Tuvieron
gran trascendencia, porque en esas dos fechas quedó plasmado
ante todo el país, el triunfo de un Polo Alternativo de
izquierda democrática, juvenil, alegre, expectante y
decidido a actuar en defensa de los intereses populares,
listo a reconstruir el mundo político deteriorado por las
oligarquías bipartidistas.
Se dibujó
un programa político alterno firme para el futuro por parte
de las fuerzas nuevas, y el Polo logró un esperado triunfo:
escaló el Everest de la historia en las izquierdas
colombianas, a partir de la toma del poder estatal en Bogotá
en 1854 por los artesanos socialistas del "Alacrán" Posada,
la Junta Central de Francisco Antonio Obregón y el
patriótico Ejército Nacional con el general Melo.
La construcción del nuevo Polo
El Polo es
ahora el receptáculo visible de todo este acumulado
político, latente y actuante, de siglo y medio, y escenario
privilegiado de la gestión de todas las nuevas fuerzas
nacionales. Hemos trabajado bien y duro para llegar a este
hito y recibir aquel mandato popular al que debemos
responder con toda lealtad; van mis felicitaciones efusivas
para todos y todas en las diversas regiones y ciudades. Pero
estos logros tienen un artífice particular, cual es la
evolución personal y labor movilizadora del ex-presidente
del Frente Social y Político, el senador
Carlos Gaviria Díaz.
Él ha sido
y seguirá siendo por un buen tiempo nuestro principal
dirigente y nuevo director del partido, alrededor de quien
tendremos que concentrarnos en nuestra diversidad para
sobrevivir políticamente y actuar de manera coherente.
Con estos
objetivos, el doctor Gaviria nos dio importantes consignas
en su discurso del domingo 28 por la noche, en el Centro de
Convenciones: esas consignas son de unidad, dignidad,
oposición al régimen, y voluntad de poder, consignas que
juegan en un contexto ético y estético a nivel individual y
a nivel colectivo.
Sin unidad
no podremos avanzar y consolidar el triunfo alcanzado y el
proyecto político que nos propusimos. La prueba vendrá
pronto, en las elecciones regionales del año entrante 2007.
Si no las preparamos bien, con juicio, orden y mutua
comprensión, ellas podrán terminar en una debacle que
impedirá avanzar hasta el año 2010, meta lejana que, me
parece, no está en las preocupaciones inmediatas del doctor
Gaviria, aunque parece que sí en algunos otros dirigentes
amigos demasiado acelerados.
Lo más
urgente para preservar la unidad en el nuevo Polo
engrandecido, es restaurar los mecanismos que hemos empleado
para llegar a donde ahora estamos, incluyendo continuar la
buena costumbre de la consulta interna. Es urgente revivir a
la Mesa de Unidad, formalizarla y legalizarla para que con
toda autoridad resuelva los problemas más acuciosos
regionales y nacionales que se vayan presentando.
Para estos
fines, contamos ya con el Ideario de Unidad aprobado en
noviembre último; con un detallado programa de gobierno
discutido y consensualizado a partir de febrero de 2005; y
con la productiva creación de la Mesa de Unidad. Falta
superar nuestra dispersión y fracturas, tarea de
organización interna que es de la mayor urgencia, con el fin
de crear o imaginar vínculos aún más fuertes y profundos
entre nosotros, basados en convicciones y sentimientos
sinceros. Hay que comenzar esta tarea enseguida, con miras a
organizar bien, desde las regiones, el congreso nacional del
Polo e impartir orientaciones constructivas para nuestra
acción en las próximas elecciones.
No es
necesario atollarse en minucias organizativas, pero sí
esperar un papel determinante y orientador de parte del
nuevo director, y la decidida colaboración de nuestros
congresistas, diputados, concejales, ediles y de los
distinguidos gobernantes de entidades territoriales donde el
Polo está gobernando. La tarea está clara "construir
democracia, no más desigualdad", lo cual es invitación a
actuar con dignidad y lealtad con las necesidades y
expectativas de nuestros pueblos.
Sobre las ideologías necesarias
El Polo
nuevo, impulsado desde las bases regionales con democracia
real en sus rangos, puede ahora trabajar para alcanzar la
consistencia necesaria y defender la potencia y continuidad
del nuevo partido en la prueba de las elecciones de 2007.
Esta necesidad urgente de construcción del Polo lleva a
entrar sin miedos al terreno ideológico. Sé de las
resistencias y temores que este tema suscita. Pero invito a
trabajar con serenidad y dejar atrás algunas posturas y
tesis que puedan resultar históricamente determinadas,
actuando "sin sectarismos ni ambigüedad" y sin pruritos de
personalidad o arrogancia, sin ningún "ismo". El PDA de
izquierda democrática que ha triunfado, contiene este
catalítico organizativo, porque lleva un buen tiempo
coexistiendo en sus grupos y corrientes internas, con los
positivos resultados que saltaron a la vista el 21 y el 28
de mayo.
Para
reforzar el nuevo Polo aquí dibujado, quiero empezar
planteando aspectos relacionados con la identificación
político-ideológica de nuestro principal dirigente. Gaviria,
como muchos de nosotros, es de origen liberal por familia
pero ha sido capaz de descargar aquel pesado lastre. Él
mismo se ha autocalificado como de la izquierda democrática,
lo cual es justo, pero parece que no ha sido suficiente.
Algunos comentaristas insistieron, durante la campaña
presidencial, en calificarlo como "liberal doctrinario" o
liberal a secas, como fue con Gerardo Molina quien en
realidad culminó su vida como declarado socialista. Al mismo
tiempo, otros observadores en especial enemigos políticos,
lo endilgaron como "comunista camuflado". Me parece que, por
ahora, y con base en las propias tesis expuestas por el
doctor Gaviria en la plaza pública y en el programa de
gobierno, sería adecuado reinterpretarlo como "radical
demócrata", tal como lo percibió la revista Cambio del 27 de
marzo de 2006 en su artículo de portada.
¿Cómo
radical?. Esta palabra se ha pervertido en su uso, al
olvidarse sus orígenes etimológicos (del latín radix, raíz).
Existe un partido derechista llamado "Cambio Radical", claro
que poco convincente, que será de corta vida. Pero me parece
que con el radicalismo bien entendido, iríamos por buen
camino. Ojalá esto no se malentienda. Ser radical es tener
criterios bien formados para reconocer y sentir las raíces
de donde proviene la savia de la cultura y de la
personalidad. Esta es una tesis clásica de los
revolucionarios desde 1789. Pero, a diferencia de la
deformada interpretación partidista señalada atrás, o de la
reducida interpretación socialdemócrata, en América Latina
ha surgido una escuela socialista crítica y humanista que
busca raíces propias en cada cultura y en cada nación, para
reconstruir sociedades en crisis, como la nuestra, tarea que
ha correspondido a renovadoras corrientes populares
autóctonas, desde Chile, Argentina, Uruguay, Bolivia,
Brasil, Perú, Ecuador y Venezuela hasta México y Guatemala.
En Colombia existe hoy una nueva escuela radical demócrata
que sigue los pasos del "radicalismo" de Murillo Toro,
Camacho Roldán, Parra y los Pérez de finales del siglo XIX,
dirigentes que llegaron todos a ser presidentes de la
República. Pero que, a diferencia de los patricios
mencionados que eran demasiado europeizantes hasta el punto
de proclamar al Olimpo de los dioses griegos como su faro
orientador, y que lloraban leyendo a Lamartine y Victor
Hugo, a diferencia de aquéllos, nosotros los radicales
demócratas del siglo XXI queremos investigar, conocer y
apreciar nuestras propias raíces como pueblos y naciones de
donde se derivan valores fundantes de absoluta utilidad en
las gestas políticas actuales.
Tales son
los criterios que nos guían como socialistas contemporáneos.
Ya hay algunos tratados al respecto que están circulando y
creando opinión, y un grupo de intelectuales estamos listos
para promover el nuevo radicalismo propio, y lo raizal de
nuestro mundo tropical, como criterios básicos. Tomamos muy
en cuenta a nuestros "pueblos originarios", porque son los
que realmente han construido a la nación colombiana dándole
su sabor particular. No es la Colombia de las élites
extranjerizantes que nos han gobernado de manera tan
discutible. Sólo falta que partidos y movimientos nuevos,
como los del Polo, se reconozcan en esta búsqueda
autonomista, nacionalista y culturalista, y empleen el
radicalismo democrático contemporáneo, como elemento de
cohesión interna de las nuevas fuerzas, esto es, como
pegando ideológico de unificación y acción concertada. Y
como ariete de lucha contra los obstáculos del status quo
inadmisible que viene frustrando las justas aspiraciones de
nuestros pueblos.
Sobre los componentes políticos del Polo
Este tema
del radicalismo histórico y democrático como pegante de
actitudes, sentimientos e ideas en el nuevo Polo, me lleva a
un segundo planteamiento sobre los componentes políticos de
éste. Vistos como elementos de oposición al régimen y de
vocación de poder.
Todos
sabemos que las diferencias entre nosotros, a veces
demasiado personalizadas, son las que cubren la gama desde
la izquierda hasta el centro izquierda. Les invito a
recapacitar sobre nuestra función pública con miras a
gobernar y seguir gobernando donde ya estamos situados. No
dejemos que aquellas diferencias del tipo secundario o
marginal se agranden o conviertan en tumores destructivos.
Cada cual tendrá que hacerse un examen propio para
determinar si se acerca o no a los presupuestos ideológicos
del "radicalismo democrático" que ha enfatizado siempre lo
social, con las inclinaciones socialistas raizales y marcos
éticos-estéticos que aquí estamos proponiendo. Por fortuna
pertenecemos a un movimiento de bases sociales y regionales
en el que no se acepta la imposición vertical ni se
practican expulsiones contraproducentes ni castigos
semejantes.
Supongo que
esta propuesta, algo audaz, pueda producir polémica interna
y posiblemente alguna decantación partidista. Pero el
propósito no es en ninguna forma delimitar o reducir al
Polo, sino reforzarlo como eje político articulador de la
oposición. En la práctica así ha ocurrido en el FSP desde su
creación. El caso del FSP lo destaco porque allí no sólo
hemos sido compañeros comprensivos de las diferencias, sino
que hemos logrado construir amistades sinceras y respeto
mutuo con fundamentos éticos, con todo lo cual se quiere
ingresar de lleno al nuevo Polo como corriente o tendencia.
Si el Polo
debe ser "radical" en el sentido aquí recordado, además de
"democrático" y "alternativo" como ya se ha acogido con
éxitos, está así abierto a la discusión, comenzando con los
respectivos ajustes que ello implicaría en nuestro programa
de gobierno, el ideario de unidad, la Mesa de Unidad y el
Consejo Nacional. Aspiro a que esta Carta llegue a las
plenarias del próximo congreso nacional del Polo, y que sea
discutida en nuestros grupos temáticos, tertulias y retiros,
por lo que quedaré agradecido.
Las
expectativas sobre este congreso naturalmente son grandes, y
hay que prepararlo desde ahora y desde las regiones. El
momento es crucial. De allí depende que el impresionante
acumulado político de izquierda que hemos ganado en los
últimos años no se malgaste o se disuelva, sino que siga
agrandándose y fructificando en el Kaziyadu o renacer de los
Huitotos, para el bien de los pueblos colombianos, el de sus
clases productivas y trabajadoras, y el de las prácticas
políticas en general.
Con todo el entusiasmo de esta epopeya que el destino nos
permitió vivir en estos días y meses, quedo con suma
esperanza y con el orgullo de pertenecer al nuevo y radical
Polo Democrático Alternativo
Orlando Fals Borda
Rel UITA
/ La Insignia
20 de
junio de 2006