La posibilidad de liberarse de la "deuda
eterna", aceptando el juego de los
acreedores, parece estar cerca. Como
resultado de una coyuntura favorable
para la exportación de recursos
naturales, se han acumulado reservas
financieras importantes en varios países
altamente endeudados. Y muchos de ellos
han comenzado a recomprar sus deudas.
Ecuador ha entrado en esta danza. Se ha
comprado Bonos Global a 12 años por un
monto de 740 millones de dólares; 400
provenientes de un crédito del FLAR y el
saldo de reservas acumuladas, es decir
restadas a la inversión social y
productiva. Según sus promotores, esta
operación habría permitido un ahorro
importante, pues dichos bonos tienen una
alta tasa de interés de 12%. Y ahora se
presiona para que se recompre la
totalidad de dichos Bonos, unos 510
millones, y que se emitan nuevos bonos,
con una tasa de interés menor, para
canjearlos con los Bonos Global a 30
años, que tienen un cupón alto de 10%.
Parece que por esta vía se puede salir
de la trampa.
Detrás de esta lógica, que atiende el
interés del capital financiero
internacional y de la banca local,
refugiado en el discurso del mercado,
hay lecturas incompletas. Pagar por
adelantado deuda tendría financieramente
algún sentido si el valor presente neto
es menor pagando ahora que pagando de a
poco en 30 años. Pero, no sólo se debe
considerar ese ahorrro. Un punto de
referencia más adecuado brinda el
rendimiento de inversiones alternativas;
por ejemplo, en lugar de destinar 300
millones de dólares a la compra de
bonos, se pudo realizar inversiones
petroleras con una tasa interna de
retorno de un 30% por lo menos.
Por otro lado, buscar una mejoría de la
calificación de riesgo y bajar el costo
del financiamiento internacional no
asegura mejores condiciones para la
economía en general. Para lograr estas
"metas", los sacrificios a realizar son
elevados, tanto en términos de ahorro
forzoso, como de sumisión a las
políticas económicas neoliberales, que
se imponen con o sin Carta de Intención
con el FMI. Téngase presente que la
operación de recompra de la deudas
comerciales es promovida por el Fondo
para luego transformarlas en deudas
internas con miras a prevenir posibles
crisis cambiarias generadas por el
problema fiscal de los EEUU, que algún
día se va a ajustar.
Desde esta perspectiva cobra fuerza la
necesidad de impulsar, en condiciones
ventajosas para el deudor, una
renegociación profunda de todas deudas,
teniendo la moratoria como una posible
herramienta a utilizar. El asunto, sin
embargo, no se resuelve dejando de pagar
la deuda. La tarea es más compleja. Hay
que apoyar -a través de auditorias- la
impugnación de deudas ilegales e
ilegítimas, tal como lo acaba de hacer
Noruega con las deudas que sirvieron
para la compra de unos cuantos buques
pesqueros por parte de Ecuador.
Finalmente, hay que liberar al país de
la adición al endeudamiento externo e
interno, en base a una profunda reforma
tributaria para que los que más ganan y
tienen sean los que más tributen.
Alberto Acosta
Convenio La Insignia / Rel-UITA
4 de octubre