Al
reconocer Michelle Bachelet en su primera declaración que no
olvidará a su padre, entendemos que aceptó el reto de la
historia. Y esperamos que colocará a su gobierno, el quinto
de la Concertación, en un rumbo que augure cambios acordes
con su ideología socialista. Estos cambios son
indispensables en el ámbito económico, en donde, desde la
vertiente ortodoxa, con mayor ignorancia que conocimiento,
se destacan sólo lo que consideran como logros del modelo
chileno.
La
economía chilena, a cuya sociedad se ajustó brutalmente en
la época de la dictadura para que el modelo funcionara, ha
crecido. Incluso ha conseguido reducciones de la pobreza.
Pero no ha logrado generar el empleo suficiente:
más de 500 mil personas están
desempleadas. El empleo ha sido precarizado.
El tan promocionado modelo previsional chileno hace agua y
la inequidad aumenta. Chile se ubica, de acuerdo al Informe
Mundial de Desarrollo Humano (2004), entre los 10 países más
desiguales del mundo. El 20% más
pobre de la población recibe el 3,3% de los ingresos,
mientras que el 20% más rico acumula el 62,2%.
Esta diferencia aumentó en los años de la Concertación:
el 10% más rico concentra en la
actualidad 209 veces más que el 5% más pobre, cuando en 1990
esta diferencia era de 130 veces. Y a la
falta de igualdad se suma la falta de competencia.
La
ausencia de una economía competitiva ha sido provocada por
un proceso de concentración económica (por lo demás propio
al sistema). Esto lo reconoce Felipe Lamarca, ex hombre
fuerte del grupo Angelini y ex presidente de la Sofofa. Este
empresario afirma que "absolutamente: hay que corregir el
modelo". Según él hay desigualdad en el ingreso, en el trato
laboral y en la misma justicia. "Los sectores medios -dice
Lamarca- están viviendo muy apretados y al lado uno ve unas
tremendas utilidades."
A esta
llamada de atención se sumó el reciente tirón de orejas
a Chile de Michael Porter. Este académico de Harvard,
experto en temas de competencia a nivel internacional,
destacó que Chile tiene una economía retrasada
tecnológicamente, dependiente de recursos naturales (más de
un 90% de sus exportaciones están primarizadas) y con un
capital humano que da miedo por su pobre desempeño. Chile,
desde la perspectiva de Porter, vive de sus glorias pasadas
al haber cumplido con gran parte del recetario neoliberal;
erradamente, creen que los éxitos se aseguran simplemente
con política macroeconómica, mientras la productividad
laboral se hunde.
Este gurú
de la competitividad, que ha visitado regularmente Chile en
el último cuarto de siglo, fue muy claro en sus
recomendaciones para lograr una mejoría en educación y
productividad, al tiempo de proponer como tarea la reducción
de las desigualdades. Porter concluyó que para Chile (como
para todos los países de la región, cabría añadir), "es
indispensable ser responsable por los vecinos", y recordó
que "el desarrollo es un proceso de colaboración".
La integración regional, aun desde la lógica de los
fundamentalistas del mercado, es otro reto urgente. Y
que al parecer así ha sido entendido por Michelle, quien
empezará su primera gira extranjera con una visita a la
Argentina.