Derrotados
militarmente en 1972, a partir del retorno a la
institucionalidad de 1985 los tupamaros generaron un espacio
político actualmente mayoritario dentro de la coalición de
izquierda Frente Amplio.
El referente de
esa nueva mayoría es Mujica, un ex jefe
guerrillero hoy
senador de la República.
Mujica, nació en 1934 en un hogar de modestos
chacareros de la zona periférica de Montevideo. Comenzó su
militancia de adolescente, en el movimiento estudiantil de
izquierda. Interrumpió sus estudios sin terminar el ciclo de
enseñanza secundaria y en las primeras elecciones que vota
lo hace por el Partido Socialista. Poco después acompaña
activamente la formación de un "ala progresista" del
tradicional y entonces gobernante Partido Nacional.
A mediados de los 60 Mujica abandona el Partido
Nacional y toma una determinación radical de la que no se
arrepiente: ingresa al incipiente Movimiento de Liberación
Nacional (MLN), Tupamaros.
En esa organización Mujica participa en audaces
operativos guerrilleros al tiempo que trabaja en su chacra,
hasta que, requerido por la Policía, se refugia en la
clandestinidad.
El actual senador prefiere no hablar de su pasado pero
es sabido que fue herido de seis balazos, apresado cuatro
veces y que se fugó en dos oportunidades de la cárcel de
Punta Carretas. En total Mujica pasó casi 15 años de su vida
en prisión. Su último período de detención duró nada menos
que trece años, entre 1972 y 1985, y fue particularmente
duro. El hoy senador fue uno de los dirigentes tupamaros que
la dictadura cívico militar que se instaló en Uruguay en
junio de 1973 tomó como "rehenes": serían ejecutados en caso
de que su organización retomara las acciones armadas. En esa
condición, pautada por un aislamiento absoluto y condiciones
de detención infrahumanas, Mujica permaneció durante once
años.
Cuando el Uruguay recobra su institucionalidad, en
1985, y a pocos días de salir en libertad Mujica, en nombre
del MLN, adelanta en un acto público pautas de lo que será
su conducta política –y la de su organización– en el futuro:
"No tenemos línea. No podemos tenerla porque nuestros
cerebros están ignorantes: muchos años sin nada. No venimos
a llorar nuestros dolores ni nuestras penas (...) El puñado
de viejos tupamaros que va quedando tiene claro que apenas
es un palito que debe funcionar para que la colmena se
aglomere en rededor". Pero advierte que "lo esencial no es
el palito sino la colmena". La lucha armada ya era cosa del
pasado. El camino institucional, sostiene Mujica, era el
único que podía tomar su organización, ya que de lo
contrario los ex guerrilleros debían "sentarse en el cordón
de la vereda a tirar piedras a los que pasan".
Raúl Sendic, fundador y jefe histórico de esta
guerrilla y otro de los rehenes de la dictadura, piensa
también en esa dirección y propone crear un "Frente Grande"
por medio del cual el MLN y la izquierda tradicional
agrupada en el Frente Amplio (FA) deberían buscar alianzas
con otros sectores políticos y sociales, incluso con los
"burgueses nacionales", en torno a un plan de medidas
económicas "de emergencia nacional". Pero mientras Sendic
planteaba que el proceso unitario debería ser conducido
desde las bases –"de abajo a arriba"–, Mujica lleva adelante
entendimientos entre "cúpulas", es decir entre dirigentes.
En un complejo proceso, y pese a algunos
desgajamientos, la ex guerrilla se recompone inclinándose
por una política de acercamiento a fuerzas tradicionalmente
conservadoras pero arruinadas económicamente, al centrar su
discurso y demandas principales en la cuestión agraria.
El Frente Grande nunca llegó formalmente a
conformarse, pero luego de una larga espera, con
resistencias de uno y otro lado, el MLN ingresó al Frente
Amplio. Allí forma el Movimiento de Participación Popular (MPP),
una estructura más plural integrada en su mayoría por
militantes y organizaciones de la izquierda llamada
"radical". El MPP posteriormente genera un "Espacio" –más
amplio aún– en el que, ahora sí, confluyen militantes,
dirigentes y sectores escindidos de los partidos
tradicionales atraídos por la figura de Mujica. Esta "es la
única forma de crecer", opina entonces Mujica, criticando a
aquellos sectores de la izquierda que se dedican al "internismo",
es decir a "pescar en la pecera de la izquierda, pues así no
se crece, no se avanza. De convencer a los que no están
convencidos se trata y no de mirarse el ombligo", rezonga.
En 1995 Mujica es electo diputado y en 1999 senador.
Desde entonces concita las más diversas adhesiones, por
ejemplo de empresarios y productores rurales. A cuatro meses
de las elecciones nacionales que podrían marcar la llegada
de la izquierda al gobierno, la fuerza que lidera Mujica
constituye el sector del FA que concentra la mayoría de las
preferencias. Según las elecciones internas que llevaron a
cabo los partidos políticos uruguayos el domingo 27, el MPP
representa actualmente cerca del tercio del Frente Amplio, y
es, según coinciden los diversos analistas políticos una de
las principales "puertas de acceso" a la coalición de
izquierda.
Mujica predica con el ejemplo y vive modestamente. Se
traslada al Palacio Legislativo en motoneta y hasta no hace
mucho cultivaba flores en su chacra que luego vendía en una
feria vecinal de Montevideo. Viste con humildad y su
lenguaje liso y llano está cargado de metáforas
camperas:"Soy un terrón de tierra con patas", dice.
El senador desecha formalidades, pero recomienda a sus
correligionarios no agraviar a los adversarios políticos ni
devolver insultos y provocaciones: "Que nos peguen, así nos
arriman más al pueblo", razona.
Sus respuestas lo desmarcan del pensamiento habitual
de la izquierda y despiertan interpretaciones varias. No es
de los que acompañan el reclamo de verdad y justicia en los
casos de violaciones a los derechos humanos bajo la
dictadura (él dice no creer en la justicia humana, que
prefiere "mirar hacia adelante", a los problemas del Uruguay
actual). En cuanto a la identificación del "enemigo
principal" no señala a la burguesía ni al neoliberalismo,
como sería esperable, sino al miedo, al miedo a los cambios:
"El hombre es biológicamente conservador", filosofa.
Preguntado por Rel-UITA sobre la relación entre
el antiguo MLN y este actual Mujica considera que si esa
organización sigue existiendo se debe a que ha sabido ser
flexible, entre otras cosas porque nunca fue un partido sino
un movimiento. "Algunos identifican esta actitud con un
renunciamiento, pero para nosotros la flexibilidad, la
apertura, siempre fueron un presupuesto". Luego agrega: "No
erramos sustantivamente en cuestiones de línea, y esto hace
a nuestra interpretación de lo que significa la liberación
nacional.
Este es un tema en que la izquierda ha caído en
distintas confusiones, por ejemplo pensar que liberación
nacional es lo mismo que socialismo". Y ejemplifica:
"Seguramente Suecia es un país que ha hecho su liberación
nacional, lo cual no quiere decir que vaya hacia el
socialismo".
Para Mujica alcanzar esta meta intermedia habilita a
"hacer alianzas honradas con vastísimos sectores y tener un
discurso abierto. Alianzas y discursos que de alguna manera
son socializantes pero sufren las contradicciones de un
proceso de liberación nacional. Hay que negociar acuerdos,
muchos acuerdos".
De todas maneras, admite el senador, la liberación
nacional representa sólo una etapa. "No quiere decir que ahí
quede concluida la historia, pero para nosotros siempre fue
un requisito determinante y previo. Estoy más cerca de Marx
que de Lenin, porque no creo que una sociedad pobre,
intelectualmente sometida y sin una alta capacitación pueda
plantearse la construcción de una sociedad superior. De
pretenderlo, se puede construir un monstruito, como ya ha
pasado".
Carlos Caillabet
© Rel-UITA
2 de julio de 2004