El sindicato de los pueblos pobres

 

Un instrumento que es, en el plano internacional,

lo que la unidad sindical en el campo de la lucha de clases

 

 

Tomás Borge, el escritor y dirigente sandinista, observa que en nuestro tiempo, cuando se ha alcanzado el más alto desarrollo en investigación y tecnología, más del 40 por ciento de la población padece hambre y el 60 por ciento vive en el subdesarrollo, en tanto una minoría detenta el poder y la riqueza. “El hambre está distribuida sobre la tierra en dos grandes hemisferios, afirma: el hemisferio del consumo excesivo y el hemisferio del consumo escaso. La opulencia y el hambre”.

 

Como consecuencia del alto grado de desarrollo económico y del avance tecnológico alcanzado por las naciones desarrolladas del hemisferio norte, se impone a las distintas sociedades el consumismo como una norma; como un estilo de vida. Se consume por el sólo gusto de consumir, más allá de que ese gusto es inducido por los proveedores.

 

Se entra en el reinado de una de las grandes paradojas de nuestro tiempo, que es la abundancia coexistiendo con la miseria. Es la época de los viajes interestelares para algunos y del laboreo de la tierra con arados de madera para otros. Es el tiempo de las computadoras y de la robotización industrial simultáneamente con el uso de la rueca para hilar en muchas regiones de la Tierra.

 

Los cinco siglos que transcurrieron desde la ruptura del régimen feudal hasta el supercapitalismo de nuestros días muestran el proceso de consolidación y crecimiento de las naciones desarrolladas del mundo occidental, y el resultado de la variable relación de fuerzas dentro de cada una de esas naciones.

 

Simultáneamente, ante esos mismos cinco siglos que van desde el “descubrimiento” de América (1492) por los españoles hasta el capitalismo dependiente y subdesarrollado de hoy, muestran el proceso de descaecimiento continuo y permanente impuesto por los sucesivos imperios a nuestros débiles países hispanoamericanos.

 

La idea de la Patria Grande no contó con el apoyo de los patricios americanos, que no eran otra cosa que una caricatura de la burguesía europea. Esa mala copia, sin conciencia nacional, se sumó a la idea colonialista y balcanizadora de los imperialismos de la época.

 

Los patricios de la Gran Colombia traicionaron a Bolívar; los patricios y estancieros de la Banda Oriental traicionaron a Artigas, la clase dominante de Chile a Carreras y a Manuel Rodríguez. Morazán fue asesinado y eso partió en cinco pedazos a América Central. A Gran Bretaña y Estados Unidos les quedó el camino libre para controlar las economías de las 20 repúblicas y consolidar la balcanización.

 

El avance de fuerzas progresistas en nuestros países abre caminos a la esperanza y a la imprescindible unidad para enfrentar al imperialismo. La nueva realidad coincide de algún modo con el pensamiento de los héroes de la primera independencia, que aún no ha podido cumplirse por interferencia del interés ajeno.

 

La idea de la integración en la Patria Grande gana espacio en la conciencia popular de América Latina y del Caribe. Las fuerzas de la división, enfrentadas a las de la integración están en lucha, pero las corrientes progresistas avanzan claramente en nuestra América. Se abre camino el sindicato de los pueblos pobres. Un instrumento que es, en el plano internacional, lo que la unidad sindical en el campo de la lucha de clases.    

  

 

  

En Montevideo, Guillermo Chifflet

Rel-UITA

20 de noviembre de 2008

 

 

 

 

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