La Casa
Blanca y el Senado de EE.UU. pactan una
propuesta
que
quiere disminuir dramáticamente la
presencia latina
El 17 de mayo se dieron a conocer los puntos principales de
una iniciativa sobre inmigración
elaborada por senadores y la Casa
Blanca. Entre otras cosas, busca
militarizar la frontera con México,
verificar documentación al momento de un
empleo y establece un plan de
trabajadores temporales que solo podrán
venir por dos años (renovable una sola
vez, con un intervalo de un año, y sin
posibilidades de inmigrar). En cuanto a
la regularización de indocumentados,
estos tendrán que pedir primero un
permiso temporal (la visa “z”) y después
de unos 12 años, podrán solicitar la
residencia permanente.
Para lograr la residencia permanente, los solicitantes
deberán demostrar que tienen buenos
antecedentes, el jefe de familia deberá
realizar los trámites en su país de
origen y pagar 5.000 dólares. Los nuevos
residentes solo podrán inmigrar
familiares directos (esposas/os e hijos
menores de 21 años). Unas pocas visas se
destinarán a familiares como padres de
inmigrantes legalizados, pero acorde a
un sistema de puntaje basado en
educación y habilidades laborales.
Por si fuera poco, en el aspecto represivo, la militarización
fronteriza incluye la construcción de
cárceles para mantener encerrados a
potenciales inmigrantes indocumentados.
El proceso de atorgar visas “z”
empezaría después de que se certifique
que la frontera sur está asegurada y que
funcionan los mecanismos para que las
empresas puedan verificar los documentos
de sus empleados.
Esta iniciativa fue negociada por el Secretario de Comercio,
Carlos Gonzáles, y por el
director de la Seguridad Nacional,
Michael Chertoff. Estos nombres no
son simbólicos, marcan el tono que el
gobierno puso a la propuesta: que la
migración sea de acuerdo a los intereses
económicos de EE.UU. y crear un
sistema represivo de control y expulsión
de inmigrantes “indeseados”.
Dos elementos de la iniciativa señalan además la intención de
reducir la población latina y sus
posibles influencias políticas. Primero,
los inmigrantes deberán esperar más de
12 años para pasar de la visa “z” a la
residencia permanente. ¿Por qué? Porque
después de recibir la residencia legal,
los interesados en hacerse ciudadanos
deben esperar cinco años para lograrlo,
es decir, 17 años en total.
Pero para pedir la visa “z” primero hay que esperar que la
Secretaria de Seguridad Nacional apruebe
las medidas de control fronterizo, es
posible que la demora sea de unos 20
años.
Obviamente, los millones de indocumentados que participaron
en las marchas en 2006 y 2007 en favor
de una propuesta migratoria amplia, no
podrán transformar en realidad sus
consignas de “hoy marchamos, mañana
votamos” por largo tiempo. Además,
debido a los requisitos para obtener la
residencia, es posible que buena parte
de los estimados 12 millones de
indocumentados queden afuera.
El otro elemento antilatino de esta propuesta radica en la
cantidad de personas que un inmigrante
“legal” o nacionalizado puede traer. De
esta manera, la Casa Blanca y el Senado
exponen su intención de reducir la
cantidad de latinos -que ya suman 44,5
millones, o sea el 14,5 por ciento de la
población- y evitar que voten en los
próximos años.
Los requisitos de militarización de la frontera sur y de
trabajadores temporales han sido
aceptados hasta por muchos de los
activistas de los derechos de los
inmigrantes como algo “que la sociedad
norteamericana quiere”, sin entender
cómo se llegó a esta situación. De
acuerdo al periodista Max Blumenthal,
el movimiento antiinmigrante, que
impulsó esas medidas, tiene fuertes
raíces racistas.
Los grupos de expertos conservadores
resaltan el enorme costo que significa
para la sociedad norteamericana la
inmigración indocumentada. Muchos de
estos centros han recibido donaciones de
individuos como John Tanton,
quien considera un peligro para la
civilización el aumento poblacional, y
culpa de esto a los inmigrantes.
Tanton
fundó la organización Federación
Americana por una Reforma Migratoria (FAIR,
sigla en inglés), que recibió donaciones
de Pioneer Fund, agrupación ligada a
propanda nazi durante los años 30.
FAIR es un centro que distribuye
estadísticas de dudosa credibilidad
destinadas a demostrar el impacto
negativo de la inmigración,
especialmente de países del tercer
mundo.
Pero el logro más importante de estas organizaciones y
centros conservadores ha sido el lograr
que la prensa dominante, funcionarios y
parte de la opinión pública acepten sus
argumentos como válidos. Con un lenguaje
sencillo, fácil de recordar y repetir,
el tema de la seguridad fronteriza, por
ejemplo, es hoy casi indiscutido en el
tema migratorio.
Numerosos locutores y animadores de programas radiales o de
TV pregonan estos argumentos,
entrevistan “especialistas” salidos o
entrenados por dichos centros con la
intención de crear un clima
antiinmigrante y de venganza por las
marchas pro inmigrantes. Blumenthal
llega más lejos al explicar que este
movimiento busca mantener el carácter
“blanco” de EE.UU. y cómo
David Duke, ex integrante del Ku
Klux Klan, orgullosamente se atribuye el
haber sido uno de los primeros en pedir
cerrar la frontera con México
para evitar la llegada de inmigrantes.
Después de décadas de insistir en el tema, la derecha
norteamericana ha logrado imponer sus
condiciones y el movimiento pro
inmigrante está demasiado dividido como
para poder contraatacar.
En Fresno,
Eduardo Stanley
C onvenio
La Insignia /
Rel-UITA
31 de mayo de
2007 |
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