La convicción de que “Dictadura
Nunca Más”, y el juicio al
presidente
Raúl Grau
Cubas por su
debilidad ante este peligro, fue respondido con dureza.
Los oviedistas enviaron a sus gentes con cohetes y palos. La
primera dama amenazó con que podrían
salir los tanques de las FFAA
para imponer el orden. Hay quien
pronostica que “correrán ríos de
sangre”.
Pero, el viernes 26, las amenazas hacen crecer el entusiasmo
entre los jóvenes y campesinos que
llenan la plaza, cantando “Patria
Querida”. Y desde el interior de
la República se anuncian camiones
con más jóvenes que vienen en su
apoyo.
A las 7:15 los principales partidos unidos en un Frente
Democrático dan su apoyo al Juicio
político. A las 8:00 se reúne la
Cámara de Diputados y condonan las
deudas de los campesinos. Gran
festejo en la Plaza. Todo el
periodismo está al lado de ellos.
Y comienza la masacre. Ayer había caído gravemente herido
Cristobal Sanchez.
Hoy van cayendo
Henry Díaz Bernal, Armando Espinoza, Victor Hugo Molas,
José Miguel Zarza,
Manfred Stara,
Cristóbal Espínola,
Tomás Rojas y
herido grave
Arnaldo Luís Paredes,
que moriría de las heridas meses
después.
Esta vez nuestros héroes fueron los ocho jóvenes que dieron
sus vidas, los 90 heridos de bala y
los más de 600 contusionados.
Curiosamente todos eran de los que gritábamos “Dictadura
Nunca Más”.