El
escritor uruguayo Eduardo Galeano
fue uno de los invitados
de honor de Fernando Lugo a la
ceremonia de su investidura
presidencial. Ante los medios de
prensa, el autor de Las venas
abiertas de América Latina destacó
que “El Paraguay tiene una historia
de mucho sacrificio, de mucho dolor
y se merece el cambio que está
viviendo”.
Caminando por las calles de
Asunción, observando el paisaje
urbano que aún le era familiar a
pesar de los 14 años de ausencia,
Eduardo Galeano se confundía con
la gente, como uno más. Sólo unos
pocos lo reconocían y giraban la
cabeza al verlo caminar sin compañía
alguna por el centro asunceño.
Recorrió las orillas del río
Paraguay y rememoró viejas historias
de encuentros con sus amigos
paraguayos exiliados en Uruguay.
Sin embargo, apenas una noche antes
de su paseo mañanero por la ciudad,
el escritor llenó el Teatro
Municipal hasta agotar todas sus
localidades. Muchos de sus
fervientes seguidores debieron
resignarse a escucharlo y verlo en
una gran pantalla ubicada fuera del
principal coliseo de Asunción.
Fue una de las pocas veces en que un
escritor atrapó tanta atención de
parte del público paraguayo, como si
de una estrella pop se tratara.
Galeano llegó a Asunción
invitado por Fernando Lugo
para su asunción presidencial.
“El Paraguay se merece el
cambio que está viviendo. Este país
tiene una historia de mucho
sacrificio, de mucho dolor. Llegó su
tiempo de redención”, sentenció el
autor ante los periodistas que se
agolparon en el hotel en que se
hospedaba para escucharlo durante su
único contacto directo con la
prensa.
“La victoria de Lugo en
Paraguay es parte de un proceso
de resurrección que se está viviendo
en casi toda América del Sur.
Es la resurrección de la energía
creadora, la energía del cambio”,
expresó el escritor al hablar del
trascendental momento político que
experimenta el país, tras 61 años de
hegemonía del Partido Colorado.
Un
cambio real
Galeano
afirmó también que los ciudadanos de
toda América Latina están
sedientos de una realidad nueva. “La
realidad no es inmutable, la gente
sospecha con razón que mañana no es
otro nombre de hoy. Lo que es
radical es la necesidad popular por
el cambio, es la energía del cambio,
que ahora empieza a manifestarse por
vías legales democráticas y antes se
manifestaban por otras vías”.
El escritor se refirió a la
contraviolencia que se opuso a la
violencia de las dictaduras
militares, del sistema y del imperio
del Norte, que durante épocas
pasadas impuso su veto a toda
manifestación liberadora en
América Latina.
“El veto imperial impidió
experiencias como la de Salvador
Allende, para que Chile
pudiera seguir adelante.
Claro que hubo violencia de los dos
lados, pero todos los tipos de
violencias que se establecieron en
el continente fueron el resultado de
un veto imperial al cambio”,
sentenció el autor de “Las venas
abiertas de América Latina”.
Señaló también que los
latinoamericanos hemos sido
entrenados en la cultura de la
impotencia, desde la época colonial
española.
“Esta
cultura de la impotencia te dice: no
se puede. No se puede hacer, pero se
puede comprar, o sea se puede
consumir pero no crear y, sobre
todo, no se puede cambiar”.
“Esta cultura de la impotencia nos
entrenó para la obediencia y nos
condenó a padecer el futuro en vez
de imaginarlo”, resaltó. Añadió que
“esta cultura sólo puede romperse
enfrentando la aventura de la
libertad, con el coraje de cambiar,
de imaginar el futuro en lugar de
aceptarlo, y de saber que la
realidad está para ser cambiada. Ese
es el desafío”.
Entradas clandestinas
“La realidad
no
es
inmutable,
la gente
sospecha con
razón que
mañana no es
otro nombre
de hoy” |
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Eduardo Galeano
también rememoró sus visitas casi
clandestinas a Paraguay
durante la época de la dictadura de
Alfredo Stroessner cuando,
ejerciendo el periodismo, ingresaba
al país valiéndose de distintas
argucias para no ser descubierto.
No logró recordar si la primera vez
que estuvo en tierras guaraní fue
cuando ingresó por la ciudad de
Encarnación (departamento de
Itapúa) fronteriza con Argentina
(hecho relatado en su libro “Las
venas abiertas de América Latina”),
aunque sí recordó algunas anécdotas
de las veces que tuvo que entrar
disfrazado para poder burlar el
férreo control de la Policía
stronista.
Comentó que durante su época de
periodista de Prensa Latina llegó a
simular ser un comprador de tierras
para pasar desapercibido, lo que le
ayudó a captar muchas “fotos
prohibidas” para esa época.
“Una
vez me disfracé de comprador de
tierras y viajé hasta el
(departamento) de Alto Paraná para
ver cómo se producía la penetración
brasileña en la región, y dormí con
esa pobre gente (los campesinos)
engañada con el cuento de que serían
prósperos agricultores, y una vez
que despejaban el mato, uno o dos
años después, los echaban sin
recibir la tierra prometida”,
relató.
Homenaje al escritor
Una hora después de la conferencia
de prensa Galeano se trasladó
al Teatro Municipal de Asunción
donde recibió la calurosa bienvenida
del público y del propio Fernando
Lugo, quien dijo haber conocido
personalmente al escritor hace sólo
una cuantas semanas, durante una
visita oficial a Montevideo.
“Pero, en realidad, lo conozco de
antes, desde los años ’70. ¿Quién
no leyó “Las venas abiertas de
América Latina?”, preguntó el
ahora primer mandatario al auditorio
repleto, a lo que éste respondió con
una sonora ovación.
“¡Qué bueno, Eduardo, que
estés hoy aquí con nosotros, en este
momento de América Latina,
que tiene tu voz transversal y
animadora, tu sentencia firme e
inapelable, tu humildad, que debe
ser grande, para soportar el enorme
peso de tu sabiduría solidaria!”,
dijo Lugo al escritor
uruguayo.
El mandatario auguró al autor que
“el Paraguay, alojado en
varias de tus historias, te brinde
su hospitalidad en la dimensión que
te mereces.
Quienes tratamos de construir,
siguiendo la línea de puntos de tu
mapa universal de la dignidad,
haremos lo imposible por nombrar tu
palabra, porque nos sentimos
constitucionalmente obligados a
hacerlo”.
Una
deuda histórica aún por saldar
Galeano
presentó en el Teatro Municipal su
última obra, “Espejos”, de la que
leyó algunas estrofas referidas a la
cruenta guerra de la Triple Alianza.
Antes, había señalado a los
periodistas que Argentina,
Brasil y Uruguay tienen
aún una deuda pendiente con este
país.
“El Paraguay fue quizás el
único país verdaderamente
independiente de la época. Pagó el
pecado de ser libre con el
exterminio masivo de sus hijos
varones”.
Dijo que creía justo recordar ahora
esa contienda, porque “el cambio que
se produce hoy en esta nación no
nació de la oreja de una cabra, sino
que se conecta directamente con una
memoria jamás extinguida de una
dignidad nacional, y la justicia que
encarnó aquel Paraguay
arrasado por la Guerra de la Triple
Alianza”, concluyó.