Chile

           

Mujica presidente

El impulso

 

José "Pepe" Mujica

Pepe Mujica y Tabaré Vázquez

Pepe Mujica y Danilo Astori

 

José Mujica, el segundo presidente surgido de un partido de izquierda en el Uruguay, buena parte de sus electores esperan una “profundización de los cambios” iniciados en el actual gobierno.

 

No hay crónica o comentario sobre las elecciones del domingo pasado que omita destacar el hecho de que en cuatro décadas Mujica “pasó de la lucha armada a asumir la presidencia por la vía electoral”.

 

Junto a su pintoresquismo en el vestir y en el hablar, su imagen de honestidad, su carisma y su empatía con los sectores más populares, ese es el rasgo del ex guerrillero más remarcado por las decenas de sorprendidos, y hasta seducidos, periodistas y analistas que llegan a Montevideo de todos los continentes.

 

 A sus 75 años, “el Pepe”, como lo llaman tirios y troyanos, se convirtió en el presidente más viejo y también en el más votado en la historia política uruguaya. Es igualmente uno de los dirigentes con mayor llegada entre los jóvenes, en un país avejentado y en el que su estilo campechano y directo lo hizo aparecer como un renovador de las formas de hacer política.

 

Libertario en sus orígenes, votante socialista en su juventud, militante de un sector progresista de uno de los partidos tradicionales del país luego, Mujica estuvo en los años sesenta entre los referentes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una de las primeras organizaciones latinoamericanas en practicar la lucha armada en el medio urbano. Al ser detenido en 1972, fue acribillado a balazos y salvó su vida de milagro. Pasó 13 años en prisión, la mayor parte del tiempo en condiciones infrahumanas, hasta que fue liberado en 1985, al concluir la dictadura instaurada doce años antes.

 

Desde entonces fue uno de los mayores impulsores de la incorporación plena del MLN al Frente Amplio, formado en 1971 por la confluencia de viejos y nuevos partidos de izquierda con la Democracia Cristiana y sectores escindidos de los partidos tradicionales de la derecha.

 

Pero Mujica contó también entre los más fieles acompañantes del líder histórico de los tupamaros, Raúl Sendic, que a su salida de prisión, en 1985, y hasta su muerte cuatro años después, promovió la creación de un Movimiento por la Tierra.

 

El acceso a la propiedad de la tierra, la extranjerización creciente de su tenencia, la situación de los pequeños productores, la necesidad de facilitar su agrupamiento para competir con las transnacionales, el repoblamiento del campo, han sido temas habitualmente presentes en la reflexión de Mujica, él mismo productor rural.

 

Pero no siempre, o más bien poco, desde posturas socialistas que rápidamente se le atribuyen en función de su pasado.

 

Dar pie a un “capitalismo en serio” en un Uruguay “cuyos sectores productivos han sido arrasados por años de feroz neoliberalismo” es una de las obsesiones del presidente electo.  “A la burguesía yo la quiero ordeñar, no la quiero aplastar. El tipo avivado agarra la vaca lechera, la carnea, le vende los cuartos traseros al carnicero y encima se hace un buen asado. En cambio, el tipo inteligente la pastorea y la ordeña cada día. Pero la deja comer”, dijo en una reciente entrevista.

 

Juan Mailhos, directivo de la Cámara de Comercio, dijo hoy jueves 3 al cotidiano La Diaria que espera del futuro gobierno una actitud más sensible hacia los sectores empresariales que el actual, que según él desequilibró las relaciones laborales a favor de los trabajadores. De Mujica, dijo que fue uno de los integrantes del Ejecutivo más abiertos al diálogo con los empresarios y que prevé que así siga.

 

Como ministro de Ganadería y Agricultura del actual gobierno presidido por Tabaré Vázquez, de origen socialista, el supuestamente “radical” Mujica implementó políticas que no se diferenciaron demasiado de la línea en principio más moderada del ministro de Economía de entonces Danilo Astori, su principal rival en la interna del Frente Amplio y luego su acompañante en la fórmula que disputó con éxito la presidencia del país el domingo 29.

 

Del vicepresidente electo se distinguió, sí, por su oposición a un proyecto de tratado de libre comercio con Estados Unidos que el ministro de Economía defendía, así como por un énfasis más latinoamericanista en las alianzas regionales del país, frente a un Astori percibido como partidario de un pragmatismo aperturista “a la chilena”. Y sobre todo por una apelación difusa a la movilización, a la participación popular en política que se tradujo en propuestas que fueron su sello durante la campaña electoral, como su planteo de utilizar a los militares que “holgazanean en los cuarteles” en tareas productivas, o a los jubilados en la alfabetización de niños en zonas rurales, o su anuncio de que llegado el caso no dudará en “hacer una huelga de hambre como la que hizo Evo Morales” en Bolivia.

 

A Mujica se lo ha identificado a menudo como cercano al venezolano Chávez. Él lo relativiza. Su modelo es el brasileño “Lula”, al que tanto se parece, no se cansa de repetir. O soñando un poco Suecia, “porque los suecos han puesto al hombre en el centro y construido una sociedad más comunitaria, preocupada por los equilibrios sociales”. O tal vez Nueva Zelanda, y por qué no Finlandia, el país del cual proviene la famosa planta de celulosa de la transnacional Botnia, causante de un largo conflicto con Argentina.

 

En una entrevista que le realizara tres días antes de las elecciones el semanario Brecha, el periodista que lo interrogó señaló al entonces candidato: “Desde la derecha se agita el fantasma de un Mujica radical en la Presidencia, pero personas que a usted lo conocen bastante me han dicho: los que dicen esto lo hacen de pura mala leche o pecan de un brutal desconocimiento. Si hay un peligro es justamente el contrario: que las circunstancias obliguen al Pepe a jugar demasiado recostado sobre el lateral derecho”.

 

A lo que Mujica respondió: “Seguro, estamos expuestos a ese peligro. Y yo sé, sí, que me van a pegar por la izquierda y el peligro mayor que tengo es conciliar demasiado con la derecha. Esa es la trampa al solitario que está planteada en todo este drama”.

 

Mientras el drama se instala, cabe esperar de un segundo gobierno del Frente Amplio un énfasis en la defensa de los derechos de los trabajadores, la consolidación de las negociaciones colectivas tripartitas bajo la modalidad de los Consejos de Salarios, una nueva caída de los niveles de pobreza e indigencia, una mejor distribución del ingreso, un sistema impositivo más equitativo… “La revolución tiene nuevos ropajes, menos épicos. Si logramos dar de comer a todos los niños que hoy no comen, y relanzamos la producción, y comenzamos a incorporarle conocimiento, estaremos dando un formidable paso adelante”, piensa el nuevo presidente.

 

Por lo pronto, impulso no le falta al veterano líder, y esa es una de las virtudes que todos le reconocen. No dejó pasar un día de su elección, y ya comenzó su ronda de contactos. Se reunió con dirigentes de la oposición, le expuso a la plana mayor de la central sindical sus planes de reforma del Estado y tiene previsto reunirse el fin de semana con la cúpula y las bases del Frente Amplio. “Prometo un gobierno activo”, dijo.

 

En Montevideo, Daniel Gatti
Rel-UITA
3 de diciembre de 2009

Foto 1: ANP - Ivan Franco

Foto 2: observadorglobal.co

Foto 3: nicolas celaya

Foto 4: Joaquín Escardo

Foto 5: AP

 

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