Guatemala
A fuego lento
Racismo para todos |
Si queremos analizar en qué
consiste y cómo funciona el racismo en Guatemala, es
necesario determinar el origen de la dicotomía indio-ladino
como una bipolaridad de la Corona española fortalecida por
los criollos, quienes de esta manera se invisibilizan como
responsables de la vigencia de los criterios de
discriminación que rigen nuestra interculturalidad. Los
españoles llamaron "indios" a los habitantes de estas
tierras y, después, "ladinos" (o latinos) a los indios que
aprendían la lengua, costumbres y religión latinas de
España. También llamaron criollos a sus hijos y nietos, y
fueron éstos quienes consolidaron el orden colonial con
todas sus mentalidades eurocéntricas, a la vez que, como sus
padres y abuelos, se mestizaban con las indias originando
amplios conglomerados mestizos.
Como se puede comprobar en La
patria del criollo, de Severo Martínez, al principio el
grupo minoritario ladino era el más discriminado por
españoles, criollos e indios, sobre todo porque el apelativo
pasó a designar a toda suerte de mestizos y no sólo a indios
cristianizados. El odio indígena hacia los ladinos se
explica en razón de que se los percibía como un grupo nuevo
que, precisamente por su mestizaje, podía acceder a ventajas
vedadas a los indios en la rígida estructura clasista y de
castas de la Colonia. Por su parte, los criollos, al
consolidar su hegemonía, traspasan sus criterios de
discriminación al creciente grupo ladino, que interioriza la
ilusión criolla de "blancura" europeizante y, para dotarse
de un sentido de mismidad, se compara con los indios. El
mismo operativo han realizado ya los criollos, quienes se
comparan con indios y ladinos por igual, los cuales, a sus
ojos, son dos variantes de la misma inferioridad. A su
manera, y por oposición, la indianidad interioriza asimismo
los criterios discriminatorios de la dominación criolla, y
se refugia en los residuos culturales que no pudieron ser
destruidos por la espada y la cruz.
El racismo, como un conjunto de
criterios diferenciadores, inferiorizantes y superiorizantes
que rigen la convivencia interétnica tal como lo conocemos
ahora, tiene su origen en las mentalidades españolas y
criollas de la Colonia. El racismo -¿o no se le puede llamar
así?- precolombino, es refuncionalizado por españoles y
criollos, y diluido en los criterios eurocéntricos de
diferenciación e inferiorización mediante la conquista y la
colonización, de modo que, por ejemplo, los odios entre
quichés y cakchiqueles, los cuales se acentúan cuando éstos
ayudan a los españoles a conquistar a sus aborrecidos
tiranos quichés, que los habían sojuzgado y masacrado (como
se pueden constatar en Los anales de los cackchiqueles),
permanecen vigentes hasta el día de hoy gracias al clima de
interdiscriminación que propicia la dominación criolla,
también vigente. El racismo, tal y como lo practicamos en la
actualidad, es, pues, de varias vías, y se ejerce desde
diferentes posiciones de poder. De hecho, uno de los
objetivos del multiculturalismo es "empoderar" (perdonen la
agringada palabreja) o propiciar la acumulación de poder en
los grupos étnicos que menos lo ejercen, para que puedan
practicar el racismo al revés de manera más eficaz.
A esto obedece la táctica de
satanizar ladinos para "superar" el racismo. Lo cual es tan
estúpido como culpar a los indios del "atraso del país". Si
de hallar culpables se tratara, estos serían los criollos.
Pero como de lo que se trata, según afirman todos, es de
democratizar la convivencia interétnica, tenemos que asumir
el racismo que le es propio a cada grupo étnico, estudiarlo
en perspectiva histórica y tomar decisiones políticas
inteligentes al respecto. El dualismo que va de la
autovictimización india a la satanización ladina es torpe,
oportunista, denigrante y racista. Su propuesta es eliminar
a los ladinos (o, invirtiéndola, a los indígenas) para
acabar con el racismo. Vaya. ¿Y los criollos?
Mario Roberto Morales
Convenio:
La Insignia – Rel-UITA
27 de febrero del 2004.
(*) También publicado en Siglo
Veintiuno
|