Las medidas más duras para frenar a
los indocumentados en EEUU sólo logran momentáneamente su
propósito debido a que "somos millones como un torrente de
agua que se introduce por cualquier resquicio", explicaron a
EFE dos emigrantes.
"Logramos entrar desde hace un mes por la frontera de
Arizona, poco antes de que el Gobierno de Estados Unidos
anunciara el reforzamiento de la seguridad fronteriza",
relataron vía telefónica desde Phoenix (Arizona, EEUU).
A mediados de marzo pasado, el gobierno estadounidense puso
en marcha la denominada Iniciativa de Control Fronterizo en
Arizona, la cual pretende detectar y frenar el ingreso de
presuntos terroristas, así como erradicar el tráfico ilegal
de personas.
El gobierno mexicano manifestó su preocupación de que estas
medidas que incluyen un reforzamiento de la vigilancia y
control puedan derivar en violaciones a los derechos humanos
de los inmigrantes mexicanos.
Para los mexicanos estas medidas sólo representan mayores
obstáculos que deben superar en su tránsito a EEUU.
Juana Martínez relató a EFE que ella viajó hasta la
fronteriza ciudad de Agua Prieta, en el estado de Sonora,
donde la esperaba un "pollero" (traficante de personas)
contratado por su esposo que se encuentra como indocumentado
en Phoenix.
"Llegué a la frontera un lunes y el 'pollero" me dijo que
descansara, que saldríamos por la noche, y esa noche salimos
y cruzamos la línea por la parte del desierto, evitando las
patrullas que vigilan la zona de los cerros", apuntó.
Explicó que los polleros cobran entre 1.500 hasta 3.000
dólares para cruzar a los indocumentados, y el precio varía
del grado de dificultad para pasar.
"Mi viaje se retrasó por varias semanas debido a que un
agente migratorio estadounidense que nos iba a ayudar fue
cambiado de lugar, por lo que ya no se pudo cruzar por una
garita", señaló.
Indicó el grupo de unas ocho personas había caminado unas
tres horas de noche eludiendo los pasos de los vehículos
policiales, pero un helicóptero los detectó y envió los
agentes migratorios quienes los interceptaron y los llevaron
a la ciudad de Douglas, donde los mantuvieron durante toda
la madrugada del martes.
"Nos trataron bien, no nos agredieron, habíamos tres
mujeres, nos tomaron las huellas y preguntaron nuestros
datos, obviamente no dimos nuestros nombres reales, y por la
mañana nos echaron para México", indicó.
Martínez contó que el mismo pollero fue a recogerlos y les
informó que lo intentarían nuevamente esa misma noche, pero
como estaba muy cansada la dejaron para un día después,
cuando volvió a cruzar ahora con éxito.
"Fueron días fríos y lluviosos, y los agentes bajaron la
vigilancia por lo que pudimos eludirlos y refugiarnos en una
casa a a que nos llevaron los polleros que nos recibieron
del lado estadounidense y que si tienen documentos", dijo.
Agregó que los traficantes en ambos lados de la frontera
están en contacto por teléfonos celulares y se avisan cuándo
y por dónde se puede pasar, en donde no hay retenes en las
carreteras y en que parte existe mayor vigilancia.
Por su parte, José Rojas, que logró pasar días antes explicó
que los "polleros", que consiguen visados legales de entre
los mexicanos que están allá y los utilizan para pasar a
otras personas, solo buscan que las fotografías fueran lo
más parecidas posibles.
Agregó que esta vía se dificultó mucho debido a que las
autoridades ahora utilizan un método de identificación por
registros del iris, "aunque aún así, se puede pasar" aseguró
Rojas.
Según cálculos oficiales de la Secretaría de Gobernación, en
los últimos tres años ingresa a EEUU un promedio de 390.000
mexicanos indocumentados.
En Estados Unidos hay unos diez millones de mexicanos -casi
la mitad de ellos indocumentados- quienes representan el 3,5
por ciento de la población estadounidense y un 9 por ciento
de la mexicana.