Los costos de los trámites
migratorios seguirán subiendo,
hacerse ciudadano costará casi 600 dólares.
El pasado 31 de enero, la
Oficina de Control de
Inmigración y Aduanas de
Estados Unidos (ICE)
confirmó que aumentará un 86% el
costo de los trámites
migratorios a partir de junio.
Para suavizar el impacto, dijo
que en realidad se tratará de un
66%, después de ajustes y
consolidación de gastos. En
otras palabras, no griten porque
no es para tanto.
Es como el aumento de la
gasolina. Primero se dispara y
después baja un poquito para que
todos digamos, "uff, no ha
estado tan mal!". Pero las
empresas se salen con la suya.
Por ejemplo, si el litro cuesta
ahora un dólar pero las empresas
quieren 10 centavos más, primero
lo suben a 1,20. Pánico, quejas
y al día siguiente baja a 1,10.
Entonces nos conformamos y no
entendemos que en realidad nos
amolaron.
Así es con todo. Algunas
organizaciones nos quieren
convencer de que no pidamos
mucho al Congreso sobre la
inmigración. ¿Regularización?
Mmm... Como que es mucho y no se
va a poder, no vaya a ser que
papá gobierno se enoje y nos
castigue. Entonces es cuando
aparecen, mágicamente,
propuestas como la de
trabajadores temporales. Algo
así como un nuevo programa de
braceros.
Por ejemplo, ya tenemos en el
Congreso la llamada AgJobs
que no es más que eso, un
programa para que, a cambio de
una regularización temporal
limitada, miles de trabajadores
del campo sigan al menos tres
años haciendo lo mismo. Y si
se portan bien, el premio es la
residencia permanente. Pero
solamente para campesinos. Y no
incluye derechos básicos, como
acceso a una vivienda digna,
seguro de salud ni garantías de
empleo permanente.
Esta propuesta cuenta con el
apoyo ferviente de los
agricultores y del Sindicato de
Campesinos (UFW). Y también de
organizaciones hispanas que
dicen representar los derechos
de los inmigrantes pero que, en
realidad, no recuerdo hayan
levantado la voz por nosotros en
el pasado; ni siquiera apoyaron
el boicot del 1˚ de mayo de
2006. Pero después de las
marchas del año pasado vieron su
oportunidad de montarse al
caballo, aumentar sus
influencias y, además, conseguir
fondos para "apoyarnos".
Me refiero principalmente a
organizaciones como Concilio
Nacional de la Raza (National
Council of La Raza) y Foro
Nacional de Inmigración (National
Immigration Forum), de
Washington. Ambas dicen, con su
tono paternalista, como cuando
nos miran desde arriba, "algo es
algo" o "mejor es nada". Y nos
piden que aceptemos cualquier
nuevo programa de braceros, como
AgJobs.
Estas organizaciones, que
reciben cuantiosos fondos para
su trabajo de "asesoramiento" en
la comunidad latina, vieron su
gran oportunidad de manipular al
movimiento inmigrante, que se
lanzó a las calles exigiendo
regularización durante el año
2006, en favor de sus propios
intereses. Junto a algunos
sindicatos y candidatos
demócratas, buscan canalizar el
movimiento en apoyo de
propuestas de ese partido. Y
sumado a su actitud política
tibia y claudicante, nos piden
que apoyemos propuestas como
AgJobs.
Estas organizaciones, a quienes
ningún inmigrante pidió su
opinión o permiso para salir a
manifestarse, dicen una y otra
vez que hay que ser
conformistas, “
poquiteros”. Y no solo eso, sino
que ahora hablan en nuestro
nombre. Nadie se lo pidió, ni
queremos que lo hagan.
"Al menos algunos recibirán
permiso de trabajo; después
pediremos por el resto", es el
tono de su discurso. ¿Cuándo?
¿Dentro de otros 20 años y de
más muertos en la frontera? ¿Con
más miles de familias separadas,
trabajadores empobrecidos y
humillados? Tras las marchas del
año pasado, los inmigrantes no
podemos aceptar migajas. Tampoco
podemos aceptar que esas (y
otras) organizaciones pretendan
hablar por nosotros.
Los políticos son conscientes
que algo deben hacer sobre la
emigración. Pero no quieren
arriesgar su futuro político:
recordemos que en noviembre de
2008 son las elecciones
presidenciales, el premio mayor.
Pero como quieren demostrar que
están haciendo algo, optan por
la solución de una ley de
trabajadores temporales. Fácil y
sin riesgos, porque los
agricultores la piden a gritos.
También Bush. Y el
Sindicato de Campesinos.
La función de las mencionadas
organizaciones latinas, y de
ciertos activistas o
"personalidades" del mismo
origen, es convencernos de que
esto es lo mejor "por ahora".
Hablan en foros, conferencias,
escriben artículos, ofrecen
entrevistas a los medios de
comunicación. Quieren
convencernos, aplacarnos. "Si
pedimos todo no nos darán nada",
aseguran. Seamos pacientes,
sumisos. Agachemos la cabeza.
¡Otra vez!
Lo dicen ellos, los que no
salieron a las calles. Los que
no saben cómo viven los
trabajadores del campo porque
están sentaditos en sus cómodas
sillas, hablando en nombre de
los campesinos. Y mientras
tanto, el Congreso que ayudamos
a elegir debatirá pronto alguna
versión de propuesta de ley de
trabajadores temporales, pero no
una reforma amplia de la ley de
inmigración. ¿Se puede confiar
en un Congreso así? Cuanto más
gritan esas organizaciones de
sumisos para que aceptemos lo
que nos dan, más tenemos que
desconfiar. Los inmigrantes
debemos seguir exigiendo lo que
pedimos el año pasado en las
calles: regularización para
todos.
Mientras tanto, los costos de
los trámites migratorios
seguirán subiendo. Por ejemplo,
hacerse ciudadano costará casi
600 dólares.
Muchos lo pensarán. Eso es lo
que quieren: evitar que más
inmigrantes hispanos se hagan
ciudadanos, porque entonces
podrían votar. Y aunque las
opciones son limitadas, el voto
cuenta. Especialmente si es en
apoyo a candidatos no
conformistas o de partidos "no
tradicionales".
No debería sorprendernos esa
actitud; nunca nos han puesto
alfombras en el camino que nos
trazamos. Y si todavía
sobrevivimos, nos mandan a las
"organizaciones amigas" para que
destruyan nuestra voluntad y nos
domestiquen. A ver si nos
hacemos conformistas. Este es el
peligro mayor, porque hablan
casi como nosotros, balbucean
español y nos tratan de tú.
Ahora, como nunca, debemos
mantenernos vigilantes,
dialogar, reconocernos entre
nosotros. Y no dejarnos engañar
por estos "amigos".
En Fresno,
Eduardo Stanley
C onvenio
La Insignia /
Rel-UITA
5 de febrero de 2007 |
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