En la
ciudad de Montevideo el servicio de
suministro de gas por cañería ha sido
prestado históricamente por empresas de capitales
extranjeros y durante un paréntesis de
veinticuatro años, por el Estado, hoy lo
presta Gaseba S.A. el accionista
mayoritario es Petrobrás titular del 66
% del capital
La Compañía del Gas y Dique Seco de
Montevideo, de capitales ingleses
explotó el servicio de gas por cañería
desde 1872. Luego de casi un siglo de
actividad, la Compañía abandonó el
servicio, obligando al Estado a hacerse
cargo de la empresa. Dos años y medio
después, la Ley 14.142 de 3 de julio de
1973 regularizó tal situación de hecho.
Dicha norma fue aprobada por el Senado
una semana antes del golpe de Estado y
promulgada tácitamente por vencimiento
del plazo que tenía el Poder Ejecutivo
para observarla.
Es por demás interesante la previsión
del art. 7º de la Ley, que faculta al
Poder Ejecutivo a hacer funcionar la
empresa estableciendo que, el
arrendamiento o venta “solamente
podrán realizarse a una o varias
cooperativas de producción que se
constituyan con intervención de los
trabajadores”. Coherentemente el
art. 9º asegura a los trabajadores un
representante de los tres, que integran
la Comisión Interventora, instrumento
hábil para estimular y mejorar las
capacidades de gestión de los
trabajadores con vistas a una futura
cooperativización. Posteriormente, el
gobierno dictatorial, por el Decreto Ley
15.270, de 27 de abril de 1982, eliminó
la referencia a las cooperativas,
abriendo la puerta a futuras
privatizaciones.
Durante el gobierno de Luis Alberto
Lacalle (1990-1994), se concedió el
servicio al grupo Gaseba, integrado por
Gaz de France socio mayoritario con el
51% de las acciones, por Panamerican
Energy con el 34 % y Acodike con el 15%.
La relación entre Gaseba y sus
trabajadores fueron conflictivas desde
el arranque. En varias oportunidades se
produjeron despidos de trabajadores
“casualmente” afiliados y dirigentes de
la Unión Autónoma de Obreros y Empleados
de la Compañía del Gas (UAOEGAS). Dichas
medidas provocaron largos e intensos
enfrentamientos entre la empresa y el
sindicato. Finalmente, en mayo del 2005
se logró restituir a los tres últimos
destituidos luego de un duro conflicto
que incluyó una prolongada huelga de
hambre de tres trabajadores y la
ocupación de las oficinas centrales de
la Compañía. A esa altura era evidente
que Gaseba no había realizado una
gestión medianamente aceptable. La
empresa francesa se había comprometido a
principios del 2005 a duplicar la suma
de 45.000 usuarios del servicio y al
cumplirse el plazo dicha cifra se había
reducido a 43.000. Según fuentes del
sindicato el número de clientes continúa
disminuyendo. Por otra parte el estado
de la red es deficitario, habiéndose
producido intoxicaciones de usuarios.
Al finalizar el conflicto ya era pública
la decisión de Gaz de France de vender
sus acciones a
Petrobrás. La transacción se concretó a
principios del 2006. Poco después,
Petrobrás adquirió también las
acciones de Acodike. La empresa estatal
brasileña comenzó a actuar en el mercado
del gas natural en el Uruguay en el año
2004, con la compra del 55% de las
acciones de Conecta, concesionaria de la
distribución de gas en el interior.
Cuando Petrobrás hizo pública la
adquisición del paquete accionario de
Gaseba, destacó que la adquisición
"integra" su estrategia de
"fortalecerse" como empresa integrada de
energía, con liderazgo en América
Latina. No es menor el dato de que se
maneja la posibilidad que el Estado
uruguayo participe de Gaseba adquiriendo
el 15% de las acciones. Dicha
participación sería asumida por ANCAP
A fines de junio del 2006 la compañía
estatal brasileña asumió la conducción
de Gaseba. Las negociaciones con la
UAEOGAS no han sido fáciles. Luego de la
experiencia sufrida en los últimos doce
años el Sindicato pretende un convenio
de estabilidad laboral. El nuevo gerente
general de Gaseba Augusto Riezemberg ha
dicho que no hay intención de echar a
nadie pero que la empresa no está
dispuesta a negociar convenio alguno
sobre el tema.
Por su parte el gremio discute la forma
de relacionamiento con el personal,
adoptada por la actual dirección de la
empresa. El periódico sindical “La
llamarada”, aludiendo a las jornadas de
formación de líderes dirigida a los
encargados, afirma en su edición de
Diciembre de 2006: “Mientras la empresa
pierde usuarios todos los meses, no hay
materiales de trabajo, no hay plan
estratégico de desarrollo, y por tanto
sólo se apuesta al trabajo ideológico
con los mandos medios (…) sin dar
respuesta a ningún problema de fondo.”
Los sindicalistas están preocupados por
el futuro de la empresa. La nueva
dirección se ha comprometido a recambiar
las cañerías, inversión indispensable
que los anteriores propietarios habían
omitido, con riesgos notorios para
usuarios y trabajadores. No obstante,
consideran que las inversiones previstas
son insuficientes. Existe una promesa,
por parte de la empresa de integrar una
representación de UAEOGAS a un futuro
comité de plan estratégico, sin embargo,
es notorio que está adoptando medidas
que suponen cambios funcionales,
redefinición de categorías, traslados de
trabajadores, sin informar ni consultar,
a la organización sindical.
Durante el pasado mes de diciembre se
desató un conflicto por la decisión de
la empresa de trasladar un grupo de
funcionarios. Como lo señaló la
dirección del sindicato no se trataba de
una simple mudanza. Debe tenerse en
cuenta que los trabajadores habían
solicitado una garantía de que no se
iban a perder fuentes de trabajo por los
cambios funcionales que estaba llevando
a cabo la empresa y que la respuesta fue
negativa.
El 21 de diciembre se llegó a un acuerdo
en el Ministerio de Trabajo, por el cual
se constituyó un ámbito de negociación
con participación de la patronal, el
sindicato y el Ministerio. Se fijó un
plazo hasta el 15 de febrero para llegar
a un acuerdo. Durante dicho plazo, la
empresa se comprometió a no tomar
decisiones unilaterales sobre los temas
a tratar en la mesa de negociación. El
sindicato interpretó la decisión de la
empresa como un intento de probar la
capacidad de respuesta del gremio en una
coyuntura desfavorable ya que a fin de
año normalmente decaen todas las
actividades (se otorga mayor número de
licencias, hay menos días laborables por
las fiestas tradicionales).
Los hechos reseñados nos obligan a
reflexionar respecto del rol de la
organización sindical. No se trata
solamente de obtener las mejores
condiciones de trabajo para sus
afiliados. Un sindicato responsable
puede y debe incidir en la marcha de la
empresa, opinando sobre temas
estratégicos, que no tienen por qué
estar reservado solamente a los
empresarios. También cabe preguntarse
hasta qué punto un servicio público
puede ser administrado por una empresa
sin participación del Estado. La
experiencia indica que una empresa
estatal que actúa fuera de su país, lo
hace con la misma lógica empresarial de
las transnacionales. Aunque sea la
empresa estatal del vecino y socio en el
proceso de integración.
En Montevideo, Uruguay Ortiz
©
Rel-UITA
11 de enero de 2007 |
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