Cincuenta años después de que se conmemorara por primera vez
el Día contra la guerra, iniciado por la Confederación
Alemana de Sindicatos, el lema “Nunca más guerra” adquiere
renovada actualidad. En momentos, en que aumentan el terror, los
conflictos armados y las guerras civiles, no se puede hablar de
un mundo en paz. El Día contra la guerra se instauró para
recordar el ataque de la Alemania nacionalsocialista a
Polonia, el 1 de setiembre de 1939, y los 60 millones de
víctimas de la Segunda Guerra Mundial. Hoy luchamos por un mundo
sin hambre, pobreza, explotación, violencia y guerra. Desde la
segunda mitad del siglo pasado la paz prevalece en amplias
regiones de Europa. Sin embargo, a nivel global estamos
aún lejos de una situación comparable.
Los conflictos militares van en aumento. Todos los días, miles
de personas mueren como consecuencia de los enfrentamientos
violentos entre estados y grupos sociales y religiosos en
conflicto. En muchos casos la opinión pública mundial apenas
toma nota de estos hechos o preferiría no hacerlo. El terrorismo
bajo pretexto religioso y la persecución y eliminación de
minorías étnicas resultan tan inaceptables como la amenaza de un
ataque nuclear y deben ser superados. Debemos desarrollar y
financiar medidas que tiendan a fomentar la paz. Como primer
paso, estas medidas deben tener como objetivo la protección de
la población civil contra la guerra y el terror, para luego
erradicar la violencia militar y el terror definitivamente.
Parte de ello será el control más consecuente del tráfico de
armas, en el cual intervienen también los países industriales
occidentales. Se debe detener el envío de armas a zonas en
conflicto y en guerra, porque resultan éticamente inaceptables.
Un cometido central de las Naciones Unidas consiste en la
instrumentación de políticas preventivas de paz, con el fin de
evitar los conflictos armados. Para ello, todos los Estados
deben respetar las resoluciones y reglas de la ONU. La
intervención militar en Irak sin mandato de la ONU
no ha podido pacificar el país. Por el contrario: Los niveles de
violencia han aumentado dramáticamente.
Por lo tanto el DGB hace un llamado a la UE, para
que asuma sus responsabilidades en materia de políticas de paz e
incremente el apoyo a la creación de estructuras civiles en las
zonas en conflicto, como por ejemplo en Irak,
Afganistán, Palestina y Sudán. El envío de
tropas adicionales a estas regiones de crisis no ayuda ni abre
perspectivas de futuro. Las experiencias demuestran que la paz
no se puede imponer por la fuerza, ni en Afganistán ni en
Oriente Medio.