados. También han formado comités y una estructura para que la gente de Nueva Orleáns y los que la apoyan en los Estados Unidos se incorporen, y están convocando una reunión estratégica para este fin de semana, en Carolina del Sur. “Nos estamos preparando fuertemente para el largo plazo,” me expresó el organizador Curtis Muhammad. “Esta es una lucha de cinco, diez años.”

 

El PHRF ha logrado una pronta prominencia mediante su convincente y electrificante primera declaración, emitida solo días después de que el mundo observara horrorizado como una ciudad se ahogaba sumida en la mala administración y el abandono. Desde entonces, representantes de esa agrupación han recibido destacada cobertura por los medios de información independientes, se han reunido con Hugo Chávez y hablaron en la Marcha sobre Washington el pasado fin de semana.

 

Sin embargo, se realizan otros esfuerzos, con distintos niveles de cooperación y comunicación. En Baton Rouge, se han unido al menos dos otras coaliciones que se concentran en la reconstrucción. A uno de estos grupos lo crearon la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color (NAACP) y la Unión Internacional de Empleados de los Servicios y este ha planificado una manifestación, además de campañas mediáticas y políticas. Los dos primeros encuentros reunió una diversidad de organizaciones e individuos, desde residentes en los refugios a gente de la American Civil Liberties Union (ACLU), de ACORN, del Proyecto de Justicia Juvenil de Louisiana y del Movimiento de Base Malcom X. Todavía están enfrascados en definir muchas cosas, desde el nombre y la misión del grupo hasta sus demandas.

 

Otro grupo, la Coalición para la Reconstrucción de Louisiana, fue creado por elementos progresistas de Nueva Orleáns que hacen campañas políticas, y parece concentrarse más en ejercer presión política. Los que convocan, Cheron Brylski y Russell Henderson, han trabajado con un amplio despliegue de políticos progresistas de Louisiana.

 

Así y todo, la mayoría de los residentes de Nueva Orleáns no tienen conocimiento de estos grupos y aquellos de nosotros que hemos estado en contacto con ellos hemos estado siguiendo su avance con esperanza y aprehensión. Como hubo de susurrarme uno de los residentes de los refugios durante una reunión de la coalición: “Solo me preocupa que ya ganaron. Los Krewes han ganado, y nunca más volveremos a ver nuestra ciudad.”

 

 

Jordan Flaherty *

Argenpress

5 de octubre de 2005

 

 

* Jordan Flahery es un organizador sindical y editor de Left Turn Magazine.


 

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