Sony despedirá a 20.000 trabajadores
Sony anunció
ayer un plan que prevé 20.000 despidos hasta el 2006, el 13% de la
plantilla en todo el mundo, y un ahorro de costes de 2.570 millones de
euros (427.612 millones de pesetas) anuales. La compañía japonesa reducirá
la producción de televisores de tubos catódicos y se volcará en la
fabricación de pantallas planas, al igual que están haciendo el resto de
fabricantes electrónicos. Unos 7.000 de los 20.000 puestos de trabajo que
se eliminarán, de una plantilla de 154.500 empleados en todo el mundo,
pertenecen a fábricas japonesas. La compañía dejará de fabricar monitores
de rayos catódicos en Japón en marzo del 2004, y prevé reducir de 17 a 5
las plantas de este producto en el resto del mundo en el 2007.
Fuente: Comfia
España
Empleo precario
España ostenta
el triste privilegio de ser el primero en empleo precario de los 30 países
que componen la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE),
según quedó patente en París en la presentación del informe sobre
“Perspectivas de empleo”, en el que, entre otras cosas, recomienda a los
países miembros de dicho organismo que tomen medidas para frenar las
prejubilaciones e incorporar masivamente a la mujer al mercado de trabajo.
Por lo que a España respecta, con el 31,5% de empleo total precario en
2001, (año utilizado para homologar las comparaciones entre los 30 países
miembros de la OCDE), registra la mayor tasa de temporalidad laboral.
Fuente: UGT
España
Hipermercados
La falta de
competencia en el sector de la distribución es un tema ya viejo, que la
concentración progresiva en grandes cadenas no está haciendo más que
empeorar. Si en los años ochenta el pequeño comercio representaba el 50%
del mercado, en los momentos actuales ese porcentaje se sitúa alrededor
del 30. Tres grandes cadenas (Carrefour, Mercadona y Eroski) controlan más
del 45%, y si añadimos las cinco siguientes el porcentaje alcanza el 70%.
Según el propio Banco de España, la estrategia de los hiper y de los
grandes supermercados es clara. En una primera fase, luchan por apoderarse
del mercado con márgenes reducidos pero, tan pronto como se han expandido,
disparan éstos para obtener mayores beneficios.
Batallas como
la de la libertad de horarios no son baladíes. La muerte del pequeño
comercio conduce a una excesiva concentración que restringe la competencia
y a la fijación abusiva de los precios. Algunos discursos resultan
ridículos por lo ingenuos. He oído sentenciar a un conspicuo liberal que
la liberalización del mercado no tiene por qué significar una reducción de
precios. Por supuesto, porque lo que él llama liberalizar es más bien
entregar los mercados a las grandes empresas.
Fuente: La Insignia
Juan Francis Martín
Seco, “Aquí hay tomate”.
Ojo económico Nº 03
3 de noviembre de 2003