El
Gobierno español va a poner en marcha un
plan para la integración de inmigrantes
pionero en Europa. No sólo se trata de
buena voluntad política. El Plan de
Ciudadanía e Integración contará con un
presupuesto de dos mil millones de euros
en los próximos cuatro años.
El plan de integración de los inmigrantes que
acaba de anunciar el gobierno español
tendrá un presupuesto de 2.000 millones
de euros para los próximos cuatro años.
En la elaboración del denominado Plan
Estratégico de Ciudadanía e Integración
se ha contado con las comunidades
autónomas, los ayuntamientos, los
agentes sociales, las asociaciones de
inmigrantes y las organizaciones no
gubernamentales.
El Ministerio de Trabajo ha aportado cerca del
60% del total del dinero, y el resto
entre los Ministerios de Educación y
Ciencia, Asuntos Exteriores y
Cooperación Internacional, y el de
Sanidad. Los objetivos parecen todavía
algo difusos aunque el Gobierno ha
informado de acciones prioritarias en
doce áreas concretas: acogida,
educación, empleo, vivienda, servicios
sociales, salud, infancia y juventud,
igualdad, mujer inmigrante,
participación, sensibilización y
codesarrollo.
Se trata de dotar a los inmigrantes de las
habilidades y conocimientos necesarios
para desenvolverse en la sociedad de
acogida así como fomentar medidas contra
la segregación escolar y una formación
de profesores adecuada. En cuanto al
empleo, que es una de las necesidades
más acuciantes para los inmigrantes,
está previsto fomentar iniciativas
empresariales, el autoempleo, las
empresas de economía social, al tiempo
que se aplican medidas contra la
discriminación.
Las familias de inmigrantes encuentran graves
dificultades para acceder a una vivienda
digna. Ese es el motivo de que sea común
encontrarse apartamentos de dos
habitaciones con más de diez personas
que se acoplan como pueden en muebles,
camas plegables, sillones y hasta en los
pasillos. Los propietarios no suelen
confiar en alquilarles casa si no
presentan documentos difíciles de
obtener para los inmigrantes. Se busca
ahora reforzar los programas de
intermediación para prevenir el
hacinamiento y las infraviviendas.
Tanto los servicios sociales como la prevención y
educación para la salud y sus
profesionales han de adaptarse a la
diversidad creciente de la población. En
los próximos cuatro años se favorecerá
también el acceso normalizado de los
niños y jóvenes de origen inmigrante a
los programas de infancia y juventud. Se
tendrá en cuenta la perspectiva de
género en el diseño, desarrollo y
evolución de las políticas y programas
de integración y para favorecer la
participación se espera ampliar el
derecho de sufragio en las elecciones
municipales. Por otro lado, se
desarrollarán acciones de
sensibilización que contribuyan a
mejorar la imagen pública de la
inmigración. El plan contempla también
el “codesarrollo” que permita
identificar y promover las oportunidades
de desarrollo de los países de origen de
la inmigración.
En el proceso de consultas se va a dar importancia a las
sugerencias y aportaciones de las
distintas asociaciones de inmigrantes.
Para ATIME, Asociación de Trabajadores Marroquíes en España
una de las cosas urgentes es mejorar la
imagen pública de la inmigración
marroquí, la más numerosa en España. Su
presidente Khamal Rahmouni afirma “los
17.000 marroquíes residentes en
territorio español no somos los
culpables de que haya más robos, más
inseguridad o más colas en los
hospitales. Se lanzan mensajes confusos
que calan en la sociedad y acaban por
identificar musulmán y terrorista.
Derribar ese mensaje es nuestra
prioridad”.
La segunda comunidad inmigrantes en España es la ecuatoriana.
Las mujeres ecuatorianas que trabajan en
el servicio doméstico aportan el 40% de
las remesas de Ecuador, según Dora
Aguirre, presidenta de Rumiñahui,
asociación que agrupa a cerca de 10.000
ecuatorianos. Vienen con una educación
deficiente y eso las perjudica en
cuestión de derechos. Cobran menos y no
hay suficientes programas que les
permitan acceder a una formación
profesional. “El mejor modo de integrar
al inmigrante ecuatoriano será que pueda
acceder a todo tipo de trabajos, pues el
empleo no debería estar vinculado a la
nacionalidad sino a la capacidad y la
cualificación”, asegura Aguirre.
Para los más de 3.000 inmigrantes rumanos en España, lo más
urgente es acabar con las mafias que
trafican con mujeres. “El plan debería
definir los derechos estratégicos del
inmigrante para acabar con las
discriminaciones que lo convierten en
vulnerable. Una de las propuestas es
agilizar la homologación de títulos para
que esos ingenieros, arquitectos o
químicos rumanos no entren directamente
a trabajar en la hostelería o el trabajo
doméstico” dice Miguel Fonda, presidente
de la Federación de Inmigrantes Rumanos
en España. Entre otras medidas proponen
la inserción laboral, ayuda psicológica,
programas de protección de testigos, y
creación de casas de acogida para las
víctimas. El Plan es una buena noticia,
para los que vienen y para los que
acogen.
María José Atiénzar
CCE- España
13 de julio de 2006