Inglaterra

 

Shock en Londres

El "sospechoso fusilado" era brasilero

Un camarero madrileño en un bar en el centro de Londres, preguntado sobre su opinión de que policías británicos de civil hayan baleado sin mediar palabra a un sospechoso con 5 proyectiles de alto calibre, dijo: "Tendrían que haberle metido 7. La policía inglesa no le pega un tiro a nadie sin alguna buena razón". El tipo que estaba tomando un café en la barra le pregunta: "¿Pero qué hubiese pasado si eras vos el tipo que estaban persiguiendo?".

 

La noticia ha puesto en estado de shock a todos lo medios locales por la envergadura de sus consecuencias: el joven baleado en la estación de Stockwell en Londres era brasilero, con papeles en regla. Un hombre trabajador, de vida austera que cayó abatido por no haber entendido una orden de la policía

 

Esta información está también explotando en las tapas de todos los diarios del mundo y en los noticieros ingleses y del continente. Mudo está el país de Su Majestad, paradigma de la democracia mundial. Esta vez a la policía se le fue la mano.

 

Pero no es una sorpresa a los que vimos a efectivos ingleses metralleta en mano por las calles de Londres. Alguien, en algún lado, en las altas cúpulas del poder británico, debe haber dado la orden: tiren a matar.

 

Desde hace varios días se escuchan invitados en los programas de noticias ingleses con opiniones que ponían los pelos de punta: aconsejaban a los policías ingleses disparar a la cabeza, sin mediar palabra.

 

Esto es un shock tremendo que deja a todos sin aliento: Londres es la ciudad del pluralismo, de las ideas, de la libre expresión. ¿Cómo podía ser que inconscientes estuviesen dando estos consejos sin vergüenza ni responsabilidad en la TV nacional?

 

Londres es el centro de lo que una vez fue el Imperio Británico. Aquí coexisten 300 comunidades. Muchas de ellas no hablan inglés, no se expresan bien. Algunos ni fueron a la escuela.

 

De golpe y porrazo, se desatan en la calle cuadrillas de hombres armados con pistolas, metralletas y chalecos anti-bala. Todos de civil. Literalmente, a los pocos minutos desde los atentados fallidos del pasado jueves 21 de julio.

 

La población marginada, entre los cuales se cuentan unos 100.000 sudamericanos, no tuvo tiempo ni información para enterarse de lo que en círculos gubernamentales y canales de televisión se llamó eufemísticamente: "new rules of engagement" o en español: "nuevas reglas de relación".

 

Muchos piensan que Osama bin Laden acaba de colocar a los británicos en una posición imposible. Ahora todo el mundo se pregunta: ¿cómo van a salir de ella?

 

Es importante entender que el Reino Unido es un país inmensamente democrático. Pero es fundamental que las fuerzas moderadoras de la sociedad, que parecían caer en el silencio después de la segunda ola de atentados, retomen su fuerza y se hagan escuchar.

 

Tony Blair en las últimas 48 horas no se ha visto. No es la primera vez últimamente que cuando hay malas noticias envía a sus segundos a presentar los problemas. Es hora de que reconozca que esta situación nacional no puede seguir y que las fuerzas democráticas del país deben tomar el timón y llevar a Londres a buen puerto.

 

En Londres hay siete millones de habitantes. Las fuerzas de Osama bin Laden no deben ser superiores a las 100. Es cierto que en un sistema democrático los terroristas tienen la iniciativa. Ese es nuestro precio. Estamos dispuestos a pagarlo. Una ciudad que soportó los asedios nazis y del Ejército Republicano Irlandés no puede volverse loca.

 

Personalmente, conozco a decenas de sudamericanos viviendo en Londres. Son estudiantes, trabajadores, algunos ilegales. Les gusta la salsa, la samba y el aché. Algunos son ladrones de poca monta. Le roban la cartera a chicas inglesas que tomaron demasiado en los clubes latinos.

 

Por experiencia propia, yo sabía que si alguno era increpado en una estación de subte, esos jóvenes hubiesen salido corriendo sin mediar palabra. Los ingleses no están acostumbrados a eso. El que corre, debe ser culpable.

 

Ahora saben que no siempre.

 

Pablo Behrens

Publicado en La República, Uruguay

24 de julio de 2005

 

 

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